◄ ¡ Hola ¡ Saludos desde MÉRIDA (España). Ciudad romana y Monumental. Si puede, no deje de visitarla. │◄ Hello! Greetings from MERIDA (Spain) Roman and Monumental City. If it can, it does not let visit it │◄ Bonjour ! Salutations de la ville romaine et monumentale de MÉRIDA (Espagne). Si elle peut, elle ne laisse pas la visite il. │◄ Hallo! Grüße MÉRIDA (Spanien) von der römischen und hervorragenden Stadt. Wenn sie kann, läßt sie nicht Besuch es. │◄ Ciao! Saluti dalla città romana e Monumental de MERIDA (Spagna). Se può, non lascia la chiamata esso. │◄ Hello! Cumprimentos da cidade Roman e Monumental de MERIDA (Spain). Se puder, não deixa a visita ele.

La Ausencia

• CRÓNICA DE SOTOANCHO


► La ausencia.

p align="justify">■ Desde que murió Mamá, nadie ha entrado en sus dependencias, excepto María, su doncella y ponebaños, a la que he heredado para que me planche las camisas, que lo hace de dulce de membrillo.

Ahí está su colección de solideos papales –sólo le faltaba el de Juan Pablo I, que no tuvo tiempo para adquirirlo por su precipitación en marcharse de este mundo–, y en la mesa de las fotografías, la que ella trucó con el Generalísimo y doña Carmen posando sonrientes con nuestra casa de fondo, cuando ni Franco ni doña Carmen nos visitaron jamás en La Jaralera. Ahí su colección de cajitas de plata y objetos de “Vermeill”, con un huevo de pascua que según ella, regaló Fabergé a su abuela dejando a la zarina con un palmo de narices. He ordenado que se reúnan todas sus pertenencias para hacer cumplir con su testamento, y posteriormente convertir su zona privada en la ilusión de mi vida. Un inmenso y británico salón con una mesa de billar en el centro con el fin de procurarme alguna diversión. Salón que cubriré en su totalidad con una alfombra de la Real Fábrica de Tapices con objeto de celebrar el año que viene el Campeonato de Canicas Sobre Alfombras de la Real Fábrica de Tapices en casa, como así se ha establecido, y que me dará la oportunidad de ganar –¡al fin!– , el preciado “Bolón de Oro”.

Con el joyerío me tengo que tentar los dídimos, porque las joyas que le vinieron de su familia las debo repartir entre sus parientes de sangre, en tanto que las de Casa, las de Sotoancho, me las quedo yo, que de tonto no tengo un pelo, aunque algunos lo crean. La verdad es que el primer golpe con el salón y el cuarto de mi madre no me ha despertado excesiva melancolía. Sinceramente, no tenía buen gusto. Mezclaba lo inglés con el estilo “remordimiento” español, y abusaba de las imágenes y los óleos religioso. Todo esto se lo regalaré a las monjitas que la acogieron cuando decidió que tenía vocación y se largó de casa. Le duró la vocación lo que a mí un “whisky” con hielo y agua a las nueve de la tarde.

Su dinero, que era muchísimo, lo he repartido de la siguiente guisa: el 50% para mis hijos, que podrán hacer uso de él al cumplir los 18 años, y el otro 50% en obras de caridad y entre mis empleados. Estos últimos están felices porque le corresponden a cada uno 4 millones de euros, y a mí me alegra hacer feliz a los demás. Lo que es mío, lo administro, y lo que me viene, lo comparto o lo regalo. Además, actuando de esta manera avergüenzo a los que votan al Partido Comunista, porque un marqués feudal que distribuye sus bienes entre los trabajadores no puede ser considerado corriente. Mamá no está y hay que seguir viviendo. A partir de hoy, todos los que viven en Casa y me han servido con lealtad y paciencia –sobre todo, soportando a mi madre–, son ricos.

[Fuente: Alfonso Ussía]

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