Nadie, ni el más cenizo podía pronosticar un desenlace semejante, ante un rival clasificado de carambola, que sólo había dado señales de vida en la última jornada ante Egipto. Pero es que los americanos firmaron el mejor partido de su historia, con seguridad propia de los escogidos. Mandones al principio y aplomados después, firmes las posaderas en su área y con una pizca de suerte de añadidura.
Esa fortuna esquivó a España, que pasado el natural desencanto, no debe ahora rectificar ni un milímetro, porque de nuevo se mantuvo fiel a su discurso. Sin ofrecer lo mejor de sí, acumuló ocasiones, las desperdició a manos llenas y se quedó con cara de tonta ante el castigo excesivo de un rival tremendamente compacto, que pese a todo, hubiera perdido 24 de 25 partidos disputados en idénticas condiciones.
Y es que el campeón de la CONCACAF, todo un prodigio físico, vivió su noche perfecta, con extremado rigor táctico y acierto en los momentos decisivos. Todo le fue rodado y desplegó sus virtudes desde el pitido inicial.
Bradley, hijo del seleccionador, se encargaba de la primera línea de presión y los centrales no fallaban nunca ante la pareja atacante de La Roja. España había aparecidó con aires de suficiencia y falta de intensidad. Se veía desde la primera salida en falso de Casillas en un córner en el minuto tres y en las precipitaciones de Villa o Xavi.
Sólo Cesc, regalando buenas ideas en la media punta, y alguna cabalgada de Riera en la izquierda hacían recordar a la campeona de Europa. La escasa tensión asomaba también en los perezosos repliegues, así que los americanos se decidieron cada vez con más ánimo en las contras. Donovan encontraba espacios vacíos y Davies y Altidore pisaban fuerte en los esprints.
Los fallos de Capdevila y Ramos
En una de esas fallaron Capdevila y Casillas y España encajó su primer gol en todo el torneo. Se anticipó mal el lateral y después Iker apenas ofreció resistencia con una mano. Le picaron los nervios al equipo de Del Bosque, escocido por el castigo. Pudo empatar con un disparo alto de Villa y una acción en solitario de Torres desde la izquierda repelida por Howard con el pie. Y en esa recta final ya se intuyó un cambio de marcha que caracterizaría toda la segunda parte.
Varió el ritmo a la vuelta de los vestuarios, con otro ánimo en la distribución y todas las señas que hicieron único a este equipo. Otro espíritu, espoleado por la angustia de la derrota. No dudaron los americanos en perder metros, amontonarse y defender su ventaja. Debieron pitar penalti de Donovan a Villa, aunque también debió acertar España en alguna de sus múltiples oportunidades.
No fue así porque siempre aparecía una bota americana en el último momento o se pifiaba el remate en el corazón del área. Tampoco ayudó la salida de Fábregas para el ingreso de Cazorla. En el segundo despiste, compartido a medias por Piqué y Ramos, Dempsey puso la sentencia.
Nadie, ni siquiera los americanos, lo podía creer. España estaba fuera de la final. España había perdido por primera vez desde noviembre de 2006. El domingo llega el castigo por el tercer puesto. Pero en verano de 2010 volverá La Roja a Sudáfrica. Y con ganas de revancha.
Fuente: El Mundo
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