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La mejor cerveza del mundo

• BEBIDAS


► .La mejor cerveza del mundo

■ Agotada la mejor cerveza del mundo . Los monjes de la abadía de Saint Sixtus, en Bélgica, se han visto desbordados ante la demanda por su famosa cerveza, la Westvleteren. ¿Trabajar para vivir o vivir para trabajar? Los monjes de la abadía de Saint Sixtus, en Bélgica, parecen tenerlo bastante claro, por mucho que el mundo exterior no los comprenda. Ellos “hacen cerveza para vivir, pero no viven para hacer la cerveza”, explica Mark Bode, uno de los hermanos seglares que hace las veces de portavoz para el resto de esta abadía belga, donde se ha hecho voto de silencio. Pero en la actualidad los monjes están “superados” por la atención mediática desatada desde que una página web que tiene su origen en Estados Unidos y que a menudo es frecuentada por los máximos amantes de la cerveza (www.ratebeer.com), los colocó en el mapa en junio pasado. Sin embargo, en la abadía se dice que nada hará cambiar de forma de vida.

Miles de concursantes emitieron sus votos sobre 30 mil tipos de cerveza y coincidieron en clasificar como “la mejor del mundo” a la Westvleteren 12 -10,2 grados de alcohol-, uno de los tres tipos de trappiste que es elaborada por esta abadía, en una limitadísima producción. “Una cerveza marrón rojiza, rica, afrutada”, con rastros de “caramelo, chocolate” y “una complejidad de sabores que se van descubriendo conforme baja el vaso”, cuentan quienes han podido degustar del espumoso brebaje. La limitada producción de esta cerveza -sólo 4 mil 750 hectolitros- se suele agotar al final de cada verano. Sin embargo, esta temporada el almacén se ha vendido apenas en cuestión de semanas. “Todas nuestras existencias están agotadas, póngase en contacto con nosotros más adelante”, advierte el contestador automático de la abadía, situada al oeste de Bélgica, cerca de la frontera con Francia, a la altura de Calais.

Hay que mencionar que la Westvleteren es una de las pocas cervecerías tipo trappiste que queda en Bélgica y en el mundo, la de menor producción de todas. Las otras cinco son Westmalle, Achel, Chimay, Rochefort y Orval. La calificación de trappiste sólo se obtiene si se cumplen algunos requisitos fundamentales, entre ellos que los monjes trabajen en su producción, que la cervecería se encuentre dentro de la abadía y que los beneficios vayan dirigidos sólo a la comunidad o a alguna obra social. Los 26 monjes de la comunidad de Saint Sixtus (www.saintsixtus.be) viven para la reclusión, la oración y el trabajo manual. Ahora esta noticia los ha pillado de sorpresa. Pero la algarabía exterior no ha traspasado los muros de su abadía y ellos han seguido con su ritmo normal de vida. “No se plantean aumentar la producción, son anticomerciales, piense lo que piense la gente”, asegura Bode, un buen conocedor de los hermanos Saint Sixtus, porque pasó un año recluido con ellos, “en busca de silencio y paz”. Una parte importante del atractivo de la Westvleteren 12 reside en que no se comercializa desde hace más de 60 años. Sólo puede comprarse en la tienda de la abadía o el café adyacente y su venta está limitada a cinco cajas de 24 botellas por persona -a 27 euros la caja, unos 18 mil pesos chilenos-, bajo la promesa de que este paquete no será revendido más tarde. Ahora, la cantidad de cerveza que se produce en la abadía está determinada por las necesidades de financiación de la comunidad, ni un litro más allá de esa contabilidad.

La hoy apetecida cerveza fue elaborada por primera vez en 1838. El contrato de los obreros que construían el claustro señalaba que tenían derecho a una cerveza al día. En un principio, los monjes la compraban hasta que decidieron producirla ellos mismos, si bien no estaban autorizados a probarla de acuerdo con sus estrictas reglas internas. Tal contrato es hoy impensable y su pequeña producción ha sido nombrada número uno del mundo por los amantes de la cerveza. Los monjes han conocido de primera mano “los peligros del éxito” y la presión mediática, pero la abadía sigue decidida a mantener intacta su rutina monacal.

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