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Biografía.- Urraca I de Castilla y León

• BIOGRAFÍAS


Nacida en 1081 en León, era hija de Alfonso VI. Tras la muerte de su hermano y su padre, accedió al trono en 1109. Se casó con Alfonso I, rey de Aragón y Navarra, para consolidar la corona. Tras casi cinco años de relación tortuosa, fue repudiada por su esposo y siguió reinando en solitario..

► Urraca I de Castilla y León, una brava e independiente reina medieval.

Fue la primera mujer que reinó sola en Castilla y León. Fogosa, valiente e indómita, protagonizó una tumultuosa relación sentimental con su segundo esposo, el rey Alfonso I de Aragón y Navarra, mientras mantenía a toda costa su empeño por ser una soberana libre y despojada de cualquier yugo masculino. Hija del rey Alfonso VI de Castilla y León y de su tercera esposa, Constanza de Borgoña, la pequeña Urraca pasó sus primeros años en Monzón de Campos (Palencia), bajo la estricta tutela de su ayo, el conde Pero Ansúrez. Sin embargo, apenas pudo disfrutar de la infancia, dado que a los seis años fue prometida en matrimonio al conde francés Raimundo de Borgoña –pariente de su progenitora–, con el que se casó en 1091 sin que supiera entonces lo que el destino le reservaba.

La dote que la princesa castellana recibió de sus padres fue, sin duda, espléndida, pues entre otros regalos figuraban los títulos de condesa de Galicia y Portugal. En aquel tiempo, Alfonso VI se empleaba en diversos frentes para estabilizar su debilitado reino. Uno de ellos era engendrar un varón que le sucediese en el trono, asunto que se concretó con el nacimiento de Sancho, fruto de la relación con su favorita, la mora Zayda. Por su parte, Urraca permanecía ajena a las cuestiones dinásticas, generando su propia prole. Primero, Sancha, en ??02, y Alfonso Raimúndez dos años después. En ??07 la condesa de Galicia quedó viuda por la muerte de su esposo víctima de la disentería. Desde entonces, los acontecimientos se precipitaron en un reino sumido en guerras intestinas con nobles desafectos y fronterizas con vecinos tan poderosos como los aragoneses o los propios musulmanes. Precisamente, el infante Sancho murió combatiendo a los ismaelitas en la batalla de Uclés, ocurrida en ??08, y meses más tarde Alfonso VI hacía lo propio en Toledo superado por la enfermedad. No obstante, en las semanas previas a su óbito, el rey delegó en su hija, Urraca, la facultad de reinar en Castilla y León. Con casi 28 años, asumió la responsabilidad a sabiendas de que el reto no sería fácil. Por eso, a efectos de consolidar su corona, aceptó desposarse con Alfonso I «el Batallador», rey de Aragón y Navarra y hombre curtido en las artes de la guerra y de la política, pero no en las del amor.

Se inició así una de las relaciones sentimentales regias más tortuosas de la Historia, en la que ambos cónyuges pugnaron por imponer su voluntad en un matrimonio llamado a fracasar por las contundentes personalidades que se enfrentaban en dicha unión. Ni siquiera la Santa Sede vio con buenos ojos esta controvertida relación, y el sumo pontífice Pascual II mantuvo permanente su amenaza de disolución matrimonial al ser los contrayentes parientes en grado directo. Lo cierto es que, durante los casi cinco años que duró el matrimonio, doña Urraca y su esposo protagonizaron encendidas discusiones que acabaron en episodios de malos tratos, encierros y reconciliaciones ardorosas ante la perplejidad de sus súbditos, los cuales no tenían claro qué facción debían defender en cada momento de la perenne riña conyugal. En Galicia, la mayor parte de la nobleza se decantó por escudar las posiciones de Alfonso Raimúndez, hijo de doña Urraca y ungido rey de Galicia, aún en minoría de edad. En ???4 ocurrió lo inevitable, y Alfonso I repudió a su esposa. Ésta, aliviada por el hecho, reinó en solitario sin querer desposarse por tercera vez, aunque sostuvo diversos romances con nobles de su corte. En ???6 la reina Urraca se encontraba en Santiago de Compostela cuando fuertes disensiones populares desataron una revuelta que acabó con la soberana lanzada a un barrizal de la ciudad, donde quedó desnuda, humillada y cubierta de golpes, incluso una certera piedra impactó en su rostro, saltándole varias muelas y dientes. A pesar de todo, esta rotunda fémina logró sobreponerse para reconducir la situación y, tras pactar con los conjurados gallegos, volvió a su trono, para desde él impartir justicia mientras contemplaba cómo su hijo Alfonso asumía cada vez más funciones de gobierno. El 8 de marzo de 1126 Urraca I falleció en la ciudad de Saldaña (Palencia) después de, según parece, haber dado a luz a su tercer hijo, cuyo padre era el conde don Pedro González de Lara, último amante oficial de la monarca. Por expreso deseo suyo, fue enterrada en el monasterio de San Isidro, en León. La sucedió su hijo Alfonso VII, proclamado rey emperador de Hispania.

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