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THIERRY HENRY FICHA POR EL BARSA

Foto: Henry consuela a Ronaldinho en el pasado Mundial tras el triunfo de Francia sobre Brasil --foto: ap PERFIL / THIERRY HENRY Nacido para triunfar Javier Gascón / BARCELONA 23/06/07 03:00 h.

La historia de Thierry Henry comienza el 17 de agosto de 1977 en Les Ulis, en la periferia de París, en una especie de suburbio donde viven miles de inmigrantes. Allí habitaban sus padres, Antoine y Marylese, una pareja recién llegada de las paradisíacas Antillas Francesas (Guadalupe y Martinica, concretamente) en busca de una vida más próspera. Thierry comenzó a andar en un pequeño apartamento de dos habitaciones subvencionado por el estado. Las condiciones no eran fáciles para el crecimiento de un niño, en un barrio problemático y deprimido, pero Toni, su padre, inculcó al pequeño Thierry la importancia de practicar atletismo (su tío fue campeón de Francia de 400 metros vallas) y Marylese le obligó a mantener interés por los estudios. El joven 'Titi', apodo con el que ya comenzaban a llamarle sus amigos en el barrio, obedeció a sus padres y cumplió en ambas actividades, aunque seducido por el fútbol decidió compaginar el atletismo con el balón, con tanta destreza que todos pusieron sus ojos sobre él. Rapidez, reflejos y coordinación de movimientos fueron siempre sus características futbolísticas, herencia del atletismo. Con 13 años, cuando había dejado el infantil de Les Ulis para jugar en el Palaiseau, un ojeador convenció a su padre para que le llevara al Viry-Chatillon, el mejor club de fútbol base de la época en París. 1990 fue un año clave en su vida, pues sus padres se separaron y Marylese intentó convencerle para que estudiara en un centro de renombre de cara a un futuro ingreso en la universidad. Thierry estudió y sacó buenas notas, pero se acabó decantando otra vez por el fútbol. En 26 partidos marcó 77 goles en el sub'15 del Viry-Chatillon. Tras un breve paso por el Versalles, antes de cumplir los 14 años se convirtió en uno de los 25 seleccionados para la prestigiosa academia de Clairefontaine, de la Federación Francesa. Allí coincidió con jugadores como Gallas, Saha, Trezeguet, Anelka o Rothen. Para entonces ya era 'Titi' para todos. Arrancaba su leyenda. Veloz e inteligente, brilló pronto pero surgieron algunas dudas sobre su capacidad técnica para llegar a la elite porque no acababa de orientar toda su potencia física hacia el gol. Justo a tiempo apareció Arsène Wenger, entonces entrenador del Mónaco, por Clairefontaine tras ser avisado por sus 'ojeadores', y señaló con un dedo a aquel chico espigado y elegante. El técnico alsaciano tiene una habilidad especial para descubrir valores y supo al instante que estaba ante un crack. Le hizo un contrato con 16 años y el 31 de agosto de 1994 le hizo debutar en la Ligue 1 contra el Niza, con 17 años recién cumplidos. En esa primera temporada marcó tres goles, los mismos que en la segunda. No acababa de despegar. Le colocaban muy pegado a la banda, a veces hasta en el centro del campo. Acusó la marcha de Wenger, que probó la aventura japonesa. Sin embargo, todas las dudas sobre su futuro quedaron despejadas en el Europeo sub'18 de 1996. Henry llevó a Francia al título y los grandes clubs europeos intentaron su fichaje. El Madrid lo tuvo incluso firmado, pero un asunto turbio de duplicidad de contratos y agentes ilegales hizo que no se vistiera de blanco. Campeón del mundo en 1998 Obligado a seguir en el Mónaco, en su tercera temporada ya era una estrella y pieza clave en un equipo que ganó la Ligue 1. Llegó el Mundial de Francia, competición en la que Henry partió como suplente pero en la que marcó goles decisivos para que su selección se proclamara campeona. Con tres dianas fue el mejor realizador de los de Jacquet. Tras el Mundial, el Mónaco no tuvo otra opción que venderle. Él quería reencontrarse con Wenger, que ya estaba en el Arsenal, pero la Juve pagó más y se lo llevó en enero de 1999. En el duro fútbol italiano le hacían defender y en junio presionó para irse al Arsenal, que pagó 17 millones de euros. Henry nunca se arrepintió. Como 'gunner', y con la confianza de Wenger, encontró su demarcación ideal (delantero centro, con libertad para caer a las bandas) y poco a poco se convirtió en el ídolo del Arsenal, club con el que ha ganado dos Ligas, tres Copas, tres Supercopas y varias distinciones individuales, entre ellas dos Botas de Oro, una compartida con Forlán. Ha sido máximo goleador de la Premier en 2002, 2004, 2005 y 2006 y elegido mejor jugador en varias ocasiones. Con Francia volvió a ganar la Eurocopa 2000 (fue clave) y la Copa Confederaciones. El Mundial 2002 y la Eurocopa 2004 quedarán como borrones en su carrera, pero en el Mundial 2006 contribuyó al subcampeonato. Con 39 goles con los 'bleu' está a sólo dos del récord de Platini (41). En el Arsenal se convirtió en un jugador perfecto, capaz en un año de marcar 30 goles y de dar 20 asistencias (2003-04), aunque nunca pudo ganar un título europeo: perdió la final de la UEFA en el 2000 contra el Galatasaray y la Champions en el 2006, precisamente ante el Barça. Su último año en el Arsenal estuvo marcado por las lesiones y por sus desencuentros con la directiva, pero siempre permanecerá en el corazón de los 'gunners', club en el que es el máximo realizador de la historia con más de 200 goles. Es un goleador, pero más un ganador, matiz que le invita a ceder el balón al compañero mejor colocado aunque esté solo ante portería. Celoso de su vida privada, admirador de Van Basten y lector de biografías del Che Guevara (lució una camiseta con su rostro en una gala junto a Ronaldinho), Henry debutará en el Barça con 30 años, una buena edad cuando se habla de un buen profesional. De él se han dicho alabanzas de todo tipo, pero la que mejor le define tenía que ser a la fuerza de su padre deportivo, Wenger: “Será cada vez mejor porque siempre quiere mejorar”. Por eso llega al Camp Nou

1 comentarios:

Anónimo dijo...

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