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Marcelo González


• Biografías •


Amigos. El arzobispo de Toledo con José Bono cuando éste era presidente de Castilla-La Mancha. 

 

■ Vallisoletano de recia figura, te envolvía con su oratoria floreada y susurrante.


{ 19-I-1918 25-VIII-2004 }

    Cardenal arzobispo emérito de Toledo.
    Canónigo de la catedral de Valladolid, se convirtió en el prelado más joven de España al ser nombrado obispo de Astorga, (León). En 1971, fue designado arzobispo de Toledo y tomó posesión como consejero del Estado, en calidad de miembro nato del órgano consultivo. En 1973 fue nombrado cardenal por el papa Pablo V1.

Marcelo González Martín, don Marcelo, fue un eclesiástico excepcionalmente solemne, pero también un hombre sencillo. Por encima de todo, fue humano y esto hizo que mi afecto hacia él fuera mayor según fui descubriéndole.
Este vallisoletano de recia figura te envolvía con su oratoria floreada y susurrante, que se convertía en demoledora dialéctica cuando tenía que defender sus hondos convencimientos y firmes ideales.

Nuestra relación se inició con un desencuentro en los comienzos de mi andadura como presidente de Castilla-La Mancha. Afortunado desencuentro. La supresión por error de la fiesta de San José y la publicación de una durísima Pastoral como respuesta, hizo que esa relación fraguase en una imperecedera y fructífera amistad que perduró hasta el lecho de su muerte. Aquí, también estuve junto a él.

Los prejuicios y recelos iniciales de un cardenal que ofició los funerales de Franco y un socialista que luchó contra la dictadura se transformaron en complicidad. Esta circunstancia despertó guiños maliciosos entre los apostados a uno y otro lado de los diferentes idearios políticos o religiosos.

Su fiereza leonina en el reproche chocaba con la inusual humildad con la que era capaz de subsanar errores o acalorados apasionamientos. De elocuencia casi irrepetible, su prédica salía siempre bien apuntalada, vehemente y segura. Sin embargo, lejos de arrollar, sus conceptos fluían plenos de convicción y arropados de sincera generosidad. Conversador excepcional, compartía por igual las virtudes de saber pensar y saber escuchar. Su fuerza era irresistible, capaz de atraerte a su creencia en aquellos valores con los que se construyen la paz y la verdad, y a los que sólo se llega por el camino del amor y la fe en la esperanza.

Tuve el honor de compartir su extraordinaria humanidad. Tuve el honor de conocerle y ser su amigo. En mí quedará grabada su vocación solidaria y el ideal de esperanza en que los pobres, los justos, los limpios de corazón, los que sufren, los pacíficos, los esforzados y sinceros sean, también, bienaventurados en la tierra.

    {* José Bono es ministro de Defensa}

 

 [Fuente: elmundo.es]

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