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TECNOLOGÍA PUNTA.- Lector del cerebro

Un sensor que leer la mente de los terroristas en los aeropuertos de EEUU


Imagine que viaja usted a Estados Unidos. No importa el medio que elija, puede hacerlo en avión o, si lo prefiere, en barco. Al llegar, de todas formas le esperan largas e inevitables colas en el control de pasaportes y en los puntos de recogida de equipajes. Imagine ahora que durante esos «tiempos muertos», y sin que usted se dé cuenta, una batería de láseres, cámaras, micrófonos, detectores de retina y sensores de movimiento le escrutan en silencio, obteniendo un completo «dossier» sobre sus funciones corporales.

Como escribe José Manuel Nieves en ABC, citando el artículo publicado por Paul Marks en News Cientist, el potente ordenador que procesa todos esos datos no está buscando explosivos, ni drogas, cuchillos, embutidos ibéricos o contrabando de cualquier otra clase.

Lo que intenta es mucho más complicado: adivinar sus intenciones. Y anticiparse a ellas en el caso de que tenga usted el malsano plan de cometer un asesinato, perpetrar un secuestro o llevar a cabo un acto terrorista en territorio norteamericano.

Por cierto: resulta del todo irrelevante que usted tenga previsto llevar a cabo su crimen de inmediato o en algún momento de su estancia en el país, ya sean días, semanas o meses... Si la máquina decide que alguno de los mencionados propósitos puede ser el suyo, no importa en qué momento, será usted inmediatamente conducido ante la policía.

El sofisticado equipo, según se recoge en un informe de la revista «New Scientist», será capaz de «escanear» personas en cualquier parte: mientras esperan para embarcar, en la cola de facturación de equipajes o al mismo tiempo que pasan el control de pasaportes.

La cuestión es anticiparse, y dar a las autoridades la posibilidad de reaccionar antes de que el crimen se cometa.

Parece una mezcla extraña entre «Minority report», donde Tom Cruise detenía al criminal justo antes del asesinato, y «Desafío total», con un Schwarzennegger escaneado hasta los huesos en un espaciopuerto marciano. Pero ése es exactamente el propósito del llamado «Proyecto Intento Hostil», PHI, la última genialidad antiterrorista del «Homeland Security» (DHS), el departamento del Gobierno federal norteamericano que tiene la responsabilidad de proteger a los ciudadanos del país de ataques terroristas, y también de responder en caso de desastres naturales.

Predecir el comportamiento

Según ha declarado recientemente Larry Orluskie, portavoz del DHS, lo que se pretende es desarrollar sistemas que sean capaces de analizar y predecir en remoto el comportamiento de los millones de personas que entran cada año en Estados Unidos.

Ni más, ni menos.

El proyecto PHI se propone identificar e interpretar todas aquellas expresiones faciales, formas de caminar y moverse, presión sanguínea, pulso, transpiración y dilatación de pupila, que conforman la «huella» inconfundible de la hostilidad o que delatan al instante la intención de engañar.

El sistema, según Orluskie, será capaz de funcionar «en tiempo real, ser independiente de la procedencia cultural de los sujetos y basarse en sensores no invasivos». Del otro lado, el «software» que interpreta la información que obtengan los sensores aplicará una serie de algoritmos que le permitirán distinguir entre un buen puñado de futuras intenciones.

Por su parte, la Agencia de Proyectos Avanzados de Investigación, órgano dependiente del DHS, sugiere que, entre los sensores previstos, deberían incluirse también otros que midan los ritmos cardíacos y respiratorios, luces infrarrojas, laser, vídeo y audio.

El novedoso sistema se puso en marcha el pasado 9 de julio, fecha en la que la mencionada Agencia de Proyectos Avanzados distribuyó una «solicitud de información», en la que pedía a diversas empresas de seguridad y laboratorios del Gobierno de George Bush que sugirieran tecnologías que pudieran ser usadas para alcanzar los objetivos previstos.

La intención es probar el sistema en aeropuertos, puertos y puestos fronterizos a principios de 2010 y extenderlo después a todos los Estados Unidos para el año 2012.

Quizá muchos no lo sepan, pero, desde hace ya cuatro años, la Administración norteamericana para la Seguridad en el Transporte (TSA) está utilizando (aparentemente con éxito) un programa de «escaneo de pasajeros» con técnicas de observación directa que se basa en el estudio de «micro expresiones» faciales.

Bajo las siglas SPOT (Screening Passengers through Observation Techniques), oficiales de aduana o de equipajes especialmente entrenados, los «agentes de detección del comportamiento», están desplegados en los aeropuertos con la misión de observar, y descifrar, las microexpresiones faciales de los viajeros. Si éstas resultan sospechosas, el agente comenzará una «charla casual» con el individuo, que poco a poco irá derivando en un auténtico interrogatorio, según sean de uno u otro tipo las respuestas y los gestos con los que responda el viajero.

Según la propia TSA, estos agentes han conseguido capturar ya a un buen número de delincuentes, desde traficantes de drogas a blanqueadores de dinero y, en una ocasión, al autor de un doble asesinato.

Al parecer, el problema de SPOT es su coste, y la gran especialización humana que requiere . Algo que, según sus responsables, no puede encargarse a un agente de aduanas como un «extra» de su trabajo. Pero ahí es precisamente donde entra el sistema PHI. La idea de la DHS es la de automatizar el programa SPOT, de forma que sean máquinas, y no seres humanos, los que busquen y analicen las micro expresiones, al mismo tiempo que miden toda una batería de signos corporales. Las máquinas, además, podrán hacer todo el trabajo sin necesidad de abordar directamente a las personas. De esta forma, el procedimiento no interrumpiría el abultado tráfico humano que suele darse en los aeropuertos.

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