El primer uso documentado data de 1806, cuando Ralph Wedgwood solicitó una patente para su stylographic writer. Lo ideó para ayudar a escribir a los ciegos mediante el uso de un punzón de metal, pero no tuvo éxito. Su difusión como instrumento para copiar documentos fue pareja con la de la máquina de escribir. De la mano “han muerto” también ambos, dos siglos después de su nacimiento.
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