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Paul Nipkow



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■ Paul Nipkow, el joven alemán que se convirtió en padre de la televisión.


Nació en 1860 en la localidad alemana de Lauenburg. Obsesionado durante años con la idea de poder transmitir una imagen a distancia, diseñó y patentó el disco de Nipkow, considerado como el primer sistema de televisión de la Historia. Tenía sólo 23 años.

A finales del siglo XIX, la intuición y pericia de diversos científicos dio, como consecuencia visible, un impulso definitivo a diferentes inventos que mejoraron la calidad de vida de los humanos y su mejor comunicación, en un contexto tecnológico que cambiaría para siempre nuestra civilización.

Acaso el más sorprendente de dichos prodigios fue la televisión, un artilugio capaz de transmitir imágenes a distancia que, si bien fue desarrollado con plenitud en el segundo tercio del siglo XX, cabe atribuir su idea primigenia a un pionero alemán obsesionado por diseccionar escenas y figuras para recomponerlas a larga distancia.

El artífice del primer sistema de la llamada televisión mecánica nació el 22 de agosto de ?860 en Lauenburg, una pintoresca ciudad de Pomerania (Alemania). El nombre completo con el que fue inscrito en el registro civil de su localidad natal fue Paul Julio Gottlieb Nipkow.

Siendo niño ya destacó sobremanera en su instrucción académica, descollando en las materias científicas, por lo que sus padres le animaron a proseguir con su recién nacida vocación. De ese modo, se matriculó en la Escuela Técnica de Neustadt (en el oeste de Prusia), donde realizó estudios de telefonía, experimentando con cuadros móviles.

Asimismo, el brillante joven se interesó por los secretos de la óptica en sus vertientes electrofísica y fisiológica, disciplinas en las que fue instruido por grandes mentores, como Hermann von Helmholtz y Adolf Slaby. En aquellos años causaba sensación el desarrollo de la fototelegrafía, y el inquieto Nipkow no quiso permanecer ajeno a aquella revolución tecnológica. Puso todo su empeño en estudiar las técnicas que, en ese sentido, se venían impulsando desde décadas anteriores a cargo de eminentes investigadores como Bain, Le Blanc, Selencq...

Todos ellos trabajaban con absoluta pasión en culminar una carrera que se entendía vital para la fluidez de las comunicaciones en nuestro planeta. Sin embargo, fue este lúcido estudiante quien daría un paso decisivo. Durante la víspera de Navidad de ?883, Nipkow sintió el toque de una genial intuición que le obligó a sentarse frente a su mesa de trabajo durante horas, con la única iluminación de un candil de aceite. No paró de proyectar sobre el papel ideas confusas acerca de una posibilidad albergada en su mente desde hacía meses. Ésta era poder transmitir, mediante un sistema especial, una imagen a distancia.

Finalmente, el ilusionado y joven científico ideó —esa misma madrugada— un dispositivo analizador de imágenes, que consistía en un disco plano y circular perforado por pequeños agujeros que se hallaban dispuestos en forma de espiral.

Cuando dicho disco giraba con un motor eléctrico, los pequeños orificios pasaban entre el espectador y la figura seleccionada, de manera que sólo una pequeña porción de la figura era visible en cada momento. Sin embargo, si el disco iba a mayor velocidad, el ojo podía reconstruir una imagen total de la figura. Había nacido el conocido popularmente como disco de Nipkow. Asimismo, este inventor germano elaboró un método innovador, cuya teoría esencial se basaba en transmitir imágenes a distancia, gracias a una célula de selenio, si bien, en aquel tiempo no pudo construir un aparato capaz de transmitir imágenes en movimiento.

No obstante, el mencionado disco de Nipkow había mejorado sensiblemente cualquier intento anterior en la codificación de imágenes para ser transmitidas a distancia, y su creador solicitó en la oficina imperial de patentes, sita en Berlín, el registro de su invento. Una petición que fue aceptada el ?5 de enero de ?885 con efecto retroactivo al 6 de enero de ?884. Empero, Nipkow no pudo concretar la realización física de su creación y la patente caducó a los ?5 años sin mayor resultado.

En ?900, Constantin Perskyi utilizó, por primera vez, el término televisión. Fue durante la lectura de un discurso en la Exposición Universal de París. Dicha expresión fusionaba la palabra griega tele (distancia) y la latina visio (visión). En el texto, se elogiaban los trabajos de Paul Nipkow y otros pioneros de este flamante medio de comunicación. Años más tarde, tras múltiples avances, el ingeniero escocés John Logie Baird lograba sustituir la primigenia célula de selenio —ideada por el alemán— por una célula fotoeléctrica, capaz, ahora sí, de transmitir imágenes en movimiento.

En 1928, el padre de la televisión pudo al fin contemplar con emoción el funcionamiento de aquel invento imaginado por él 45 años atrás. La llegada de los nazis al poder en Alemania y su constante ensalzamiento de los valores germanos supusieron un acto de reivindicación sobre la paternidad teutona de la incipiente televisión. En ?935, los alemanes inauguraron su primera estación pública de televisión y aprovecharon el evento para nombrar al anciano Paul Nipkow presidente honorario del Consejo de la Televisión. Un año más tarde, los ingleses iniciaban la programación regular de emisiones televisivas, mientras que en Alemania se daba un impulso definitivo con las transmisiones realizadas en los Juegos Olímpicos de Berlín.

La televisión era, a estas alturas, un medio de comunicación imparable, asunto que quedó constatado en ?937, durante la Exposición Universal de París, en la que muchos países se interesaron en emprender sus propias emisiones televisivas.

Paul Nipkow falleció el 24 de agosto de ?940, viendo como su país se sumergía en el abismo de la guerra, aunque gozoso tras comprobar como su sueño estaba a punto de cambiar el mundo. En nuestro país Televisión Española comenzó sus emisiones regulares en ?956.

El ilusionado y joven científico ideó esa misma madrugada [víspera de Navidad de 1883] un dispositivo analizador de imágenes, que consistía en un disco plano y circular perforado por pequeños agujeros que se hallaban dispuestos en forma de espiral.

En 1935, los alemanes inauguraron su primera estación pública de Televisión y aprovecharon el evento para nombrar al anciano Paul Nipkow presidente honorario del Consejo de la Televisión. Un año más tarde, los ingleses iniciaban sus emisiones

[Fuente:Juan Antonio Cebrián/ GASPAR MEANA]]

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