A Roma gracias a Iniesta

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Andrés Iniesta celebra el pase a la final gracias a su gol en el minuto 92. (Foto: AFP)

■  Un estrecho margen separó la gloria del Barcelona y el fracaso del Chelsea. La final de Roma era quimera hasta que Iniesta, en el último segundo, rescató al Barça (1-1).

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La voluntad no es suficientemente poderosa. El Barcelona necesitaba, además de su apropiación meritoria de la pelota, paciencia e insistencia a la espera de la fortuna. Iniesta clavó el gol del empate en el tercer minuto de prolongación, tras 92 sin tirar ni una sola vez entre palos. Un derechazo a la escuadra, con todo perdido y con 10 hombres por la expulsión de Abidal 25 minutos antes, desintegró la percepción de derrota del Barcelona.

La suerte había llovido sobre el Chelsea hora y media antes, en forma de volea panorámica de Michael Essien a los nueve minutos. En el primer acceso azul al campo visitante, un balón empujado por Frank Lampard había rebotado en la espalda de Touré, voló aparentemente inofensivo hasta que el ghanés alargó el empeine y sorprendió con el tiro imponente, inimaginable. ¿Zidane Essien?

Desde entonces, el Chelsea se pasó toda la noche en Roma. El mismo Guardiola había abrazado a Hiddink antes del 'iniestazo' en señal de reconocimiento y felicitación. Pero quien jugará por el título contra el Manchester United será el Barcelona, que sigue en las tres competiciones. Un milagro manchego.

El mérito de Valdés

Abidal, entre Valdés y Drogba. (AFP)

Con el golazo tempranero en su caja, el Chelsea alargó al inifinito la vigencia de su método blindado. Su defensa a todo campo regalaba el balón a sus enemigos de camisa amarilla: tócala Messi, tócala Iniesta, tócala Xavi... Ni un hueco para el pase, para Eto'o, para las apariciones de Keita. Ni un tiro entre palos en 45 minutos, ni en los tres de propina antes del intermedio, en en los tres cuartos de hora siguientes... Hasta la aparición del manchego de Fuentealbilla.

La enorme roca azul amenazó con apisonar al Barcelona desde el primer pelotazo, porque fue esa la táctica válida del equipo londinense. La agilidad y la inteligencia de Víctor Valdés impidieron que el cartel de la final de Roma quedara impreso antes de media hora.

Valdés se anticipó a la carrera de Drogba con un despeje apuradísimo. Rezó para que el zurdazo de Lampard desde un ángulo fácil se perdiera lejos del peligro pregonado. Tapó un remate del delantero marfileño, que en la jugada había dejado en evidencia al falso central Touré y al genuino Piqué. Y terminó su intervención al atrapar un lanzamiento raso y traicionero de Lampard, ya con 70 minutos disputados.

Errores arbitrales

Ballack protesta indignado al árbitro. (AP)

El árbitro noruego Tom Henning Ovrebo, que expulsó injustamente a Eric Abidal, decidió en cambio inhibirse de cualquier roce o cualquier mano en área azulgrana, lo que favoreció al Barcelona en un par de ocasiones en las que se barruntó penalti contra el Barça.

En inferioridad permanente del poseedor del balón, el Chelsea despejaba la pelota desde su casa -tantas veces directamente de su portero Cech, el invisible- y de vez en cuando encontraba a Drogba, a Malouda o a Anelka, que nunca le hicieron ascos a defender, a despejar en su área sin contemplaciones cuando lo necesitaron los 'Blues'.

El Barcelona no jugó bien. No le dejó el Chelsea. Las armas blancas se afilaban contra Guardiola por haber colocado a Touré de central, ralentizar el juego combinativo con Busquets y Keita, no oponer nada para abrir espacios a Eto'o, a Iniesta y a Messi... La espada vuelve a la vaina. Y en Roma espera el Manchester United. El último paso, el 27 de este mes, dos semanas después de la final de la Copa del Rey.

Fuente: → El Mundo