Como Director de Programación, este año me he enfrentado a una tarea especialmente delicada, ya que no podía hacer otra cosa que mirar a esta tercera edición como una especie de reválida en la que, por el camino recorrido, ya no sería suficiente una buena selección de títulos, sino que tenía que ser sensible a algunas de las críticas recibidas, que también las hubo, y es bueno que así sea para tener los pies en el suelo y no perder nunca de vista lo que tenemos que mejorar.
La programación de un Festival de Cine no es una tarea fácil. Sobre todo, es una cuestión de equilibrios: uno ve mucho cine y decide no solo en función de lo que a uno le gusta y la disponibilidad (que también, para que vamos a engañarnos) sino sobre todo pensando en el público al que van dirigidos dichos títulos, al que se le debe el mayor de los compromisos. Desde ahí, me gustaría pensar que Mérida sigue siendo un Festival en el que su mayor seña de identidad sigue siendo la calidad y, por supuesto, la voluntad constante de sorprender al espectador con propuestas diferentes. El Festival está diseñado para que cada día sea una experiencia completamente distinta a la del día anterior. Incluso desconcertante. Una fiesta de la pasión por el cine servida en platos muy diversos, capaces de satisfacer los gustos más exigentes. Ese y no otro es nuestro principal objetivo.
Podría decirse que este año el Festival dispone de una programación más equilibrada. Hay comedia (Animales de Compañía, pero no solo ella), hay cine de género, aunque sea un poco peculiar (Déjame Entrar), hay cine social y dinámico que centra su mirada en la educación (La Clase) o la inmigración (Un Novio para Yasmina, En Un Mundo Libre), hay cine que homenajea a maestros clásicos como Ozu (Still Walking) y cine político que innova (Vals con Bashir), hay drama (Cerezos en Flor), cine español inédito (4000 €) e incluso esa inevitable rara avis que rompe esquemas (Il Divo). Por haber, hay hasta un curioso círculo temático alrededor de la familia que empieza en España, pasa por Alemania y culmina en Japón.
En la sección Cine Comprometido hemos intentado que las películas seleccionadas tengan sentido no solo por sí mismas, sino en relación con las obras de la Sección Oficial. Así, además de la imprescindible película de Ken Loach que abre el Festival, el sábado 13 tendremos un día completo dedicado al director Laurent Cantet con Recursos Humanos, una película que, ocho años después y en plena crisis, sigue de actualidad, y con la reciente ganadora de la Palma de Oro de Cannes, La Clase, mientras que el domingo 14 nos centraremos en el inacabable conflicto árabe-israelí con la esplendida Los Limoneros y la sorprendente Vals con Bashir, dos miradas diferentes y complementarias sobre un mismo conflicto.
En esta edición hay además una fuerte apuesta por el cine europeo: hasta quince nominaciones a los Premios de la Academia del Cine Europeo de este año se juntan en una programación en la que, les juro que es casualidad y no algo predeterminado, no hay cine americano. Y también tenemos una noche del cine extremeño, porque entendemos que hay que saber cuidar lo que se hace aquí.
Espero que disfruten a fondo de nuestra propuesta. Seguimos con los oídos abiertos...
De Marta Díez
Articulo escrito para la Revista del III Festival de Cine de Mérida, nuestra principal "arma de información masiva".
0 comentarios:
Publicar un comentario