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Biografía.- Catalina la Grande,


• BIOGRAFÍAS


♦ Miembro de la aristocracia alemana, se casó en 1745 con el que más tarde sería Pedro III. En 1762 apoyó un golpe de Estado y asumió el trono. Soberana ilustrada, mantenía correspondencia con Voltaire y recibió a Diderot en la corte. Reformó la administración, pero extendió la servidumbre.

► Catalina la Grande, la zarina que modernizó la Rusia imperial

Bajo su mandato, Rusia alcanzó la dimensión de potencia hegemónica en el este de Europa. De formación ilustrada, se carteó con los enciclopedistas franceses y recibió asesoramiento filosófico del propio Denis Diderot. Mujer leal con su país adoptivo y pasional en el amor, coleccionó un buen número de amantes que le proporcionaron la obtención del poder absoluto y el heredero de su trono.

Sofía Federica Augusta de Anhalt-Zerbst vino al mundo en Stettin (Pomerania, actual Polonia) el 2 de mayo de 1729. Pertenecía a una rancia familia aristocrática alemana que esperaba la llegada de un varón, por lo que padeció la indiferencia de su madre durante algún tiempo. Este asunto no la privó, en cambio, de recibir la mejor instrucción académica que se podía otorgar a una fémina en aquella época.

La joven Sofía leyó con avidez los escritos provenientes de la Ilustración francesa, con predilección hacia los textos de Montesquieu, autor que le influyó notablemente a lo largo de su vida. Por mor del destino fue la elegida para desposarse con el gran duque Pedro, nieto del zar Pedro el Grande y heredero al trono ruso.

Nada más llegar a San Petersburgo, la bella joven decidió adoptar la religión ortodoxa, cambiando su nombre por el de Ekaterina (Catalina) Alexeivna. La boda se celebró en Kazán el 21 de agosto de 1745 y fue oficiada por el obispo de Novgorod en mitad de una inmensa fastuosidad. Según se dice, este acto ha pasado a la Historia con el más lujoso de todos los siglos, pues en él se dieron cita el máximo esplendor de las cortes europeas sumado al exceso económico del aparato imperial ruso.

En estos primeros años de matrimonio, Catalina hizo alarde de su ilustrada cultura aprendiendo con rapidez el idioma ruso mientras imponía la lengua francesa entre las elites que frecuentaban las estancias palatinas de San Petersburgo.

No obstante, el distanciamiento entre los cónyuges se hizo visible desde el principio. El futuro Pedro III, aquejado de fimosis, se distraía jugando con soldaditos de plomo y persiguiendo doncellas por su palacio. Por su parte, la fogosa Catalina tuvo que soportar ocho años de virginidad matrimonial con la consiguiente desesperación para la zarina Isabel. La hija de Pedro el Grande no estaba dispuesta, ya que no tenía hijos, a quedarse sin un heredero de su corona y eligió al apuesto noble Sergey Saltykov como amante oficial de Catalina. Esta unión solucionó el problema sucesorio cuando nació Pablo, futuro zar de Rusia, aunque sin una gota de sangre Romanov.

En 1762 Pedro III —ya proclamado zar— sufrió un golpe de Estado apoyado por su propia mujer. Ésta, con ayuda de cuatro regimientos de la guardia imperial y de los hermanos Orlov, consiguió derrocar a su marido y asumió ella misma el trono de Rusia. Desde entonces, se manifestó como una férrea gobernante fortaleciendo las estructuras internas de su Estado, a la par que concedía un poder ilimitado a la aristocracia, asunto que marcaría sensiblemente el devenir de los acontecimientos en la Rusia zarista con el establecimiento de la servidumbre cuasi esclavista. Esta mano de obra barata hizo crecer la economía, manejada por un pequeño grupo de terratenientes. Esta situación fue, a la postre, el principio del fin para la forma de gobierno imperial.

Asimismo, Catalina impulsó una política exterior sumamente agresiva con diversas guerras que afianzaron el poder ruso en Europa oriental. Participó en 1772 en el primer reparto de Polonia, conquistó Lituania y fundó ciudades como Sebastopol o Jerson.

En el capítulo cultural dio máxima prioridad a la penetración de las corrientes ilustradas que llegaban desde Francia, se carteó con Voltaire y propició la llegada a su corte del filósofo Denis Diderot, al que le unía una gran amistad.

Otorgó importancia relevante a la fundación de escuelas y universidades, incluidos los primeros centros en los que se impartía educación académica a las mujeres. Pero una de las facetas más comentadas de la vida de la zarina fue la sentimental. Se le atribuye una legión de amantes, si bien sólo alcanzaron la categoría de favoritos oficiales unos 10, entre los que destacaron Gregory Orlov y Gregory Potemkin, personajes fundamentales que supieron asesorar a la zarina en los momentos más delicados.

El 17 de noviembre de 1796 Catalina la Grande se disponía a tomar un baño cuando sufrió un ataque fulminante de apoplejía que acabó con su vida. Fue enterrada en San Petersburgo con gran solemnidad entre los nobles a los que tanto favoreció. No en vano, su brillante y decisiva actuación abrió el camino de Rusia como gran potencia hacia la modernidad.

[Fuente: GASPAR MEANA ]

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