Refrán: 26.04.2009
Eduardo el Confesor, según una pintura de la época (Wikipedia)
■ A confesión de castañeta, absolución de zapateta.
Anuncia el mal resultado de ser insistente en asuntos de poca importancia. Como aquel clérigo que, según cuenta Vital Aza, harto de oír a la gimoteante penitente decir: «Señor cura, tengo aquello; señor cura, tengo lo otro...», arremangó el manteo y le espetó: «¡Lo que tienes, hija mía, es ganas de fastidiarme!».
Fuente: © Espasa Calpe, S.A.│Imagen, Internet
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