El método Arcón, Sistema Hispano para la Formación e Intervención de Equipos Caninos de Rescate en Catástrofes, trás haber sido distinguido con el I Premio Nacional a la Investigación por la Real Sociedad Canina de España, I Premio SISAC por la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid o el Reconocimiento por la Comunidad Internacional Veterinaria.org, entre otras importantes distinciones, nacionales e internacionales, está además reconocido, desde el día 10 de septiembre de 2003, por el Comité Español del Programa el Hombre y la Biosfera y la Red IberoMAB de la UNESCO.
El citado Comité, según comunicado oficial escrito de su Presidente el Dr.Javier Castroviejo Bolíbar, adoptó tan trascendente decisión, en base a todo un conjunto de antecedentes relativos a dicho Método como son su constatada originalidad y efectividad, generalizado reconocimiento internacional.
Esta importantísima circunstancia potenciará significativamente la consolidación oficial e internacional de este eficaz y novedoso medio de salvamento, en beneficio consecuentemente de su único y esencial objetivo, el salvamento de supervivientes sepultados en derrumbamientos por cualquier causa (explosiones, sismos).
El método Arcón, en la actualidad es adoptado, en base a su demostrado grado de eficacia, por Cuerpos de Bomberos, Policías y otras instituciones de la mayoría de paises de habla hispana afectados por un considerable nivel de riesgo sísmico.
Esta sección posee información enviada por nuestro colaborador voluntario Jaime Parejo García
Perros que trabajan
..INFORME ESPECIAL: LOS QUE NO NACIERON PARA MASCOTAS erros que trabajan. Entrenan duro y tienen rutinas de trabajo muy estrictas. Están siempre listos para acompañar a un ciego, ayudar a un nene en una terapia, buscar víctimas en catástrofes, detectar explosivos y drogas o custodiar gente. No es que no les guste dormir, jugar o revolcarse. Son perros que trabajan. Y parecen contentos. O al menos eso dicen sus colas movedizas.
Mariana Iglesias. DE LA REDACCIÓN DE CLARIN."Pueden mejorar la calidad de vida de una persona" El despertador suena en la casona de Flores. Son las seis de la mañana de un miércoles cualquiera. Elsa aparece con los baldes de alimento balanceado y las pastillas antioxidantes. Ellos se abalanzan sobre la comida y desconfían de la pastilla, pero la tragan. ¿Toca baño con champú o limpieza de dientes? Por suerte parece que nada de eso ocurrirá hoy: irán directo al trabajo. Elsa vuelve a acercarse, esta vez ya sin camisón, y todos se amontonan para subir a la rural Renault 21. No es fácil acomodarse porque son nueve, pero afortunadamente el trayecto al Parque Roca es corto. Son las ocho en punto. Es hora de trabajar.Excitadísimos, bajan del auto dos labradores negros: son Sheena y Tamy. Los siguen Delfina y Dreamer (labradores dorados), Brenda, Sheila y Mora (golden retriever doradas), Runny (shetland) y Axel (caniche). De a poco, llegan los pacientes de Zooterapia, un programa que depende de la Secretaría de Promoción Social de la comuna. Y Elsa Szwarcman, además de ser la dueña de los nueve perros —tiene 22, pero los otros 13 no trabajan—, está al frente de todo. La mujer es psicóloga e impulsora de este programa, que es gratuito.Si bien es una técnica bastante antigua, la Zooterapia llegó al país y luego al Parque Roca hace cuatro años. Ya cuenta con 219 pacientes: autistas, cuadripléjicos, síndrome de Dawn, espásticos, epilépticos. Tienen entre uno y 38 años, y algún problema genético o un retraso madurativo.En eso llega Christian, un nene de 8 años, cuadripléjico. Enseguida se acercan los golden Delfina y Dreamer. Le lamen sus manos, sus piernas. Le mueven la cola, las orejas. Le apoyan sus cabecitas en la falda. Lo miran fijo a los ojos, parpadean. Y el nene responde a cada gesto."Es increíble lo que progresó desde que ve a los perritos. Pensar que lo habían desahuciado y en ningún hospital querían hacerle rehabilitación porque decían que no valía la pena. Ahora te toca la mano, te tira del pelo, saca la lengua, se ríe, se mueve en la cama y hasta se intenta parar. Eso significa esperanza", dice Silvia, la mamá."El perro es el único ser vivo que soporta el dolor propio y el ajeno. Y es capaz de romper, con un lengüetazo, la cápsula o la burbuja en la que están. Entonces es cuando empieza a trabajar el psicólogo", explica Nancy Centurión, la entrenadora. "Un perro es capaz de mejorar la calidad de vida de una persona. En esta terapia el perro funciona como el elemento de canalización de angustias. Además, no existe persona que se inhiba frente a un perro. Se actúa tal cual uno es", asegura Elsa.Marisa Frías es otra madre agradecida: "Lo traje a Juan, que tiene 3 años, porque tiene unos problemas de conducta terribles y cuando está con los perritos se relaja, se tranquiliza", dice. "La paciencia de los perros, que van a responder con un dulce lengüetazo frente a la agresión, lo van a sacar de la violencia", asegura Elsa. La rutina sigue hasta el mediodía. Entonces es hora de volver a casa para comer. A la tarde toca visita a un hogar de ancianos. Luego, el chapuzón en la pelopincho, una buena cena y un sueño reparador de ¡nueve horas! Elsa justifica todos los excesos: "Es que estos perros, por su trabajo, no pueden estar estresados". Brigada de rescate para catástrofes Kueka, Ness y Aron no ladran ni gruñen cuando sienten la presencia de un extraño. Esa condición los hace diferentes y los enlaza con un destino común: buscarán personas que hayan sido víctimas de catástrofes, sobre todo de terremotos."Si ladran o se ponen en posición de ataque ante una persona no servirán para esta tarea", dice el jefe de la Dirección Bomberos de Mendoza, comisario Angel Azor. Los tres perros —que llevan el apellido Von Alest — son ovejeros alemanes con riguroso pedigré. Formarán parte de una brigada de rescate en terremotos, ya que es una región de riesgo sísmico. "En los primeros dos años los canes tienen una actividad continua, se los socializa con la gente, se los obliga a pasear por lugares públicos para que aprendan a convivir con el ruido y el movimiento de las ciudades", explica el adiestrador, sargento Roberto Berrios. Las tareas son todos los días. "Una fase importante es conocer el olor humano", dice. De eso dependerá encontrar a las víctimas entre los escombros. Kueka, Ness y Aron aprenden rápido. Juegan, se distraen, son amistosos con los extraños. Ni ladran. Dentro de un año y medio estarán listos para entrar en acción.Pueden detectar hasta 3.600 tipos de explosivos En la División Detección y Adiestramiento de la Brigada de Explosivos de la Policía Federal, en Palermo, viven, en cómodos caniles, 18 labradores dorados, negros y marrones. Son tiernos y responden a las caricias, pero todo cambia cuando el entrenador grita ¡seek! (¡busca!). Entonces saben que es hora de trabajar ¿Qué hacen? Detectan explosivos. Son capaces de detectar 3.600 clases: municiones, pólvora, TNT...El entrenador les habla en inglés porque los perritos son yankees. Nacieron y se capacitaron en una escuela de Front Royal, Virginia, Estados Unidos. Llegaron a la Argentina en 1995 por un convenio de la Federal con el Departamento de Estado norteamericano a través de la Oficina de Cooperación Antiterrorista. Fueron donados y valuados en 50.000 pesos cada uno.Estos perritos cumplen diversas tareas: huelen el auto presidencial para comprobar que no haya explosivos, huelen salas y rincones de la Casa de Gobierno, pasillos y oficinas de los tribunales de Comodoro Py, participan de allanamientos y siempre están presentes cuando alguien importante llega al país. El dorado Troy, por ejemplo, integró la custodia de Bill Clinton.Al negrito Blue le ponen un cordón detonante en la boca del tanque de nafta de un auto. Huele las gomas, el baúl y en diez segundos descubre los dos gramos de explosivos. ¿Cómo avisa? Se sienta y espera que le paguen con alimento balanceado."Entré hace dos años y era un poco escéptico, pero hoy tengo que decir que los perros son infalibles", asegura el subcomisario Arturo Martínez. Y presenta a Rox y Rudy, dos pastores belgas molinois donados por los Bomberos de París. Ellos responden al ¡Cherchez et aboyez! (¡busca y ladra!) y al ¡Pas toucher! (no tocar).Se entrenan para buscar personas sepultadas bajo los escombros, algo que aún no existe en el país. A diferencia de los otros perros, que trabajan por la comida, ellos lo hacen por un juguete. Saben que cuando encuentren a alguien enterrado, deberán ladrar y así recibirán su premio. "Actúan por instinto y son feroces" Esta semana desembarcaron en el depósito de la Aduana de Barracas 3 importantes contenedores. Y para custodiarlos llegaron seis representantes del Centro de Cría de Perros Especiales de la Gendarmería: cuatro schnauzer gigantes y dos labradores. Ellos no tienen idea de lo que hay dentro, pero saben que tienen que vigilarlos con garras y colmillos. Y con su vida. Capo es un schnauzer negro que tiene 7 años, pesa 50 kilos, y mete miedo. Su función es justamente ésa. Por eso viajó a Río Negro y a Neuquén cuando hubo disturbios o hubo que "esparcir gente". Su guía, el alférez Dallacorte, asegura que jamás le hizo nada a nadie, pero seguro ya intimidó a más de uno. "Actúa por instinto, y si ataca puede desgarrar, masticar y arrastrar a una persona de hasta 80 kilos", explica. El alférez dice que cuando Capo se jubile —en dos años— lo va a llevar a su casa.Mientras tanto, Capo deberá seguir imponiendo su presencia en desmanes y protestas. Y también deberá continuar con la vigilancia de presos (ya conoce a varios famosos) que están en Campo de Mayo. "Mejor que no se escape ninguno porque lo destroza", advierte el alférez.Pero al depósito de la calle Zepita también llegaron dos labradores color chocolate. Uno de ellos se llama Barrabás, que tiene dos años y ojos de un extraño color amarillo. El perrito, de cara dulce y 35 kilos, tiene que detectar narcóticos (marihuana, cocaína ...). Y su rutina consiste en revisar autos, contenedores o participar de todo tipo de allanamientos. Cuando encuentra droga comienza a ladrar de una manera desaforada para que le den su paga —que obviamente no es nada de lo que encontró— sino un simple juguete.Su guía en la Gendarmería es Jorge Acelbón: "El jamás podría atacar a nadie, sólo quiere jugar. Por eso se esmera en trabajar, para recibir su premio", explica orgulloso el hombre uniformado de verde. Chance y Mía, los ojos de dos hermanos ciegos Chance y Mía ya viajaron en avión, barco, subte, colectivo. Pasearon por shoppings, comieron en restoranes, soportaron colas en bancos, y esperaron turno en dentistas y peluquerías. También conocen playas, montañas y varios países. Y sólo tienen 3 y 4 años. Es que Chance y Mía son labradores muy especiales: son los incondicionales compañeros de Alberto y Ana Bravo, dos hermanos ciegos de 50 y 51 años.Los perritos fueron educados y entrenados en la Michigan Leader Dog School durante un año. En ese tiempo hicieron todo lo que un humano puede llegar a hacer, y más. Es que en su andar deben aprender a medir las distancias y los riesgos de ellos mismos y de la persona que tienen a su lado. El trabajo de aprendizaje no es simple, y por eso el entrenamiento de cada uno de estos perros cuesta 25.000 dólares.Pero Alberto y Ana no tuvieron que pagar ni un peso para traérselos: "Es importante que la gente sepa que existe esta fundación, que entrena 300 perros por año y hay una cantidad para repartir a países de América latina", explica Alberto. Y dan su teléfono para informes: 15-4088-5595.Para ellos, la llegada de Chance (en febrero del 2000) y Mía (en febrero del 99) fue como volver a nacer. "Me cambió la vida. Yo antes era temerosa y ahora me siento independiente. Me arrepiento de no haber tenido un perro antes", asegura Ana, que atiende un bar del hospital Garrahan."La sensación que tuve cuando me dieron a Chance fue que podía pensar en cualquier lugar del mundo y saber que iba a llegar", dice Alberto. Los hermanos tuvieron la confirmación este verano, cuando fueron a Valencia y a Madrid. "En un momento nos bajamos de un taxi, que nos dejó en una estación, pero queríamos ir al hotel. Primero nos desesperamos, pero los perros cruzaron, doblaron en varias esquinas y al ratito llegamos", cuenta Ana.Alberto se ríe y recuerda su primera salida con Chance en Buenos Aires. "Fue una prueba de fuego para el pobre, porque estaba acostumbrado a Estados Unidos, donde todo es ordenado. Y lo llevé a pasear por la calle Corrientes un día de semana a la tarde. No sólo tuvo que esquivar gente sino pozos, basura, carteles, veredas rotas y yo no me estresé ni me enteré".Se podría pensar que son perritos sacrificados, pero Ana y Alberto no están de acuerdo: "No salen con paseadores desconocidos ni se quedan solos en casa extrañando, ellos tienen la fortuna de estar todo el día acompañados y mimados". Como si entendieran el significado de sus palabras, Chance y Mía se les pegan a las piernas y no dejan de mover la cola.
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