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Nadal conquista Wimbledon en una final histórica contra FedererPortada 7

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Nadal abraza la copa de Wimbledon. (AFP)      

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NADAL DERROTA A FEDERER EN WIMBLEDON (6-4, 6-4, 6-7, 6-7 Y 9-7)

Esplendor en la hierba

 

imageNadal abraza la copa de Wimbledon. (AFP)

El español ha conseguido coronarse por fin en Wimbledon, destronando al hasta ahora indiscutible rey de la hierba, Roger Federer, por 6-4, 6-4, 6-7, 6-7 y 9-7. Para Nadal es el quinto título de Grand Slam, que llega, en categoría masculina, 42 años después del triunfo de Santana en Wimbledon.»

Bandera de España en mano, saltándose cualquier protocolo, Rafael Nadal se secaba las lágrimas mientras trepaba por la 'Catedral' para recibir la felicitación de su familia y de los Príncipes de Asturias. Regresó a su silla y el llanto no se detuvo. Le temblaban las manos. Él, tan acostumbrado a la victoria, no era capaz de encajar esta vez alegría tan grande. No era para menos. Al fin, 42 años después de Manuel Santana, 14 después de Conchita Martínez, un español triunfó en la pista central de Wimbledon. Y lo hizo en la final más larga de la historia del torneo, 4 horas y 46 minutos, y ante el, para muchos, mejor jugador de todos los tiempos, el pentacampeón del torneo, el heredero de Borg , quien como él, tras un lustro de dominio absoluto, comprendió que la hora del relevo había llegado. Nadal sudó más que McEnroe en 1981, pero se impuso a Roger Federer con un resultado que permanecerá para siempre en la memoria colectiva: 6-4, 6-4, 6-7 (5), 6-7(8) y 9-7. [Fotos] [Narración] [Reacciones]

Favorito en las apuestas a pesar de enfrentarse al pentacampeón, al tenista '10' que sobre la hierba alcanza su esplendor, Nadal no varió su táctica a pesar del cambio de superficie. Más cerca de la línea de fondo, el balear machaca con descaro el revés del suizo hasta encontrar el espacio para variar la dirección del punto. Y el factor psicológico, primordial en el duelo entre estos dos campeones, suele favorecer al español en los primeros compases de cada partido. Así, Nadal no tardó en cobrar su primera ventaja. Sólo necesitó tres juegos para quebrar el saque de un jugador que antes de la final sólo había entregado su servicio en dos ocasiones y no había cedido set alguno. Impecable con su primer golpe, a Nadal le bastó ese 'break' madrugador para apuntarse el primer set. Por primera vez en las tres finales de Wimbledon disputadas entre ambos, el número dos del mundo mandaba desde la manga inicial.

Al contrario que sobre la 'arcilla' de París, la reacción de Federer se produjo de inmediato. Quebró por primera vez el servicio de su rival y comenzó a ofrecer los primeros síntomas de vida. Apoyado en su servicio, el golpe que permitió su remontada, dominó el juego y el marcador hasta el 4-1. A partir de ese instante, el duelo adquirió una dimensión épica. A la respuesta de Federer replicó Nadal con cinco juegos consecutivos, lo mejor de su repertorio ayudado por nuevas imprecisiones de Federer, esas que tan bien sabe aprovechar el balear. Dos sets de ventaja. Parecía hecho.

Parecía hecho, sobre todo cuando Nadal dispuso de 0-40 en el séptimo juego del tercer parcial que le hubiera situado 4-3 y servicio a su favor. Pero de nuevo surgió, salvador, el primer saque del suizo para agarrarse el partido. Federer, tocado, de nuevo a merced del único tenista que le hace sombra en el circuito, recibió la dosis necesaria de adrenalina para no perderle la cara al duelo. Apretó los dientes, confió de nuevo en su primer servicio y agradeció la reaparición de la lluvia para frenar su tormento. Y en el vestuario, sin Nadal mirándole a los ojos, encontró la calma que le falta en la pista cuando se mide al número dos del mundo.

Tras un paréntesis de más de una hora, Federer logró llevar el duelo al juego de desempate. Y fue ahí, en el territorio de los grandes campeones, donde al fin desplegó todo el potencial de su servicio y compitió con la paciencia necesaria para reengancharse a una final perdida. Por primera vez en el encuentro, el helvético fue mejor que su oponente en los puntos decisivos. Así comenzó a complicarse la final el jugador balear, así comenzó a desperezarse la bestia.

Reacción de Federer

Federer medita tras caer de nuevo ante Nadal. (Foto: AFP)

Federer medita tras caer de nuevo ante Nadal. (Foto: AFP)

Tampoco se registraron rupturas en el cuarto parcial. La manga transcurrió por esa estrecha línea en la que sólo los grandes equilibristas evitan el descalabro. Ambos, maestros en ese arte, acudieron también al 'tie break' para resolver sus diferencias. Y si Nadal se había levantado de un 4-1 en el segundo set, Federer se recuperó de un 5-2 en el desempate y salvó dos puntos de partido, uno con su saque y otro al resto, este último con un revés paralelo a la línea que ya forma parte de los grandes momentos de Wimbledon, igual que esta final puede situarse a la altura de las disputadas entre Borg y McEnroe en 1980 o por Ivanisevic y Rafter en 2001. Fue el suizo, en el segundo punto de set, quien llevó el duelo a un quinto parcial.

Por si a la final le faltaba algún ingrediente, la lluvia hizo acto de presencia por segunda vez en pleno desenlace, dos juegos para cada uno, 40 iguales en el quinto. Y de nuevo la interrupción hizo bien al suizo, que regresó con dos nuevos servicios directos. Más cómodo sobre la pista, beneficiado por las prisas de la organización, que no esperó demasiado a que se secase la hierba, el helvético se movió con mayor comodidad, dominó mejor el centro de la pista y su primer saque hizo más daño aún a Nadal.

Los dos primeros sets quedaban tan lejos, tanto había cambiado la final, que incluso Nadal dudó un instante, concedió un punto de 'break' con 4-3 en contra. Lo salvó y supo resistir las acometidas del genio, cada vez más inspirado, menos errático. Y en el intercambio de golpes a cara descubierta fue Federer poco después, la soga de nuevo al cuello, cinco juegos para cada uno, quien tuvo el temple para escapar de un 15-40. Otra vez su excelente servicio le permitió seguir soñando con su sexta corona y a la grada con una final inolvidable, eterna. Y volvió a hacerlo, con dos 'aces', cuatro juegos después. Pero para entonces Nadal ya había mostrado esa marcha de más, la sexta, que termina por destrozar física y mentalmente a sus rivales, se llamen como se llamen.

El balear insistió hasta lograr el 'break'. Lo logró a la cuarta. Y en un último juego, sólo para valientes, se atrevió a sacar y subir de inmediato a la red, homenaje a Wimbledon, respeto por la historia de un torneo en el que siempre triunfó el ataque, el juego ofensivo, y que Nadal también sabe desarrollar. Tras 286 minutos de final, la más larga en la historia profesional de Wimbledon, dispuso de un cuarto punto de partido. Pero el enfrentamiento merecía un quinto, y Federer lo forzó con otro resto prodigioso. Ya no pudo más. Antes de que se hiciera la oscuridad, de que la final se prorrogase hasta el lunes, claudicó. Nadal ha nacido para ser número uno del mundo, y no parará hasta conseguirlo. En el US Open, el 'grande' en el que más le cuesta progresar, tendrá su gran oportunidad.

Doblete histórico

Nadal, tendido sobre la hierba de la 'Catedral'. (Foto: EFE)

Nadal, tendido sobre la hierba de la 'Catedral'. (Foto: EFE)

Con su triunfo histórico, Nadal se convierte en el español con más títulos de Grand Slam. Suma cinco copas, una más que Santana y Arantxa Sánchez Vicario. Además, encadena ya 24 partidos sin perder y se une a Rod Laver y Bjorn Borg como únicos tenistas en la 'era profesional' capaces de conquistar Roland Garros y Wimbledon en un mismo ejercicio. El australiano lo logró en 1969, año en que se impuso en los cuatro 'grandes', mientras que el sueco se mostró invencible sobre las superficies naturales entre 1978 y 1980. Para encontrar a un campeón de Roland Garros, Queen's y Wimbledon en un mismo curso hay que remontarse a 1962. De nuevo Laver firmó la proeza.

Federer sigue estancado en los 12 títulos de Grand Slam. No ha sumado ninguno en lo que va de 2008 y se mantiene a dos del récord de Pete Sampras e igualado con el australiano Roy Emerson. En su año menos prolífico desde que ocupa el primer puesto en el ránking mundial, propiciado en parte por la mononucleosis sufrida al comienzo del año, sólo suma dos trofeos menores, en Estoril y Halle. Ha perdido tres finales (Hamburgo, Roland Garros y Wimbledon), todas ante Nadal.

[ Fuente: El Mundo ]

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