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La obesidad: ¿una epidemia del siglo XXI?

•  Medicina/Salud   •

   

 

El director de McDonalds en Hungría come una hamburguesa de su restaurante. (Foto: Attila Kisbenedek | AFP)

El director de McDonalds en Hungría come una hamburguesa de su restaurante. (Foto: Attila Kisbenedek | AFP)

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■ Cada vez leemos más noticias sobre el aumento de las cifras de personas con sobrepeso u obesidad en nuestro país y en muchos otros de la Unión Europea, que parecen seguir el mal ejemplo de Estados Unidos. También se alzan voces clamando contra la pérdida del hábito de comer saludablemente y contra (paradójicamente) la ausencia de tallas grandes. ¿Estamos exagerando en este sentido?

Una epidemia supone un aumento inusual de casos, claramente superior a lo esperado normalmente. Para algunos expertos escépticos con esta "epidemia", la obesidad tiene dos problemas de definición: primero, debemos definir qué es realmente el sobrepeso. Según estos, la mayoría de estadísticas que definen esta situación datan de 1960, sin que se hayan actualizado en las últimas décadas.

Por otro lado, para los escépticos, la relación entre obesidad y riesgo de muerte tampoco es consistente, sino más bien arbitraria. Lo mismo sucede con la asociación entre obesidad y otras enfermedades.

Sin embargo, otros expertos consideran que la "epidemia" es real y que la obesidad puede relacionarse directamente con un aumento del riesgo de mortalidad y con otras enfermedades, notablemente con la diabetes.

Yo personalmente creo que la epidemia de obesidad es totalmente real. Las predicciones sobre el impacto que la obesidad pueda tener sobre nuestro sistema sanitario apuntan a que tendrá un efecto claro, aumentando los costes asistenciales e incluso reduciendo nuestra esperanza de vida en las próximas décadas.

Lamentablemente, no disponemos de tratamientos médicos efectivos. La cirugía de la obesidad, no exenta de riesgos, se circunscribe todavía a aquellos casos más graves. Deberemos confiar en la adopción de medidas de salud pública más efectivas para poder enfrentarnos con ciertas garantías de éxito a este problema.

Sin embargo, ¿qué medidas se pueden adoptar en un sistema democrático sin colisionar con la libertad individual de cada uno de los ciudadanos? Parece tarea difícil: únicamente podemos confiar en la educación sanitaria y en la convicción de que cada uno de nosotros es responsable de su propia salud.

No imagino una sociedad sin hamburguesas con queso, ni pasteles, ni cerveza.

Sí que puedo imaginar una sociedad donde la gente consuma estos productos con moderación y base su dieta habitual en alimentos más sanos (legumbres, frutas, verduras, pescado), haga más ejercicio regularmente (necesitaremos para ello más tiempo libre e instalaciones) y dote al sistema sanitario de recursos suficientes para tratar adecuadamente a los pacientes obesos.

Lo que no sé es como lograrlo...


Antoni Trilla es jefe del Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Clínic de Barcelona, profesor agregado de Salud Pública en la Universidad de Barcelona e investigador asociado del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS) y del Centro de Investigación en Salud Internacional de Barcelona (CRESIB).


[Fuente: elmundo.es]

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