Rusia; su armamento secreto
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A ntes eran los misiles y los submarinos; ahora, los gasoductos. Un arma muy persuasiva para una Europa energéticamente dependiente. Muchos analistas la consideran la punta de lanza de una nueva guerra fría. Viajamos a Novyi Urengoi, en el corazón de Siberia, para conocer de cerca el imperio energético que hace temblar a los políticos europeos.
Comer sushi y beber vino de Rioja no es lo que uno se espera en la ciudad siberiana de Novyi Urengoi, pisando los 66º de latitud norte, casi en el Círculo Polar, pero es el menú con el que se agasaja a los empleados de Gazprom en el centro de recuperación, unas instalaciones diseñadas para dar descanso a los obreros de los gasoductos y evitar que se quemen, abrumados por las penosísimas condiciones meteorológicas. «Imagínese los turnos a la intemperie, en pleno invierno, sin ver la luz del Sol durante meses. Los compresores y motores diésel deben estar encendidos las 24 horas o se congelan. Los pastores de renos indígenas llamaban a Urengoi `lugar olvidado de Dios´. Y créame que no es ninguna broma. La única forma de que la gente no pierda la cabeza es ayudarla a desconectar. Los pabellones deportivos están equipados a la última. Se les pagan vacaciones en España. Reciben tratamientos de musicoterapia, aromaterapia, lámparas medicinales para compensar la falta de luz, cócteles de oxígeno para reanimarlos… ¡Incluso irrigaciones de colon! Hay que limpiar los intestinos. Un apretón al aire libre en mitad de una ventisca ártica es como defecar una estalactita. Ojo, son tipos que no se arrugan. Sus padres vivieron en contenedores para construir esta ciudad en los años 60, fundada sobre una inmensa bolsa de gas natural en mitad de la nada. Sus hijos sólo tienen permiso para saltarse las clases cuando la temperatura es inferior a 40 grados bajo cero. Únicamente entonces cierran las escuelas. El trabajo es duro, pero aquí todo el mundo trabaja en Gazprom. Y están orgullosos. Y si usted pregunta en cualquier lugar de Rusia, le dirán que tener un enchufe para entrar en Gazprom es asegurarte tu futuro y el de tu familia», explica Guennadi Kutnesov, operario de logística en Urengoigazprom. Desde allí parten tuberías que llegan a Alemania, Holanda e Italia.
Fuente: xlsemanal.es│ Carlos Manuel Sánchez
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