Portada: 'Quiero ser decapitado y no fusilado'
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inguno de los 202 asesinados en dos discotecas de Bali hace seis años pudo elegir su muerte. Amrozi Nurhashyim, el terrorista que tomó la decisión por ellos, cree que él sí merece ese privilegio.
DECLARACIÓN DE UNO DE LOS AUTORES DE LA MASACRE DE BALI
- Prefieren que se les corte la cabeza, un método que consideran 'más islámico'
- El paraíso puede esperar y los recursos para retrasar la ejecución no dejan de llegar
Amrozi y dos de sus socios en la masacre, Ali Gufron y Imam Samudra, consideran "inhumano" que su sentencia a muerte vaya a ser ejecutada mediante fusilamiento. Prefieren que se les corte la cabeza, un método que consideran "más islámico", según el recurso presentado por sus abogados.
Quienes estamos en contra de la pena de muerte coincidimos con las familias de algunas de las víctimas del atentado que han asegurado que no desean que se aplique ninguno de los dos métodos.
Pero difícilmente se le podría reprochar a Natalie Grezl Juniardi que cuente los días para que los autores del atentado sean fusilados. Su marido, un comerciante de tablas de surf australiano, murió en una de las dos discotecas atacadas cuando ella estaba embarazada de tres meses. "No quiero más retrasos", dice Juniardi sobre los recursos que han demorado la aplicación de la pena capital a los autores confesos del ataque.
Amrozi es conocido como el terrorista sonriente por su falta de remordimiento y las risas con las que respondió al dolor de las familias en el juicio que le condenó en 2003.
Su único lamento, dijo, era no haber matado a más gente. Preguntado recientemente si quería disculparse ante sus víctimas, su respuesta fue que no tenía "que pedir perdón a infieles".
Los tres terroristas de Bali han anunciado en repetidas ocasiones que esperaban con ansia el momento de ser ejecutados para entrar en el paraíso. Ahora que el momento ha llegado -el fiscal indonesio ha anunciado que su ejecución es inminente-, no parecen tan seguros. El paraíso puede esperar y los recursos para retrasar la ejecución no dejan de llegar a los juzgados.
Guerra contra el terrorismo
Más allá de las discrepancias sobre si un terrorista merece o no la pena de muerte, el atentado de Bali y la reacción posterior de las autoridades y el pueblo indonesio suponen una aislada, poco publicitada e importante victoria en la mal llamada guerra internacional contra el terrorismo.
Indonesia, en lugar de equipar su Estado de Derecho al de los terroristas dándoles el placer de pensar que libran contra él una guerra de tú a tú, ha optado por deslegitimar su causa y tratarla como un cuestión criminal.
Jóvenes que habían caído en el Islam militante han sido reformados con ayuda de sus comunidades, logrando confesiones que han ayudado a desarticular nuevas redes. El escaso apoyo al terrorismo, si lo hubo, ha desaparecido, marginando a quienes alguna vez le dieron cobertura moral.
El líder espiritual de Al Qaeda en el país e inspirador de la masacre de Bali, Abu Bakar Bashir, se ha visto obligado a cambiar completamente su discurso e improvisar una teoría según la cual los atentados de Bali fueron obra de la CIA.
Pero en 2002, días después de la masacre de Bali y durante una entrevista con este corresponsal, el propio Bashir se mostraba orgulloso de la acción de sus pupilos y no sentía la necesidad de excusarse. "Los muertos de Palestina van al cielo y los de Bali al infierno", me dijo entonces, antes de ser detenido y encarcelado. No sabemos si Amrozi y sus compinches irán al infierno, pero sin duda no verán ese paraíso que al parecer ya no creen merecer con tanta convicción.
Fusilamiento o decapitación, lo que los 'Tres de Bali' desean es la opción de seguir con vida. Al abogar por darles esa oportunidad, las familias de algunas de las víctimas han marcado con nitidez la línea que separa a los terroristas de sus víctimas, entre quienes encuentran placer en buscar la muerte de inocentes y quienes, habiendo perdido a hijos o maridos, no desean la de los culpables.
Fuente: elmundo.es.
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