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El túnel que unirá Europa y Asia


• Construcciones •


 

 

■ El Gobierno de Turquía aprueba la construcción de una estructura subterránea que enlazará la orilla europea de Estambul con su margen asiática / Las obras del proyecto no finalizarán hasta el año 2015 .

Asentada sobre una geografía caprichosa, Estambul, la histórica ciudad de Turquía, se ve obligada a tender nuevos vínculos entre su orilla europea y la margen asiática de la ciudad.

Hace lustros que esta gran urbe es un hormiguero humano y sufre una catástrofe de tráfico que colapsa la rutina y vicia el aire del Cuerno de Oro. Para paliar esta escalada insalubre y desesperante, la Administración turca y el Ayuntamiento de Estambul aceleran la puesta en marcha de soluciones. A los célebres puentes que suturan la metrópoli se sumará otro audaz alarde de ingeniería: un túnel ferroviario bajo las aguas del estrecho del Bósforo que ha de enlazar la zona turística y comercial del oeste con el principal sector residencial situado en el este.

 

Bautizado ya como Marmaray, el túnel descansará a 56 metros, sobre el lecho del mar. Semejante profundidad le valdrá su inclusión en el libro Guinness como el paso subacuático más profundo del planeta. Otros túneles, como el Túnel de la Mancha o Eurotunel, la estructura que conecta Francia con Gran Bretaña, alcanzan una profundidad mayor bajo tierra, pero el túnel de Marmaray será el tubo subacuático más profundo de todos los que se han construido sobre el lecho del mar.

La longitud total del túnel será de 13,3 kilómetros, de los cuales 1,8 viajarán por el fondo marino del Bósforo, el cordón umbilical entre el mar de Mármara y el mar Negro. Cuando finalicen las obras, las estaciones Gebze y Halkali, ambas separadas por las aguas, quedarán abrochadas por un corredor ferroviario de 76 kilómetros.

Para reforzar la red, está prevista la construcción de cuatro nuevos andenes subterráneos y 37 estaciones en la superficie, hasta alcanzar una capacidad de 75.000 pasajeros por hora. En Yenokapi, un enclave de la red de Cercanías y del suburbano, se montará un moderno intercambiador.

Largo plazo

Portavoces del Ministerio de Transporte turco y la empresa pública de ferrocarril (TCDD) se muestran exultantes con el cariz de la obra, porque resolver los insufribles atascos de tráfico de cada día en Estambul se ha convertido en asunto de Estado. Pero la deseada fluidez no llegará hasta el año 2015. Y todo apunta a que no antes de 2006 estará rematada la primera fase. En todo caso, tanta demora no impacienta.

Estambul coquetea con este faraónico proyecto desde el año 1979.Por aquel entonces, el Gobierno turco y la norteamericana Agencia Internacional del Desarrollo ya sopesaron la viabilidad que podía tener el túnel. Llegaron las primeras divisas y se realizaron los estudios preliminares y los análisis geológicos y marinos, pero finalmente el asunto quedó postergado.

Hasta dos millones de dólares (aproximadamente la misma cantidad en euros) fueron necesarios para redactar aquel lejano informe que ahora cristaliza. El dossier no olvida mencionar los considerables riesgos de una obra de estas características en una zona en la que son habituales las convulsiones sísmicas. Entre líneas, el débil erario del país y la incertidumbre sobre el futuro ingreso de Turquía en la Unión Europea desaconsejaban esta obra.

Aunque los inconvenientes se sucedían, el panorama se despejó en diciembre del año pasado. Los 870 millones de dólares conseguidos por merced de un crédito de la fundación japonesa OECF (Overseas Economic Cooperation Fund), daban luz verde al túnel de Marmaray.

Entre las empresas que ahora pujan en la licitación de la obra se encuentran constructoras niponas y coreanas, todas ellas expertas en infraestructuras subacuáticas y que garantizan que el tubo resistirá los embates de los terremotos.

«En realidad sería más apropiado hablar de un falso túnel o de tubería, aunque no conduzca fluidos. Túnel es un término inexacto porque no se trata de una construcción horadada en la roca. De todas maneras, túnel es aceptado casi universalmente», explica José Javier Díez, catedrático de Oceanografía por la Universidad Politécnica de Madrid.

Tensión sísmica

Su testimonio aclara algunos interrogantes que se han planteado en torno a la construcción. «La placa africana y la euroasiática ejercen una gran tensión sísmica en la zona. Afortunadamente, la tecnología existente hoy en día ha minimizado los riesgos.Además, la recubierta de hormigón, el anclaje al fondo del mar para que la construcción no reflote y los materiales anticorrosión garantizan el éxito de la obra», asegura Díez. «La presión oceánica del estrecho del Bósforo -547.000 kilómetros cúbicos de agua y seis atmósferas- tampoco es un inconveniente», añade.

Las inversiones económicas necesarias para que nada falle en el túnel de Marmaray son astronómicas. De hecho, se necesitarán 1.550 millones de dólares para poder materializar esta alternativa al caos del tráfico rodado.

 

[Fuente: el mundo]

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