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Biografía.- Inés de Suáres


♦ Nació en 1507 en Plasencia (Cáceres). En 1537 se fue al Nuevo Mundo en busca de su esposo, quien años antes había emigrado para hacer fortuna. Tras enterarse de su muerte, recibió una encomienda de indios. Se hizo amante de Pedro de Valdivia y participó con él en la toma de Chile. .

► Inés Suárez, una intrépida extremeña a la conquista de Chile.

Protagonizó uno de los pocos ejemplos de féminas embarcadas en los primeros años de la exigente conquista americana. Amante de Pedro de Valdivia, el conquistador de Chile, supo estar a su lado en los momentos duros, incluido el feroz ataque indígena sobre la ciudad de Santiago de Chile, donde esta singular aventurera se distinguió por su ardor y liderazgo en el combate. Apenas existen detalles sobre la verdadera vida de esta pionera americana. Su nacimiento tuvo lugar en Plasencia en 1507, justo en el tiempo en el que fallecía Felipe el Hermoso, ilustre marido de la reina castellana Juana la Loca. La condición modesta de su familia, donde nada se sabía acerca de progenitor alguno, hizo que la pequeña Inés abandonara casi de inmediato los estudios para aprender el oficio de costurera con el que su madre se ganaba el pan. En 1526 se casó con Juan de Málaga, un buscavidas que al año siguiente partió rumbo al Nuevo Mundo, donde esperaba amasar fortuna, con la promesa de volver algún día. Pero el discurrir de los años y las escasas cartas enviadas por él, provocaron que en 1537 la desesperada Inés solicitase licencia real para viajar a las Indias. Una vez allí, supo que su marido había fallecido en Perú luchando como soldado de Pizarro en la batalla de las Salinas, ocurrida en 1538. La noticia la sobrecogió al verse sola y viuda en aquella latitud tan lejana. Pero este dolor se atenuó cuando las autoridades de Cuzco le concedieron una encomienda de indios y tierras para cultivar. Se convirtió en terrateniente de una extensa zona, limítrofe a la que gestionaba Pedro de Valdivia, maestro de campo de Pizarro en la contienda antes mencionada. Muy pronto la amistad entre ellos fraguó en romance para escándalo de muchos, pues el militar era hombre casado con María Ortiz de Gaete, una dama que aún permanecía en España. A finales de 1539 Valdivia recibió las bendiciones de Pizarro y emprendió una expedición con destino al cono sur americano. El propósito no era otro sino conquistar Chile, una región que infundía temor a los españoles dados los múltiples descalabros sufridos por expediciones anteriores. Sin embargo, el valiente extremeño pretendía un lugar en la Historia y no se arredró ante el más que probable peligro, ni siquiera al comprobar que en su columna, amén de más de 1.000 indios porteadores, sólo figuraban ocho soldados hispanos y, por supuesto, doña Inés, la cual se enfrentó con absoluta determinación al incierto destino que les esperaba. Durante semanas los expedicionarios sortearon toda clase de obstáculos naturales, viendo con agrado como otros aventureros se sumaban a su empresa. Por su parte, Inés, la única mujer en aquél trasiego chileno, destacó de entre sus compañeros de ruta por su sensatez, estoicismo y dureza. Curó a los heridos, encontró agua en los parajes desérticos y ayudó a Pedro de Valdivia en momentos difíciles, como en la sedición protagonizada por Pedro Sancho de Hoz, quien intentó asesinar al bravo capitán. En febrero de 1541 fue fundada la ciudad de Santiago, futura capital de Chile. En ella se encontraba Inés cuando, el 11 de septiembre de ese mismo año y en ausencia de Valdivia, la plaza sufrió el ataque de más de 8.000 indios dispuestos a recuperar a siete de sus caciques, capturados previamente por los españoles. La situación era angustiosa para los defensores, los cuales, mermados en número, pensaron en capitular ante los nativos. Empero, el terco espíritu de la extremeña lo impidió. Ella misma sugirió que se cortasen las cabezas de los cautivos con el fin de aterrorizar a los atacantes. Según se dice, ante las dudas de los guardianes la propia Inés empuñó una espada con la que cortó de un tajo la primera cabeza. Acto seguido, se ciñó una armadura y montó a caballo para lanzar una enardecida soflama a las otrora enflaquecidas tropas de Santiago. La reacción de los soldados no se hizo esperar y con la moral recuperada contraatacaron causando la huida de los sorprendidos aborígenes. Este suceso supuso popularidad extrema para Inés Suárez, quien recibió una condecoración a manos de un agradecido Pedro de Valdivia. No obstante, el escándalo de sus cuitas sentimentales llegó lejos y el virrey de Perú, Pedro de la Gasca, ordenó al gobernador chileno que abandonase su relación con la Suárez, casándola con Rodrigo de Quiroga, uno de sus lugartenientes más leales. De ese modo acabó un amor que duró más de una década. El conquistador de Chile fallecería años más tarde durante un combate contra los indios, mientras que Inés Suárez consolidó su unión con Quiroga hasta 1580, año en el que ambos murieron de avanzada edad.

[Fuente: Por Juan Antonio Cebrián]

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