En medio de una crisis económica global, los implicados en la lucha contra el sida temen que la situación financiera eche por tierra los progresos realizados. Por eso, insisten en la importancia del 'liderazgo', lema elegido para 2008, y en la necesidad de mantener los compromisos adquiridos para hacer frente al VIH.
Sus temores tienen una base real. Según informan desde la Campaña Mundial del Sida (WAC, según sus siglas en inglés), formada por diversas asociaciones internacionales, "los líderes de todo el mundo ahora son conscientes de la amenaza que supone el virus. En 2007, casi todos los países tenían políticas nacionales centradas en el VIH, pero la mayoría no se están aplicando en su totalidad".
Otros datos que no animan al optimismo son que "sólo el 31% de los países con medianos y bajos ingresos que necesitan fármacos antisida los recibe; el número de individuos infectados crece 2,7 veces más rápido que el de quienes inician la terapia y la tercera parte de los países carecen de medidas legales que protejan a los seropositivos del estigma y la discriminación".
Desde WAC advierten que los jóvenes están bajando la guardia "y no deberían", pues el 45% de las nuevas infecciones el pasado año se registraron en personas de entre 15 y 24 años. Asimismo, las encuestas señalan que sólo el 40% de los varones jóvenes y el 36% de las mujeres de esta edad tienen un conocimiento correcto acerca del VIH.
"El Día Mundial del Sida permanece como el único del calendario en el que todo el mundo presta mucha atención a la enfermedad. Y, aunque no es suficiente, es importante aprovecharlo y recordar que aún nos queda mucho para frenar a un virus que causa unas 8.000 muertes al día", afirma Erik Sawyer, seropositivo, activista y miembro de varias organizaciones.
De la comunicación a la esperanza
En 1988, en plena ebullición de la epidemia de sida, más de 100 ministros de salud reunidos en Londres dieron el visto bueno a la idea de crear un Día Mundial de la enfermedad, que la Organización Mundial de la Salud fijó en el 1 de diciembre. El primer lema elegido fue el de 'comunicación', ya que se enfrentaban al reto de dar a conocer una patología que ni los médicos comprendían bien.
A medida que avanzaban los años y cambiaba el perfil de la epidemia, los días mundiales se centraron en los jóvenes, las mujeres, el compromiso de la comunidad, la familia, los niños, los derechos, la esperanza, el estigma y la discriminación y, en los últimos años, en el liderazgo.
Comienza el activismo
"El final de la década de los 80 supuso una guerra contra el tiempo. La gente con sida tenía que luchar por su vida y, también, por la de sus amigos", explica Eric Sawyer, que es uno de los fundadores de la organización ACT UP New York. "Hacia 1988, siete años después de detectarse el primer caso de sida, la enfermedad estaba causando más muertes en EEUU que las que provocó la Guerra de Vietnam, pero ni los gobiernos, ni la sociedad ni los medios le prestaban la suficiente atención", ha reconocido Sawyer a la Campaña Mundial.
Entonces surgió el activismo. Los propios afectados se pusieron en primera línea para informar de lo que estaba pasando, de la rápida expansión del virus. Sus esfuerzos se vieron recompensados con la creación del Día Mundial. "Necesitábamos una plataforma así para que la gente a todos los niveles pudiera implicarse en la lucha contra el sida, para fomentar el sentimiento de solidaridad, para ser parte de una respuesta global", explican desde WAC. "Fueron los individuos más afectados por el VIH los que más pasión pusieron en este movimiento", reconocen.
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