Lo que piensa el Rey
Don Juan Carlos ha reivindicado la cultura de la Transición en uno de los momentos más graves y preocupantes de la vida política nacional.
Su Majestad el Rey, tradicionalmente prudente a la hora de enjuiciar y pronunciarse sobre la situación política, ha aprovechado el treinta aniversario de las primeras elecciones democráticas para hacer una llamada a la unidad de todos los partidos políticos y ha reivindicado la cultura de la Transición en uno de los momentos más graves y preocupantes de la vida política nacional. Acusado, sobre todo por la derecha, de permanecer impasible ante lo que consideran deterioro de la política con la reforma de los Estatutos de Autonomía, especialmente el catalán, recurrido en el Tribunal Constitucional (por ser una reforma encubierta de la Constitución) y ante un “proceso de paz” que ha dividido al país en dos bandos irreconciliables y ha generado un clima de crispación y de enfrentamiento desconocidos hasta ahora, Don Juan Carlos, ante el Parlamento, ha hecho una defensa cerrada de la Transición, de su espíritu, de su cultura y de su éxito, que ha contribuido a que España se convierta en la octava potencia industrial del mundo. Memoria histórica. En las Cortes Generales, ante los representantes del Congreso y del Senado, y los Constituyentes de 1977, el Jefe del Estado, cuyo papel en el cambio político “fue fundamental” a pesar de ser el heredero del general Franco y a pesar de haber jurado los Principios Fundamentales del Movimiento, no quiso olvidarse de la “memoria histórica” cuando “pesaban aún sobre nuestros hombros las secuelas de profundo dolor de una guerra fraticida, la amargura de unas experiencias históricas marcadas por divisiones, exclusiones, exilios e intolerancias”. Y cómo todo el mundo apostó entonces “por el respeto mutuo, la tolerancia, la reconciliación y la concordia”. “Aquella generación marcó una manera de hacer política y nos dejó un legado de incalculable valor para nuestra convivencia”, aprobando, además, una Constitución, la de 1978, que “ha proporcionado el más largo periodo de estabilidad, progreso y prosperidad en libertad de nuestra compleja historia constitucional”. No deja de ser significativo que el Rey haya querido abordar tres temas claves que, en cierto modo, han estado en discusión en toda esta legislatura a la que le quedan sólo unos meses. Una Ley de Memoria Histórica, que se ha convertido en una pesadilla para el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, que ha visto el acto del Parlamento muy “teñido” de nostalgia; una cierta obsesión por poner en duda la Transición y repensar una segunda transición sin los temores y condicionantes que hubo en la primera; un cierto olvido, por parte del Partido Popular y del Partido Socialista, de los protagonistas de ese cambio político que se produce en el país a partir de la muerte del general Franco (ni Mariano Rajoy ni Rodríguez Zapatero vivieron el proceso) y, por último, treinta años más tarde, un intento de reforma de la Constitución sin respetar la legalidad y utilizando mecanismos más o menos espurios. “Treinta años más tarde –según el resumen que ha hecho el periódico francés Le Figaro– los expertos hacen el balance de este periodo democrático, el más largo de la historia española. Ciertamente, en el plano económico y sociocultural el país se ha recuperado de su atraso e incluso, en algunos terrenos, se ha puesto por delante de sus homólogos europeos. No obstante son muchas las voces que critican la falta de madurez política de las instituciones y, sobre todo, la persistencia de una de las herencias del franquismo: la organización separatista vasca ETA”. Falta de madurez y coincidencia total, y no deja de ser curioso, con el periódico belga L’Echo, que, después de recordar el llamamiento a la unidad a la clase política española hecho por el Rey en un ambiente tenso y de enfrentamiento desconocidos hasta ahora, afirma que “son numerosas las voces que denuncian la falta de madurez política de las instituciones: desinterés por los grandes debates políticos e impunidad en la corrupción urbanística. Pero, sobre todo, la persistencia de la organización separatista (¿) ETA que, para defender la autodeterminación de un territorio vasco compuesto por la Comunidad Autónoma del País Vasco español, Navarra, y el País Vasco Francés, ha matado a 819 personas en cuarenta años. No cabe duda de que la amenaza terrorista jugará un papel crucial en las elecciones nacionales que se celebrarán el año que viene. Igualmente marca el fracaso del presidente Zapatero, que cifró su futuro en la conclusión de una paz duradera con la organización separatista (¿) vasca, imagen de lo que Tony Blair llevó a cabo en Irlanda del Norte con el IRA, el ejército republicano irlandés”. Es decir, que treinta años más tarde, dentro y fuera de España, se considera que el principal problema que tiene el país es precisamente el de ETA, el problema que ha marcado la agenda política desde las elecciones de marzo de 2004 y el que, desgraciadamente, seguirá marcando la agenda en los próximos meses hasta que Zapatero disuelva las Cámaras y convoque nuevas elecciones generales, previstas en principio para marzo del año que viene... A menos que Manuel, el presidente de Andalucía, las adelante, como quiere, y como así lo ha manifestado...
José Oneto
0 comentarios:
Publicar un comentario