Grace Kelly
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G Vivió muchas vidas distintas: la de una hija de millonario en Filadelfia, la de una estrella de Hollywood que coleccionó amantes y la de una princesa de cuento en la Costa Azul. Gary Cooper, Frank Sinatra, Bing Crosby, Tony Curtis o Marlon Brando pasaron por su alcoba antes de convertise en Gracia de Mónaco. Pero casarse con Rainiero no trajo la fidelidad. Mantuvo un romance con David Niven hasta el final de sus días. La biografía de Wendy Leigh, autora de «la verdadera GRACE. la vida y los tiempos de una princesa americana», descubre episodios de la azarosa vida de Grace Kelly que empañan su imagen angelical.
BIOGRAFIAS NO AUTORIZADAS
Cuando su padre la separó de Harper Davis, su venganza fue teatral. Trató de seducir a un gánster muchos años mayor. Paul Skinny D’Amato era la vitrina legal del Club 500 de Atlantic City, que servía de tapadera al jefe de la mafia Marco Reginelli. El Club 500 era el epicentro de todos los vicios de la costa Este, meca de mafiosos y traficantes de alcohol. Hombre de mundo, elegante y seductor, Skinny había sido condenado por proxenetismo y en su club recalaban Jerry Lewis, Dean Martin, Sammy Davis Junior, Nat King Cole y Frank Sinatra. Jack Kelly, el padre de Grace, tenía siempre mesa reservada. Grace perseguía a Skinny por todo el club y el hombre tenía que esconderse hasta que la adolescente se marchaba. Skinny era bello, casado e inaccesible. Sería la última vez que aquella precoz Diana cazadora volviera a casa sin la pieza cobrada.
Grace sonríe junto a su esposo, Rainiero de Mónaco, en el Principado en 1960.
Una de sus primeras conquistas fue del todo involuntaria. En el verano de1953, pocas semanas antes de casarse con Jacqueline Bouvier, John Kennedy tuvo una aventura en Francia con la aristócrata sueca Gunilla von Post. En el Hotel du Cap, en Antibes, John confesó a su amante: «Esta noche me he enamorado de ti. Sólo me había pasado una vez. Fue hace cinco años, cuando me enamoré de Grace Kelly». Cuando Jackie Kennedy conoció esa aventura de su marido, incubó una antipatía por su rival que le duró toda la vida. El 3 de diciembre de1963, Grace tomó un avión para Washington y lloró sobre la tumba del presidente. Luego, con los brazos cargados de juguetes para John Jr. y Carolina, se dirigió a la Casa Blanca para dar el pésame a Jackie. La viuda se negó a recibirla. Se reencontraron tres años después en la feria de Sevilla. Los buenos oficios del entonces alcalde, Félix Moreno de la Cova, no consiguieron distender la situación, que explotó en el Marbella Club cuando Jackie ridiculizó a Grace con una chusca imitación de su papel en La ventana indiscreta (?954).
Alta traición. Cuando Grace sedujo a Kennedy, tenía17 años y llevaba un año instalada en Nueva York para estudiar Arte Dramático. Antes de salir de Filadelfia, había perdido la virginidad. Llovía a cántaros, buscó cobijo en casa de una amiga y el marido de ella le dijo que no llegaría hasta media tarde. Empezaron a hablar y las palabras balizaron el camino a la cama.
En “Mogambo” (1959), con Clark Gable y Ava Gardner.
Su profesor de Arte Dramático en Nueva York fue Don Richardson. Él la invitó a su casa, fue a la cocina a preparar café y cuando volvió ella estaba completamente desnuda. Orgullosa de su cuerpo, le encantaba desnudarse ante un hombre que acababa de conocer un cuarto de hora antes. No era, desde luego, lo habitual porque aún no había llegado la revolución sexual. Don diría después: «Parecía un tanque del general Patton: fría como el acero». Cuando su madre supo que salía con Don, un hombre casado, se lo contó a su hijo Kell, que se presentó con tres amigos atletas en casa del amante. Debieron de ser bastante persuasivos, porque aquellos brutos acabaron con el romance de Grace, que experimentaba predilección por los hombres casados que le doblaban la edad. Freud tendría algo que decir sobre esa querencia. También Manie Sacks era lo bastante viejo para ser su padre. Lo conoció en una boda y esa misma noche se arrojó en sus brazos añosos.
Su primer papel en Broadway cosechó buenas críticas, pero fue un fracaso de público: pasó dos años sin trabajo. Se consoló con una breve relación con el playboy Aly Khan, que aún no se había casado con Rita Hayworth. Era un tipo seductor y un amante virtuoso porque, según Wendy Leigh «practicaba la técnica del imsak, que consiste en prolongar el abrazo durante horas».
Durante tres años, y a la espera de tiempos mejores, apareció en 50 folletines de televisión. Medía1,73 m y pesaba 57 kilos. Por eso y por su piel traslúcida, sus ojos azules y su pelo rubio, era el modelo ideal del sha de Persia. Se encontraron en el Hotel Astoria de Nueva York en1949. El sha tenía 30 años y estaba en visita oficial. Los vieron juntos en el Morocco y el Stork Club. Muhammad Reza Pahlevi no escondió a su nueva amante; al contrario, la invitó con gran pompa a la ópera. Estaba loco de amor y se lo hizo saber de la única forma que sabía, con tres joyas de Van Cleef & Arpels: una jaula de oro con un pájaro de diamantes y zafiros, una minaudière de oro adornada con 32 diamantes, y un brazalete de perlas y diamantes. Aún así, Grace rechazó su oferta de convertirse en emperatriz de Persia. Seis años después, regaló las joyas del sha a sus damas de honor.
«Sola» ante el peligro. Sus comienzos en Hollywood pasaron inadvertidos. Catorce horas, su primera película, le sirvió sin embargo para obtener al año siguiente el papel femenino de Solo ante el peligro (?952). Ella tenía 22 años y con su barniz aristocrático, su fotogenia y su talento no defraudó a la afición. Durante las cuatros semanas de rodaje le dio a tiempo a seducir no sólo a Gary Cooper, que tenía 28 años más que ella, sino también al director austriaco Fred Zinnemann, 20 años mayor. Su devoción por su actriz le llevó a incluir en el montaje final un número infrecuente de primeros planos de Grace, lo que provocó la cólera de la otra protagonista, Katy Jurado. Cooper vivía desde hacía cinco años con Patricia Neal, por quien había abandonando a su mujer. Corroído por la culpa y para quitarse de en medio a Grace, Gary Cooper le presentó al escritor Robert Slatzer, quien confesaría que «era fácil ir a la cama con ella. En el aspecto sexual era muy franca».
Al volante al lado de Sinatra.
Su fotogenia coruscante era para ser filmada en colores. Por eso le ofrecieron el papel de Linda Nordley en Mogambo (?953). Había tres cosas que le interesaban en esa película: John Ford, Clark Gable y un viaje a África. Estudió suajili antes de partir para tres meses de rodaje en la selva de Kenia, Tanganica y Uganda. Allí se encontró con Frank Sinatra que, con la esperanza de salvar su tormentoso matrimonio, había acompañado a su mujer, Ava Gardner. Grace pronto se dio cuenta de que seducir a Gable iba a ser más difícil de lo imaginado. Salvo Skinny D’Amato, ningún hombre se había resistido a su encanto. Pero Gable, viudo de Carole Lombard, que había muerto en un accidente de avión, prefería el desenfado canalla de la Gardner. Fue un rodaje tórrido: Gable tratando de seducir a Ava; Ava liada con el asesor de caza mayor Bunny Allen; Grace de los nervios por la indiferencia que suscitaba en Gable y Donald Sinden, segundo actor, abatido en la desesperanza por no lograr los favores de Grace. Fueron tres meses en las hostiles condiciones de la selva, marcados por las tensiones y la pasión.
Cuando Gable se rindió a la evidencia de su fracaso, decidió consolarse con Grace. Pero de vuelta a Londres para rodar los interiores, dejó claro que aquello no era África y que lo que nació en la jungla tenía que morir en el asfalto. La dejó tirada como una colilla. Loca de amor, se vino abajo porque, aunque no estaba dotada para la fidelidad, creía en el amor y se enamoraba fácilmente. Así había sido siempre y así seguiría siendo el resto de su vida. Cuando se estrenó Mogambo, la revista Time escribió: «La belleza rubia de Grace Kelly permanece intacta a pesar de las idioteces que le hacen decir». También Newsweek elogió la belleza patricia que tanto conmovía a Hitchcock.
Se casó con Rainero de Mónaco en 1956 en la Iglesia del Principado Monagesco.
Esotérica. Adoraba consultar las estrellas, se entretenía jugando a la astrología y se sentía atraída por los videntes y el espiritismo. Las cartas anunciaban nuevos romances con otros hombres casados. Primero flirteó con James Stewart, unido a Gloria desde hacía cinco años y con reputación de marido fiel. Durante el rodaje de La ventana indiscreta (?954), Gloria no dejó a su marido ni a sol ni a sombra y obtuvo su premio: James le fue fiel. No como William Holden, también casado y con quien coincidió en el rodaje de Los puentes de Toko-Ri. Grace había prometido no volver a saltar la valla que protege la propiedad privada, pero acaso las piezas cobradas en los rodajes no contaban. Grace se enamoró perdidamente de Holden que, aunque algo borracho, era un tipo seductor. El actor tuvo que lamentar que ella se tomara la relación tan en serio.
Durante el rodaje de La angustia de vivir, la mujer de Bing Crosby estaba en fase terminal de cáncer, pero Bing mantenía otra relación con una texana y fijó fecha para la boda: el10 de septiembre de1954.1nesperadamente, tres días antes Bing confesó a su prometida que no podía casarse porque estaba liado con Grace.
Estaba orgulloso de su conquista, que era 26 años más joven que él. Torturado por el arrepentimiento, cambió de opinión, se disculpó ante su prometida y pidió de nuevo su mano. Grace se consoló con Tony Curtis, que estaba desposado con Janet Leigh. «Nuestra historia de amor no podía llegar lejos porque ella pescaba peces más gordos que yo», confesó el actor.
Más gordo era Oleg Cassini, nieto del embajador del zar de Rusia en Estados Unidos e hijo de una condesa. Refinado y exquisito, tenía una gracia continental que le había permitido casarse con Gene Tierney. Tras un mes de noviazgo, Oleg y Grace se prometieron. Tenían prisa porque ella estaba embarazada, pero en el último momento decidió abortar y la estela de Cassini se difuminó en la Costa Azul como otras tantas huellas de su pasado convulso. A Grace le gustaba la Costa Azul, le gustaba Francia y todo lo que Francia tiene de pasión ilustrada y de1lustración apasionada.
Maleficio regio. 1nvitada de honor al festival de Cannes de1955, la revista Paris-Match propuso un encuentro entre Rainiero y Grace. Ya tenían el titular: «El príncipe encantador y la reina de la pantalla». Grace preparó el encuentro leyendo sobre el pasado tormentoso y romántico de los Grimaldi que comenzó cuando, en1297, piratas italianos comandados por Francesco Grimaldi se disfrazaron de monjes e invadieron la fortaleza. Así, entre la sangre y el engaño, nació la dinastía monegasca. El príncipe Rainiero1, un hombre cruel y sin piedad que reinó en el siglo XVIII, secuestró a una doncella escandinava, la violó y la abandonó. En lugar de morir de vergüenza, la bella virgen se metamorfoseó en bruja y lanzó un terrible sortilegio a su burlador y a todos su descendientes: «Ningún Grimaldi será feliz en su matrimonio». El maleficio urdió el destino inconsolable de la estirpe. Cuando Grace fue presentada a Rainier Louis Henri Maxence Bertrand Grimaldi, el príncipe, para demostrar su valor acarició un tigre de su zoo. Esa misma noche Grace durmió con su antiguo amante, el actor francés Jean-Pierre Aumont; pero no dejó de pensar en Rainiero los15 días que pasó con Aumont viajando por la Costa Azul.
Empezaba una historia de amor que la convertiría en princesa al precio de abandonar el cine.1gnoraba que el azar de los príncipes lo urden sus consejeros y que la idea de la boda fue de Onassis, que sugirió a su socio Rainiero casarse con una star de Hollywood para que las miradas del mundo se fijaran en aquellas150 hectáreas de tierra de piratas a15 kilómetros de Niza.
A los tres meses de la boda, Rainiero comprobó que una vez que empieza el viaje conyugal se sabe pronto que no conduce a ningún sitio y que lo que parecía un mar infinito era sólo un estanque cerrado. De manera que volvió a encontrar la dulzura de vivir en los brazos de amantes. Gracia Patricia, la princesa de cuento de hadas del mundo entero, la deseada por millones de hombres, la amada por los más apuestos, no era bastante para su marido. Para echar agua al vinagre de la decepción, resolvió pagar a Rainiero con la misma moneda: Brando, Sinatra y David Niven engrosaron, entre otros muchos, su apuesta legión de caballeros rendidos a su luminoso encanto. Sinatra le duró años; David Niven, toda la vida. No fue ningún secreto para muchos y, desde luego, no lo fue para Hitchcock, que acuñó un diagnóstico ambiguo: «Era una verdadera dama que se transformaba en prostituta en el dormitorio».
+La biografía «True Grace. The life and times of an american princess» (Thomas Dunne Books), de Wendy Leigh, está publicada en Gran Bretaña.Por Gonzalo Ugidos
[Fuente: El mundo ]
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Publicado por Fali A las: 5:53
Etiquetas: Biografías
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