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Biografía.- Rafael Termes


• BIOGRAFÍAS


Ejemplar. Fue miembro de la Academia de Ciencias Morales.

♦ {5-XII-1918 25-VIII-2005}

► Rafael Termes. Un banquero honesto e independiente

Banquero. Nació en Sitges (Barcelona), donde se doctoró en Ingeniería Industrial. Defensor de las ideas económicas liberales y miembro del Opus Dei, fue presidente de la Asociación Española de Banca Privada. Era caballero de la Legión de Honor francesa. En 2003 obtuvo el Gold Mercury Award en Economía.

Tomé mi primer contacto con Rafael Termes cuando era el presidente de la Asociación Española de Banca, la AEB, la entidad corporativa, pero ya sin ningún tipo de apoyo del sector público, que había sustituido al Consejo Superior Bancario. Me llamó para pedirme un dictamen, como economista, ante una torpe actuación que se cernía sobre la banca privada y que parecía capaz de complicar mucho más las cosas cuando hacia 1980 rugía la crisis bancaria, que iba devorando banco privado tras banco. Me convocó en el despacho de la AEB, juraría que hacia la calle de Lista, para recibir mi trabajo. Me lo encontré con un atuendo curioso para un banquero: unos pantalones bombachos, unas botas gruesas, un jersey y una camisa sin corbata. Leyó mi texto y quedé un poco asombrado ante lo que me decía: "Está perfecto, y me parece que por su mano la economía viene en nuestro auxilio. Por eso hoy haré con alegría mi paseo hasta el Montón de Trigo".

Me di cuenta entonces de que era un montañero y, cuando en años sucesivos entablé el preludio de una amistad, que se volvió muy firme a partir de su ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, en noviembre de 1992, siempre me hablaba de sus paseos por la montaña. Un día añadió: "Mi afición, como sucede siempre, surgió en muchos lados, pero creo que donde se me afianzó más fue en nuestra guerra, cuando al ser yo alférez provisional, ¡lo que tuve que andar por toda clase de montañas, veredas, vados y navas! Ahora a veces recuerdo aquello y noto el romanticismo que siempre genera el contacto con la naturaleza.

Entendía mucho de banca. Ya en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, una vez cada curso, nos leía un informe precioso de cómo contemplaba la evolución de la banca privada. No era precisamente un hagiógrafo. Si era oportuno el criticar su actuación lo hacía del modo implacable con el que se comportaba cuando adoptaba talantes de investigador. Naturalmente, su Banco Popular también era comentado, y salía muy bien librado de la confrontación con los otros protagonistas del sistema crediticio español.

Con suavidad le comenté en una ocasión que algún pecado tendría asimismo su banco. Recuerdo cómo respondió lo que sigue, con extraordinaria rapidez. Entonces ya habíamos pasado a tutearnos. Lo que escuché fue esto: "Pues claro que tus cifras salen espléndidas, como puedes contrastar en las páginas de The Banker año tras año. Es muy sencillo. Nuestro banco inició su vida como consecuencia de la acción benefactora derivada de la encíclica Rerum Novarum. Por una parte, una sociedad de seguros tontina, esto es, de las que seguían el modelo de Tonti, y por lo tanto, muy mal montada desde el punto de vista actuarial y, al mismo tiempo, muy extendida en España, los Previsores del Porvenir, tenía que ser liquidada. Simultáneamente, unos católicos muy vinculados con el inicio de lo que se llama Doctrina Social de la Iglesia, habían fundado el que se denominó Banco Popular León XIII. Se pensaba que se dedicarían a recibir depósitos de gente de renta escasa, y a negociar con ellos posibles préstamos. La fusión iba a salvar a los Previsores del Porvenir. Surgió así un banco de nombre larguísimo: Banco Popular León XIII de los Previsores del Porvenir. Lo que existía en sus pasivos era dinero de gente de muy bajos ingresos. Había que cuidar su inversión porque, súbitamente, podían precisar retirarlo. Nada de tener grandes grupos industriales como el resto de los bancos. Exclusivamente casi, créditos a corto plazo —como el descuento de letras de cambio— y mucha, mucha liquidez. (...) Ahora, al observar tantas potentes instituciones de crédito en la escombrera, se ve que no hemos estado, históricamente, descaminados. Y eso, además, nos ha dado fuerza y capacidad para negarnos a entrar en esa especie de búsqueda de amparo que es la financiación de todos los partidos políticos de alguna significación, para pretender estar al plato y a las tajadas, que es, desde el punto de vista estético, y no sólo desde el ético, bastante repugnante".

Sólo me pidió un favor. Un día en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, cuando se acercaba la canonización de San Josemaría Escrivá de Balaguer, se me acercó y me preguntó si yo, ajeno al Opus Dei y estudioso de las doctrinas económicas que han modelado la economía occidental, tendría inconveniente, casi si me atrevería, para un libro que celebraría esa subida a los altares, y haciéndolo yo con toda libertad, a escribir sobre el pensamiento económico del autor de Camino. Cuando le contesté afirmativamente, me contestó: "¡Jamás olvidaré tu gesto!" Así, con aquella cara radiante, me gusta recordarle siempre.

[Fuente: Juan Velarde, catedrático de Economía, es consejero del Tribunal de Cuentas]

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