Nicolás Maquiavelo.- El artífice de la razón de Estado
Junto a Leonardo da Vinci, está considerado el prototipo de hombre del Renacimiento. Nació en 1469 en Florencia y se inició en la política tras la caída de los Medici. Sin embargo, el regreso de esta poderosa familia al poder le alejó del gobierno y dio paso al escritor.
Fue el ideólogo pionero del pensamiento político moderno. Hombre de extensa cultura clásica, supo granjearse la amistad de grandes gobernantes, gracias a sus trabajos diplomáticos en los que demostró sus dotes para la retórica, acompañadas de frases teñidas de ingenio y lucidez. Sus obras literarias siguen engrosando hoy la lista de bestseller universales.
Este ilustre renacentista italiano nació en la bella ciudad de Florencia, el 3 de mayo de 1469. Era el tercer filogenético de Bernardo y Bartolomea, un típico matrimonio burgués venido a menos en lo económico, por causa de la excentricidad de la que hizo gala el progenitor. Bernardo era un abogado de segunda fila más volcado en sus aficiones literarias que en ejercer su oficio. Por este motivo, el hogar de los Maquiavelo nunca disfrutó de abundancia en ningún sentido, salvo en el de los libros, una pasión compartida por todos los miembros del clan, incluido el pequeño Nicolás; el más parecido a su padre en cuanto a personalidad y gustos culturales.
Poco más sabemos de esta etapa juvenil de Maquiavelo. Amante de los textos grecolatinos y de la sabiduría en general, no había sido llamado, en principio, a ocupar ningún cargo relevante en el gobierno florentino, pues su linaje carecía del prestigio suficiente. Sin embargo, el destino había dispuesto otra cosa para él.
En 1494 los Medici fueron expulsado de Florencia y se potenció el aparato gubernativo republicano, en cuyo seno nació la llamada Segunda Cancillería, una oficina pública desde la que se dirigirían las cuestiones militares y las relaciones exteriores y, precisamente, para este último propósito fue designado Nicolás Maquiavelo en 1498. A pesar de su proclamada falta de reputación familiar, no tuvo mayor oposición para acceder al cargo, debido a que los magnates florentinos supieron ver en él las virtudes políticas y las capacidades de negociación necesarias para las futuras misiones diplomáticas que esperaban al joven.
Así, el flamante emisario se aferró con voluntad e ilusión a su nuevo trabajo, convirtiéndose en viajero incansable por varias latitudes geográficas y cumpliendo con pulcritud máxima cada encargo formulado por el consejo florentino.
En esos años, el papa Alejandro VI ocupaba el trono de Pedro en el Vaticano y su hijo, César Borgia, se enseñoreaba de los territorios pertenecientes a la región de la Romana con el propósito de cimentar un estado propio para su poderosa estirpe. Fue
aquí cuando ambos personajes coincidieron por mor de los acontecimientos bélicos la época. Tanto Maquiavelo como César mostraron de inmediato una mutua admiración que acabó en sincera amistad
En 1501 il Machia como le llamaba sus amigos, se casó con Marieta Corsini una mujer de gran temperamento con la que tuvo sus cuatro vástagos, Guido Ludovivo, Bartolomea y Bernardo. pesar de ello, el incansable embajador apenas estaba en casa; bien por 1as agotadoras empresas en el exterior, bien por sus constantes amoríos extramatrimoniales. Asunto por el que recibió abrumadoras broncas de su nada complaciente esposa.
Se le implicó de forma arbitraria en una conjura gestada contra los Medid, quienes habían recuperado el poder en Florencia. Maquiavelo fine apresado y sentenciado a muerte. La pena fue conmutada por el nuevo papa León X. Éste, en un acto de magnanimidad, envió al florentino y a su familia a un exilio campestre en la aldea Sant'Andrea, en Percussina, donde los Maquiavelo poseían unos terrenos boscosos de los que vivieron desde entonces.
A partir de ahí, surgió el magnífico autor literario que hoy conocemos. Su retiro forzoso de la política le permitió adquirir una interesante perspectiva desde la que concibió "El príncipe", escrita en 1513 y cuyo argumento esencial giraba en torno ala razón de Estado. Con el tiempo, esta obra inspirada en figuras como César Borgia o Fernando el Católico se transformó en 1a de cabecera para todo aquel gobernante que quisiera mantener su poder a costa de lo que fuera. A este título le sucedieron otros como El asno de oro, La mandrágora o una curiosa historia florentina escrita en 1525 encargo del papa Clemente VI I y que fue su último libro. Aunque también nos dejó un inmenso legado epistolar del que sobresale Carta a mi amigo Vettori, considerada por sus exégetas un texto imprescindible de aquel periodo.
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