Arte: La Marquesa vuelve a casa
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MUSEO DEL PRADO
El autor Francisco de Goya (1746-1828)
Con su arte goyesco, en el que tiene cabida la pintura, el grabado y el dibujo, Francisco de Goya y Lucientes desarrolló un estilo que da comienzo en el romanticismo y se considera precursor de las vanguardias pictóricas del siglo XX. La obra que ocupa esta doble página fue pintada en el año 1805, una época demasiado difícil para él; había sufrido duros golpes del destino al haber perdido a la duquesa de Alba y a su queridísimo amigo Zapater. No obstante, ese mismo año se casó su hijo Javier y todo cambió. En la boda de éste, Goya conoce a la que fue su amante de los últimos años, Leocadia Zorrilla de Weiss. Con ella vivió en la Quinta del Sordo junto con dos de sus hijos. Murió en Burdeos, donde vivió sus últimos cuatro años, en 1828, a los 82 años.
1. La historia: sacada ilegalmente de España
Pintado en 1805, fue de los bilbaínos Fernández Valdés hasta que, a principios de los años 80, su colección fue disuelta y el cuadro vendido a un comprador anónimo. Sacada ilegalmente de España, comenzaría entonces un largo periplo que culminó cuando un noble inglés la subastó en Christie´s en 1986. Tras 18 meses de negociación, el Ministerio de Cultura recuperó la obra para el Museo del Prado. Ahora emprende su ‘penúltimo viaje’; su retorno a Bilbao también es temporal.
2. La protagonista: una amante de la poesía y la música
Joaquina Téllez-Girón y Pimentel –segunda hija de los duques de Osuna– es retratada por el gran amigo de la familia. Tiene 21 años, está casada con el marqués de Santa Cruz –primer director del Museo del Prado– y su belleza es tan célebre como su intelecto; relacionada con poetas y literatos, participa en todas las tertulias de la época y Goya dejó constancia de su pasión por la poesía representándola junto a una lira-guitarra, muy común en el siglo XVIII.
3. La lira-guitarra: ¿una cruz gamada?
El origen de este precioso y sutil instrumento fue atribuido por los griegos a Hermes y a la musa Polimnia. Sujeto por las delicadas manos de la joven y bella marquesa de Santa Cruz, esta lira provocó una fuerte polémica. La roseta, en forma de cruz redondeada, se interpretó como una cruz gamada, motivo por el cual Franco quiso adquirir la pintura para regalársela a Adolf Hitler con motivo del futuro Museo Nazi en la ciudad austriaca
de Linz.
4. Un mechón de pelo: la prueba de autenticidad
El rostro de la joven está decorado con una corona de pámpanos y racimos. No mira al espectador, parece ausente. Su pelo se confunde con el fondo negro… salvo por un mechón que cae sobre su pecho; el mismo que permitió la autentificación de la obra un siglo y medio después de ser pintada, ya que existe otro retrato de la marquesa en el County Museum de Los Ángeles –pero sin mechón– que fue considerado como falso y luego subastado como auténtico.
5. La composición: puesta en escena
La obra se compone de dos telas, por lo que se aprecia una costura vertical en el centro del cuadro que une ambas partes. La puesta en escena de la dama parece del todo teatral. No hay naturalidad. El cuerpo, tumbado sobre un diván, aparece en una postura rígida e incómoda en la que el tronco, ligeramente inclinado hacia delante, hace que parezca dispuesta a incorporarse e irse. Se trata de un motivo –el de mujeres posando tumbadas– que ha perdurado hasta hoy.
6. La técnica pictórica: sensualidad y erotismo
Gracias a las texturas de las gasas del vestido, Goya consigue crear una escena de gran sensualidad y erotismo. Para ello utiliza pinceladas pastosas que resaltan una mayor iluminación tanto en la zona del muslo derecho como en la corona de hojas de pámpanos y racimos. Como contraste sirven los trazos cortos y sutiles del rostro y la mano derecha. En el canapé rojo, sin embargo, no se ven las formas hundidas que deja un cuerpo, gracias a un óleo usado como acuarela.
Suzana Mihalic
Fuente: xlsemanal
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Publicado por Fali A las: 6:23
Etiquetas: Cultura y Formación
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