◄ ¡ Hola ¡ Saludos desde MÉRIDA (España). Ciudad romana y Monumental. Si puede, no deje de visitarla. │◄ Hello! Greetings from MERIDA (Spain) Roman and Monumental City. If it can, it does not let visit it │◄ Bonjour ! Salutations de la ville romaine et monumentale de MÉRIDA (Espagne). Si elle peut, elle ne laisse pas la visite il. │◄ Hallo! Grüße MÉRIDA (Spanien) von der römischen und hervorragenden Stadt. Wenn sie kann, läßt sie nicht Besuch es. │◄ Ciao! Saluti dalla città romana e Monumental de MERIDA (Spagna). Se può, non lascia la chiamata esso. │◄ Hello! Cumprimentos da cidade Roman e Monumental de MERIDA (Spain). Se puder, não deixa a visita ele.

Rusia; su armamento secreto

♦            Sección:   CONSTRUCCIONES            ♦

 
Planta de gas en Siberia, región de donde procede la mayor parte de la producción de Gazprom.

glowtxt.com image


A

ntes eran los misiles y los submarinos; ahora, los gasoductos. Un arma muy persuasiva para una Europa energéticamente dependiente. Muchos analistas la consideran la punta de lanza de una nueva guerra fría. Viajamos a Novyi Urengoi, en el corazón de Siberia, para conocer de cerca el imperio energético que hace temblar a los políticos europeos.

Comer sushi y beber vino de Rioja no es lo que uno se espera en la ciudad siberiana de Novyi Urengoi, pisando los 66º de latitud norte, casi en el Círculo Polar, pero es el menú con el que se agasaja a los empleados de Gazprom en el centro de recuperación, unas instalaciones diseñadas para dar descanso a los obreros de los gasoductos y evitar que se quemen, abrumados por las penosísimas condiciones meteorológicas. «Imagínese los turnos a la intemperie, en pleno invierno, sin ver la luz del Sol durante meses. Los compresores y motores diésel deben estar encendidos las 24 horas o se congelan. Los pastores de renos indígenas llamaban a Urengoi `lugar olvidado de Dios´. Y créame que no es ninguna broma. La única forma de que la gente no pierda la cabeza es ayudarla a desconectar. Los pabellones deportivos están equipados a la última. Se les pagan vacaciones en España. Reciben tratamientos de musicoterapia, aromaterapia, lámparas medicinales para compensar la falta de luz, cócteles de oxígeno para reanimarlos… ¡Incluso irrigaciones de colon! Hay que limpiar los intestinos. Un apretón al aire libre en mitad de una ventisca ártica es como defecar una estalactita. Ojo, son tipos que no se arrugan. Sus padres vivieron en contenedores para construir esta ciudad en los años 60, fundada sobre una inmensa bolsa de gas natural en mitad de la nada. Sus hijos sólo tienen permiso para saltarse las clases cuando la temperatura es inferior a 40 grados bajo cero. Únicamente entonces cierran las escuelas. El trabajo es duro, pero aquí todo el mundo trabaja en Gazprom. Y están orgullosos. Y si usted pregunta en cualquier lugar de Rusia, le dirán que tener un enchufe para entrar en Gazprom es asegurarte tu futuro y el de tu familia», explica Guennadi Kutnesov, operario de logística en Urengoigazprom. Desde allí parten tuberías que llegan a Alemania, Holanda e Italia.

Una tiradita de 4.000 kilómetros. Desde allí se bombea el combustible que calienta a media Europa. O que la puede dejar helada si se cerrase el grifo. «Ya se lo cerramos a Ucrania una vez, pero es que nos pinchaban las tuberías y nos robaban el gas.»
Cualquier intento, en cualquier época, de comprender lo que pasa en Rusia suele ser frustrante. Es un país tan desmesurado que el poeta Vladímir Voinóvich escribió, fatalista: «Algo se ha aclarado, pero sigue habiendo algo que aún permanece oscuro».

Hoy por hoy, una de las pocas formas de intuir lo que se cuece en el Kremlin empieza por entender al `gran mamut´: Gazprom. Si la extinta Unión Soviética hacía desfilar sus misiles como quien enseña sus bíceps, la nueva Rusia imperial y desafiante presume de gasoductos como si afilase sus garras. El oso ha despertado después de un largo sueño de casi 20 años, desde que la URSS implosionó dejando un reguero de repúblicas fracturadas. El primer zarpazo se lo ha llevado Georgia. No será el último.

El arma secreta de Vladimir Putin se llama Gazprom. E intimida más que los tanques o los dos batallones de guerrilleros chechenos en las filas del Ejército Rojo.

Asomarse a Gazprom no es tarea fácil. El monopolio del gas ruso es un estado dentro del Estado. Es la mayor empresa gasística del mundo, la tercera mundial en producción de energía, sólo por detrás de E.ON y Suez. También es la tercera mundial de las que cotizan en Bolsa, a tiro de piedra de ExxonMobil y General Electric.

Gazprom produce más de medio millón de metros cúbicos de gas, de los que exporta a la Unión Europea 160.000 millones. Controla el 15 por ciento de las reservas mundiales. El 60 por ciento del gas natural consumido en Austria es ruso; el 35 por ciento, en Alemania y el 20 por ciento, en Francia. Finlandia y los países bálticos están enteramente a merced del gigante. Su producción combinada, sumados gas y petróleo, es mayor que la de Arabia Saudí. La compañía vale 260.000 millones de dólares. Tiene 175 subsidiarias, que se dedican a todo tipo de negocios, desde la agricultura hasta la aviación. Es el mayor propietario de suelo en Rusia. Y eso son palabras mayores en el país más extenso del mundo. Además, es la principal fuente de ingresos de la Hacienda rusa. Paga 14.000 millones de euros en impuestos, el equivalente a un 20 por ciento del PIB. Curiosamente, también es el máximo defraudador. Unos 3.000 millones han volado a paraísos fiscales como a las islas Caimán.

Gazprom tiene en nómina a 415.000 empleados. Se los trata a la antigua usanza soviética. La corporación dispone de sanatorios gratuitos para su plantilla y balnearios en el mar Negro. El 70 por ciento de la población rusa vive con 300 euros al mes. Un técnico cualificado de Gazprom puede ganar 3.000. «En Urengoi tenemos 14 guarderías, construidas por Gazprom, que paga el 95 por ciento de los gastos. Los padres sólo abonamos tres euros al mes. Compramos la comida en los economatos de la empresa, a precios simbólicos. Es una compañía seria y disciplinada. No hay huelgas», dice Kutnesov.

La élite de Gazprom se comporta con una prepotencia muy poco diplomática. El presidente ejecutivo, Alexei Miller, es famoso por su falta de tacto. A sus socios y clientes europeos los ha amenazado con vender el gas ruso a China, si no están contentos con sus condiciones. Miller también pregonó hace unas semanas, cuando el precio del petróleo rondaba los 140 dólares, que nadie se rasgase las vestiduras porque ellos trabajaban con la previsión de que el barril superaría los 250 dólares. Los usos y las costumbres de la dirección son tan herméticos como los del Kremlin. De hecho, el gran vivero del Gobierno ruso es Gazprom. La simbiosis entre Gobierno y oligopolio es total. Dmitri Medvédev, presidente marioneta de Rusia al servicio de Putin, fue presidente de Gazprom. Y Putin ha colocado en el timón de la compañía a sus camaradas de los tiempos en la Alcaldía de San Petersburgo. Y a espías de su época en el KGB, como Sergei Ushakov, responsable de seguridad. En ocasiones, los conflictos se dirimen a tiros. Igor Khorshunov fue ametrallado. Era veterano de la guerra de Afganistán y se le había encargado acabar con la influencia de las mafias en la corporación.

El negocio va viento en popa. Gazprom tiene su propio holding mediático y ha comprado la cadena privada de televisión más importante de Rusia. Los barones del gas han irrumpido en la lista Forbes. El campeón de ajedrez y activista político Gary Kasparov se queja: «Rusia tiene a los burócratas más ricos del mundo». El Gobierno utiliza dos métodos para quitar a la competencia de Gazprom del medio. Si tienen un precio, paga, como hizo con el magnate Abramovich, presidente del Chelsea. Si no, los mete en la cárcel, como sucedió con Mijail Jodorkovsky, que acabó en una prisión de Siberia acusado de fraude fiscal. Putin recurre, asimismo, a una agresiva política de fichajes. Tiene en nómina nada menos que al ex canciller alemán Gerhard Schroeder. Y es que el seis por ciento de la compañía está en manos germanas. Y Alemania es su principal cliente. También hay unos cuantos ex agentes secretos de la Stasi en puestos clave.

Gazprom está envalentonada. Su eslogan: «los sueños se hacen realidad». Quiere lanzar una OPEP del gas, como la que agrupa a los países productores de petróleo. Irán apoya la idea; Argelia, no. Y Europa se echa a temblar. Se supone que si Gazprom va bien, Rusia va bien. Pero hay que matizar. Quiere subirles la factura del gas a los consumidores rusos un 25 por ciento. Si lo consigue, los dividendos la encumbrarán como la primera empresa del planeta. También condenará a muchos rusos a morir de frío.

Otra paradoja eslava: la compañía controla las mayores reservas de gas del mundo, pero en miles de aldeas los habitantes se siguen calentando con estufas de leña. En los años 90 encarnó el arquetipo de compañía soviética inmune a las reformas. Se destinan muy pocos fondos para inversiones básicas y se aplazan año tras año.

Gazprom fue un ministerio y nunca estuvo en manos de inversores extranjeros, como sucedió con la mayoría de las empresas públicas que fueron privatizadas en la época de Yeltsin. Su prestigio entre los rusos está intacto. Y ahora quiere proyectarlo fuera del país. Patrocina al Zenit de San Petersburgo, un equipo de fútbol del montón que gracias a la inyección de rublos le ha birlado la Supercopa al todopoderoso Manchester. Estuvo a punto de patrocinar al Real Madrid y ha salvado de la ruina al equipo alemán Schalke. Además, proyecta la construcción en San Petersburgo de un rascacielos que será la sede de la compañía y costará 1.800 millones de euros. Arquitectos tan prestigiosos como Norman Foster se retiraron del jurado por las presiones.

Para algunos analistas se avecina una dictadura del gas impulsada por Putin y con Gazprom como punta de lanza. Así lo ve Edward Lucas, corresponsal de The Economist. «Gazprom no es una empresa cualquiera, es un arma económica de un Estado poderoso con un interés manifiesto en enfrentarse a Occidente», advierte. El primer asalto fue en Ucrania. Rusia cortó el suministro alegando que se le debían 1.200 millones de euros. Sólo fueron unos días, pero bastaron para poner los pelos de punta a los políticos europeos. Putin tomó nota. El segundo asalto ha sido la miniguerra en Georgia y Osetia del Sur. Conviene hacer una lectura en clave geoestratégica de lo que se dirime a cañonazo limpio. La UE depende en gran medida del gas ruso. Esto le preocupa desde la crisis entre Rusia y Ucrania (el principal gasoducto, la gran femoral, es la tubería que conecta Siberia con el centro de Europa pasando por suelo ucranio, la que los rusos cerraron en un arranque de mal genio). Lo que entonces fue preocupación, ahora es angustia con el conflicto georgiano.

En realidad, hablar de la Unión Europea como una organización cohesionada es mucho hablar. Cada país intenta apañarse a su manera. Los alemanes proyectan con los rusos un ramal por el Báltico. Los italianos hacen lo propio por el sur… El único proyecto audaz y genuinamente europeo era el gasoducto Nabucco, pero Gazprom lo ha desactivado asociándose con Turkmenistán. Además, negocia con Marruecos y Libia para establecer una cabeza de puente en el Magreb. Ya tiene engatusada a Nigeria (suministrador de España) y ha puesto sus ojos en Latinoamérica. Putin también ha reactivado las relaciones con Cuba, lo que inquieta a Estados Unidos (aliado de Georgia).

Pero el negocio es el negocio. Y Gazprom pretende montar una cadena de estaciones de servicio de gas natural para abastecer a los automovilistas europeos que quieran un combustible más barato. En este laberinto de intereses, Gazprom es palo o zanahoria, dependiendo de si Putin quiere castigar o premiar a sus vecinos. O como resume Kutnesov: «Los occidentales se reían de Yelsin y sus borracheras. Era un bufón. Putin se va de vacaciones en plena guerra con Georgia y caza un tigre siberiano para salvar a unos periodistas. Puede que fuese un montaje, pero qué importa. Hemos recuperado nuestro orgullo. En los colegios ya no es tabú hablar bien sobre Lenin y Stalin. Rusia ha vuelto».

 Fuente: xlsemanal.es│ Carlos Manuel Sánchez

Compartir

0 comentarios: