GRANDES MENTIRAS DE LA HISTORIA
Grandes y mentiras de la Historia Parte de la Historia que hemos aprendido no es tan cierta. La culpa de las falsas verdades la tienen el cine, las leyendas urbanas y, por supuesto, los errores de los historiadores. Un libro desvela cuáles son las más garrafa ¿Se han preguntado alguna vez si todo lo que sabemos de Historia, es lo que pasó realmente? Por ejemplo, después de ver la película Gladiator, todos salimos convencidos del cine: Cómodo había tenido su merecido. La muerte era un final justo para un hombre que envenenó a su padre, Marco Aurelio, que, entre otras cosas, era emperador de Roma. Nada más lejos de la verdad, ya que ni Marco Aurelio murió envenenado, ni mucho menos su hijo Cómodo se quedó sin gobernar. Los guionistas mienten, pero la influencia de una película es más poderosa que muchos libros de texto. Muy bien, el cine no es fiable. ¿Qué queda? Tenemos los libros de Historia. Pero, ¿serán de fiar? Pues no siempre. Ésa es la tesis del libro Viaje por las mentiras de la Historia Universal, de Santiago Tarín: no creer las mentiras oficiales o cotidianas. Y es revelador. Por ejemplo, ¿Barbarroja tenía los cabellos rojos? Sí y no. Es que en realidad el famoso pirata eran dos personas, los hermanos Arudj y Khayr ad-Din. Sólo el primero era pelirrojo y, además, era manco. El temible Aníbal, ¿quería aniquilar a los romanos como comúnmente se cree? Pues no. De hecho, después de la victoria a las puertas de Roma, en Cannas, no se lanzó al asedio de la ciudad, ya que sólo quería recuperar la hegemonía para los cartagineses. Estamos engañados con Marco Polo quien, para la mayoría, ha sido el primero en pisar la China en un viaje desde Occidente. Sin embargo, fueron sus familiares Nicolás y Mateo Polo los primeros en llegar al país de la Gran Muralla. De hecho, se vieron con el kan mongol Kublai en Shangtu, en 1265, cuando Marco era apena adolescente. Además, volvieron con un encargo del monarca: que trajeran 100 hombres sabios elegidos por el Papa para II para llebar la sabiduría a los hombres que vivían más allá de sus dominios. ¿Conclusión? Pinocho ha escrito demasiados libros de historia. Por L. Lleste
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