Brasil jubila a Italia
■ La campeona del mundo fue humillada por la «canarinha» al contraataque. Tres goles en la primera parte, dos de Luis Fabiano, firmaron la eliminación del equipo de Lippi.
De la Italia campeona del mundo sólo queda el recuerdo de un verano de 2006. Hasta a Cannavaro se le ha borrado la sonrisa. Ya no encuentra motivos para enseñar los dientes. Ni siquiera el día en que superó a Maldini como el hombre que más veces ha vestido la camiseta de su selección. Aquel equipo que también dirigió Marcelo Lippi se ha convertido en una colección de ancianos futbolistas sin ánimos para discutir con los mejores del mundo. Al técnico italiano le cuesta renovar la alineación. Volvió para dirigir a los hombres con los que conquistó el mundo y prescindir de ellos lo considera una traición. Por eso se guarda a Rossi, su mejor futbolista, para las misiones imposibles. Y cualquier excusa es válida para prescindir de Montolivo, el único centrocampista capaz de traducir el fútbol de Pirlo.
El Brasil que ha construido Dunga es el más feo que se recuerda, y posiblemente también el peor, pero tiene a Kaká y a Robinho. Suficiente para dejar en ridículo a la defensa italiana, acostumbrada a jugar un metro por delante de Buffon. Pero ayer no era el día. Los italianos necesitaban la victoria, al menos marcar un gol, y no saben cómo se hace eso. Los centrales tenían que adelantar su posición a esas zonas en las que Cannavaro se pierde y Chiellini se pierde todavía más. El capitán falló en el primer gol. Su costumbre de meterse atrás evitó el fuera de juego de Luis Fabiano y sus piernas tampoco le dan para recuperar la distancia perdida con el delantero.
Tampoco estuvo muy despierto en el segundo, otra vez de Luis Fabiano, aunque en esta ocasión el que quedó en ridículo fue De Rossi. Acudió en ayuda de la defensa, pero Robinho le regateó sin tocar la pelota, que le llegó limpia a Luis Fabiano para meter la puntera y marcar el segundo tanto.
kakÁ felicita a Robinho, que dio el pase del gol que marcó Dossena en su propia portería
Italia estaba perdida, jugando a un juego que desconoce y el partido se preparaba para divertir a Robinho y Kaká. El nuevo madridista se mueve como de puntillas por el campo, pero en dos zancadas es capaz de dejar atrás a cualquiera de los defensas que intentente molestarle. Los espacios aumentaron la sensación de superioridad de Brasil. Con metros por delante, sus delanteros son mejores y los defensas italianos parecen mucho peores. O descubren la realidad. Porque el éxito defensivo del «catenaccio» se ha basado siempre en la acumulación de tipos poco dispuestos para el juego. Porque los italianos, como los abusones del colegio, sólo se sienten seguros en superioridad. Y con su portero cerca.
Los cuatro italianos del fondo siguieron colaborando con el enemigo hasta el final del partido. Ya sin disimulo, porque el tercero de Brasil lo marcó Dossena en su portería. Fue una especie de eutanasia, cansado como estaba de sufrir con las subidas de Maicon por su banda.
Los centrales italianos quedaron en evidencia. Brasil, sin embargo, podía haberse permitido no cambiar a Juan. Lesionado, dejó su sitio a Luisão en la primera parte. Pero podía haberse quedado en el campo a mirar cómo sus compañeros destrozaban a los italianos.
Brasil se sintió tan grande como no se sentía hace tiempo. Pero el mérito fue sólo de los italianos. Su superioridad se basó en el contraataque, no en el juego que la hizo ganar sus tres primeros campeonatos del mundo y ser admirada y envidiada por todo el mundo. Cuando ganó el cuarto, la copa que recibió Dunga en Estados Unidos’94, la «canarinha» ya era una pareja de artistas sostenida por tres esforzados trabajadores en el centro del campo. Ahora tiene a los dos artistas, Kaká y Robinho, y dos herederos de Dunga, Gilberto Silva y Felipe Melo, que corren para todos. Pero falla la compañía. A Italia, simplemente, es que no le da.
Luis Fabiano iguala a Torres y Villa
«Quiero marcar al menos cinco goles», se propuso Luis Fabiano al comienzo de la competición. Ya lleva más de la mitad del trabajo hecho y todavía le quedan las semifinales y una hipotética final para llegar a la cifra deseada o superarla y para imitar a Ronaldinho, Romario y Adriano, que ya fueron máximos goleadores de este torneo. Con los dos tantos que marcó ayer a Italia, ya lleva tres, con lo que iguala al frente de la tabla a Fernando Torres y Villa. Sin Ronaldo ni Adriano, los últimos referentes, el puesto de «9» en Brasil no tiene un dueño claro. Dunga ha apostado en los últimos partidos por el delantero del Sevilla, que está respondiendo. «Es una presión tener que hacer los goles de Brasil», reconoce Luis Fabiano, que fue nombrado mejor jugador del encuentro.
Fuente: La Razón
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