Bimba Bosé
• CRÓNICAS DE SOTOANCHO
■ Bimba Bosé
Triunfadora, aunque nadie sabe en qué, tiene un atractivo fuera de lo común.
Apareció de golpe con el burka y la soga de David Delfín y nos dejó patitiesos y turulatos. ¡Qué Belleza! Cuando anda, pisa fuerte y avisa. Tiene esa rareza de los Dominguín –los González Lucas–, que siempre salen guapos. Recuerdo una entrevista con el gran Antonio Ordóñez, allá por los años sesenta del pasado siglo. Se refería al atractivo de sus hijas “Belén es Ordóñez y Carmen, Dominguín”. Luis Miguel, para mí peor torero dentro de la grandeza de ambos, pero uno de los tipos más simpáticos que he conocido en mi vida, no estaba totalmente de acuerdo con la belleza de los Dominguín. “Las chicas, sí, pero de los varones, el único guapo soy yo”.
Feminidad
Bimba –no estoy al corriente de las nuevas generaciones–, es nieta de Luis Miguel y Lucía Bosé. Tiene la belleza de su abuela, con un toque andrógino que le hace aún más atractiva. Inquietante. Bimba Bosé es de esas mujeres que le dicen a un hombre “¡Oye, tú!”, y el hombre se ve inducido a poner tierra de por medio mediante alocada carrera. Y cuando sonríe, esa dureza se transforma en feminidad rotunda. Con el burka y la soga al cuello de David Delfín, alcanzó la cota más alta de belleza femenina.
Natalie Clifford Barney, escritora americana muy influida por el humor inglés en el entresiglos del XIX al XX, preguntada por una periodista acerca del feminismo y la feminidad, respondió con insuperable agudez. “La feminidad no es cuestión de sexos, porque un francés siempre es más mujer que una inglesa”. En Bimba Bosé masculinidad y feminidad se dan la mano desde la seriedad a la sonrisa y viceversa. De cualquier modo, y aun en su versión más comehombres, tiene que ser –intuición pura–, una mujer apasionante, con una gran personalidad y un atractivo fuera de lo común. Hace poco le preguntaron por sus pinitos de cantante y no pudo ser más clara. “Me divierto mucho pero canto fatal”. Para reconocer eso hay que tener sentido de la honestidad y del humor.
Para mí, que le aburre una barbaridad ser modelo y viaja anímicamente por su estética para hallarse mejor y más a gusto. Cuando desfila por la pasarela, mira al vacío, pero se advierte en su mirada un gran desprecio por los que le miran y desean. Más por los que miran, que el deseo masculino por una mujer en los desfiles de moda no es habitual ni agobiante.
No se sabe en qué ha triunfado, pero es una triunfadora. Jamás pasará desapercibida, por representar el polo opuesto de la vulgaridad. Pero si alguna vez coincidimos y me grita “¡Oye, tú”!, no lo duden. Salgo a toda pastilla.
Alfonso Ussía
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