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CRÓNICA DE SOTOANCHO.- Golpe moral

Golpe moral Cuando menos lo esperaba, un contundente golpe moral. La Casa Real ha vuelto a herir los cuarteles de nuestro escudo. La encargada de dar las malas noticias, como es habitual, mi madre. “Atiende, Susú. El Rey ha concedido el Toisón de Oro a Adolfo Suárez y al Rey de Arabia. Sigues en la lista de espera”. La revelación, por inesperada, me ha entristecido. Tomás me ha notado lánguido y desconcertado. “¿Algún problema, señor?”. Mi respuesta, casi un susurro. “Que el Rey no me ha concedido el Toisón de Oro, Tomás”. “No se preocupe por ello, señor. No se lo ha concedido, no se lo va a conceder jamás, no ha hecho nada para merecerlo y para colmo, el Rey no le conoce”. Hay que admitir que la sinceridad cruda de Tomás puede resultar dolorosa en grado sumo. Lo cierto, tristemente cierto, es que soy el marqués de Sotoancho menos condecorado de la Historia. A Papá, por lo menos, le puso una medalla un embajador de Katanga que vino a cazar. Creo que se trata de la “Encomienda del Chimpancé Gris”, y es aparente. A mí, es bueno reconocerlo, la única medalla que me han puesto es la de la Primera Comunión, que la conservo como oro en paño, dicho sea con estricto rigor, por cuanto es de oro y la guardo en un estuche forrado de paño carmesí. Me han contado que en Madrid hay despachos a los que encargas que te den una condecoración, te cobran una pasta y al final la consigues. Si esto sigue así, no voy a tener más remedio que subirme al AVE y llegar a un acuerdo con esa gente, porque la cosa se está pasando de castaño oscuro. Marsa no me anima. “Mi amor, una condecoración comprada no tiene valor ni merece la pena”. Pero algo hay que hacer. Creo que la solución está en las Islas Molucas. Leo en el “Libro de las Condecoraciones del Mundo” que allí se concede la Cruz de “Maluku Selatán” y a por ella voy. Se trata de una cruz dorada de la que emerge una palmera. He encargado a Alcoceba, el administrador, que pregunte por ahí para encontrar el despacho ése de condecoraciones. La de “Maluku Selatán”, por bien que suene, no puede ser muy costosa. Me habría gustado recibir la del “Chimpancé Gris”, como Papá, pero Katanga como nación ha desaparecido y ahora, probablemente, en lugar de dar la del “Chimpancé Gris” anden repartiendo la del “Gorila Negro” o el “Mandril Plateado”. Esta gente de Katanga es muy suya, según tengo entendido. Reflexiono, medito y llego a una conclusión. No merezco el Toisón de Oro, pero sí me considero lo suficientemente dotado para recibir la Cruz de “Maluku Selatán” y lucirla en los días grandes, sobre mi uniforme de maestrante. No obstante, intuyo que la animadversión de la Casa Real por nosotros crece imparable. Y todo porque nuestra casa es biprovincial, y la suya, toda ella, no sale de la provincia de Madrid, que es una provincia enana.
Alfonso Ussia

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