El Asno y las Ranas
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■ El asno y las ranas.
Muy cargado de leña un burro viejo,
triste armazón de huesos y pellejo,
pensativo, según lo cabizbajo,
caminaba llevando con trabajo
su débil fuerza la pesada carga.
El paso tardo, la carrera larga;
todo, al fin, contra el mísero se empeña,
el camino, los años y la leña.
Entra en una laguna el desdichado,
queda profundamente empantanado.
Viéndose de aquel modo,
cubierto de agua y lodo,
trocando lo sufrido en impaciente,
contra el destino dijo neciamente
expresiones ajenas de sus canas;
mas las vecinas ranas
al oír sus lamentos y quejidos,
las unas se tapaban los oídos,
las otras, que prudentes lo escuchaban,
reprendíanle así y aconsejaban:
«Aprenda el mal jumento
a tener sufrimiento;
que entre las que habitamos la laguna
ha de encontrar lección muy oportuna.
Por Júpiter estamos condenadas
a vivir sin remedio encenagadas
en agua detenida, lodo espeso,
y a más de todo eso
aquí perpetuamente nos encierra,
sin esperanza de correr la tierra,
cruzar el anchuroso mar profundo,
ni aún saber lo que pasa por el mundo.
Mas llevamos a bien nuestro destino;
y así nos premia Júpiter divino,
repartiendo entre todas cada día
la salud, el sustento y alegría.»
Es de suma importancia
tener en los trabajos tolerancia;
pues la impaciencia en la contraria suerte
es un mal más amargo que la muerte.
Samaniego
Fuente: → Mis recopilaciones
Imagen: → Tebytib
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