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Crónicas de Sotoancho.- El batallón

• HUMOR


► El batallón.

■ Miroslav, muy enfadado con el robo, me ha propuesto contratar a viejos compañeros de guerra para blindar la seguridad de la jaralera. Nunca se había producido un robo en La Jaralera hasta ayer. Lo detectó Flora cuando fue a airear un poco la Casa de los Cazadores, el pabellón que se usa para hospedar a los invitados a las cacerías y que Papá frecuentaba con sus juerguitas flamencas. Ha desaparecido un óleo inglés del siglo XIX, así como toda la cubertería de plata. Avisada la Guardia Civil, aún siguen examinando el lugar de los hechos, sacando huellas y todas esas cosas. Miroslav, mi leal chófer y jefe de seguridad de La Jaralera, antiguo coronel del Ejército yugoslavo, se ha enfadado mucho con el robo, y me ha propuesto contratar a un buen número de sus viejos compañeros de guerra para blindar la seguridad de La Jaralera. “Persona sin identificar que entre en La Jaralera puede darse por muerta, señor marqués”. Intento calmar a Miroslav, que ya ha decidido quiénes son los autores y el motivo del robo: “Son cuatro marroquíes que acaban de llegar al pueblo y que han robado aquí en venganza por la visita de los Reyes a Ceuta y Melilla. Éste no es un robo normal, señor. Es una acción de guerra, y vamos a prepararnos”. No he sabido imponerme, y dos días más tarde he pasado revista a un batallón de cien yugoslavos, perfectamente uniformados, que al mando de Miroslav se han puesto a mis órdenes. Uno de ellos, fuertísimo, porta un artefacto en la espalda que debe pesar un quintal. Me explica Miroslav que se trata de un lanzamisiles móvil, y que puede alcanzar desde La Jaralera el objetivo de Rabat. Creo que debo poner las cosas en claro. “Miroslav, un cuadro inglés y una cubertería de plata no son motivos suficientes para que La Jaralera declare la guerra al Reino de Marruecos. Me parece bien que su batallón vigile las entradas a casa y haga patrullas nocturnas por los límites de nuestro campo, pero no más. Noto a sus soldados excesivamente animados y bélicos”. Miroslav, un tanto decepcionado: “Con estos chicos, que están todos en España, conquistamos a los musulmanes la montaña de Gurovika. Y están desentrenados, y quieren luchar por sus intereses, señor marqués. No podemos consentir que el rey de Marruecos se salga con la suya. Ceuta y Melilla son España y la cubertería de plata es suya. A por ellos, señor marqués”. Tomás, asustadísimo, me hace señas histéricas. Me informa que el sargento Brodjanovic ha instalado el lanzamisiles orientado hacia Marruecos. Y que el soldado Milutinovic ha dado el alto a Pepillo, nuestro jardinero, al que no conoce, y lo tiene en el suelo dando palmadas con la advertencia de que si se levanta, le da pasaporte. La situación es dificilísima. Pero los grandes hombres, tanto en la paz como en la guerra, se ven en las situaciones comprometidas. “Miroslav, ordene a su batallón que hasta nueva orden las tropas permanecerán acuarteladas. Buena comida, y buen vino, pero acuarteladas”. Y me han obedecido. Pero puede desencadenarse lo peor . (Continuará).

[Fuente: Alfonso Ussía] Divúlgalo

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