Biden y Obama se dirigen a los asistentes a la Convención Demócrata. (Foto: AP)
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Barack Obama, nominado este miércoles por aclamación candidato a la presidencia, apareció de modo inesperado al término de la tercera jornada de la Convención Demócrata que cerró el aspirante a la vicepresidencia, Joe Biden, con un discurso tremendamente eficaz y bien estructurado. El viejo senador estuvo a la altura de su fama: atacó a John McCain, apeló a las clases medias y cometió uno de sus célebres patinazos.
TERCERA JORNADA DE LA CONVENCIÓN DEMÓCRATA
- No decepcionó: atacó a McCain, apeló a las clases medias y metió la pata
- Obama apareció por sorpresa tras el discurso de aceptación de su 'número dos'
Con todo el Pepsi Center aplaudiendo en pie y agitando carteles con el nombre de Biden, la esposa de éste, Jill, subió al escenario para anunciar una sorpresa. Y entre bambalinas apareció Obama.
Fue un final apoteósico para un público que ya había disfrutado con John Kerry, fallido candidato hace cuatro años, y, sobre todo, había alcanzado el éxtasis con el ex presidente Bill Clinton.
Obama y Biden se abrazaron. El líder improvisó unas frases —las únicas dichas sin la ayuda del 'teleprompter' en tres días— de agradecimiento a su compañero de candidatura y a los Clinton —presentes en el palco de honor junto a la esposa de Obama, Michelle— y cerró con un apretón de manos a Biden remachando uno de sus lemas: "El cambio empieza por abajo".
La imagen del 'número dos'
Antes de este final inesperado, Biden había sido nominado por aclamación de la convención e invitado al estrado. Le presentó su hijo Beau, 39 años, fiscal en Delaware —el estado al que su padre representa en el Senado— y oficial en la reserva que va a ser enviado a Irak en octubre.
El veterano senador, 65 años, más de cuatro décadas en la Cámara Alta, lucía su mejor sonrisa. Exhala un aire patricio con su camisa blanca, su corbata azul y dos picos del pañuelo asomando por el bolsillo de la chaqueta. Es simpático y conecta con el público hasta hacerle corear las frases clave de su discurso en una docena de ocasiones.
Biden cumplió a la perfección el papel que le han asignado. Apeló a esa clase media de la que procede —su padre era un vendedor de coches— y que en las primarias tanto se resistió a la novedad: Obama. Le han asignado el rol de imán hacia la franja más conservadora del electorado demócrata y hacia a los centristas hartos de Bush. El guión lo domina, desde luego.
Y, por supuesto machacó a McCain, a quien mencionó por su nombre una docena de veces. Primero consiguió que el auditorio aplaudiera con timidez al rival: "John McCain es mi amigo. Nos conocemos desde hace tres décadas. Hemos recorrido el mundo juntos. Es una amistad que va más allá de la política. Y el valor personal y el heroismo que John demostró [en Vietnam] todavía me sorprende".
Un ataque calculado
Tras este pase con la muleta, cogió el estoque y lo zarandeó sin piedad. Fue comparando las medidas del republicano y varios hitos negativo del Gobierno Bush para rematar —coreado por el público— de esta manera: "Esto no es el cambio, es más de lo mismo". Y añadió: "La decisión en estas elecciones está clara. Estos tiempos requieren algo más que un buen soldado. Requieren un líder inteligente, un líder que pueda traer el cambio, el cambio que todo el mundo sabe que necesitamos". Gran estocada.
En contraposición presentó a Obama como el paladín del cambio repitiendo el número del coro: "Este es el cambio que necesitamos". Y luego, metido en el terreno de su predilección —las relaciones exteriores— fue comparando las posturas de Obama y McCain para rematar: "John McCain estaba equivocado. Barack Obama acertó".
Antes de la apoteosis final, Biden tuvo tiempo de justificar su fama de metepatas refiriéndose a John McCain como George, el nombre de pila de Bush. Salió del paso con soltura: "Ha sido un patinazo freudiano, amigos, un patinazo freudiano".
Fuente: elmundo.es
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