¿Es auténtico el busto de Nefertiti?
■ Tan bella y tan magnética, a Nefertiti no dejan de molestarla. Después de que unos radiólogos alemanes descubrieran hace poco que su rostro no eran tan perfecto ni su nariz tan elegante como se pensaba, un historiador dice ahora que el busto, la pieza estrella del Museo Egipcio de Berlín, de 3.400 años de antigüedad, ni siquiera es auténtico y tiene menos de cien años. El museo niega la mayor y dice que es muy fácil demostrar la autenticidad de la pieza.
El director del museo, Dietrich Wildung, ha calificado al historiador en cuestión, llamado Henrie Stierlin, como «un excelente fotógrafo y divulgador de la ciencia», pero ha asegurado que sus afirmaciones sobre Nefertiti se refutan de manera sencilla. Según ha explicado, el proceso de creación de la esfinge ha quedado demostrado con tomografías computarizadas y análisis del material.
En cambio, Stierlin ha afirmado que el busto fue un «experimento» hecho por el equipo alemán que excavaba en Egipto en 1912, y que, por tanto, tiene menos de 100 años.
El experto, que ha publicado unas 80 obras sobre historia del arte y arqueología, ha señalado que «no es honesto exhibir ese objeto cuando se sabe que no es auténtico». Su libro «Le Buste de Nùfertiti. Une imposture de l'Ùgyptologie? (El busto de Nefertiti: ¿una impostura de la egiptología?» fue publicado en 2008 en Suiza. El autor asegura que la existencia del busto se debe a una desgraciada casualidad. Durante una visita a las excavaciones, la figura llamó la atención de miembros de la familia real sajona, que la fotografiaron. Y los arqueólogos no se atrevieron a aclarar luego que no se trataba de una obra auténtica para no dejar mal paradas a sus majestades.
El entonces director de las excavaciones, Ludwig Borchardt, quería experimentar al parecer con pigmentos y por eso realizó la obra. Más tarde se negó siempre a documentar su prestigioso hallazgo y su publicación científica en 1924 es «una caricatura», afirma Stierlin. El autor añade que Wildung se negó a publicar su libro, para el que trabajó durante 25 años. Incluso viajaron dos expertos desde Alemania para convencerlo de que abandonara sus estudios. «Los berlineses saben que tengo razón».
Fuente: → ABC
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