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SALUD Y FUERZA DE... CABALLO

«Yasaq», caballo de La Rocina, un ejemplar bien sano: ojos brillantes y sin legañas.
Con la salud y la fuerza de un caballo

La alimentación y el tipo de vida condicionan el estado de estos robustos animales Cólicos y fiebres son las enfermedades más comunes de los equinos Pérdida de apetito o tristeza, algunos de los síntomas de su malestar.

Animales dóciles, serviciales, honestos y testarudos, los cabellos también necesitan del cuidado y atención de sus dueños por lo que, antes de que den muestras evidentes de su enfermedad, se puede intuir si no se encuentran bien. Los caballos intentarán llamar la atención y se comportarán de forma distinta a la habitual, pero no se debe llegar a ver a un equino abatido, cabizbajo, melancólico y con mal color para actuar.
Según Silvia Doná, veterinaria especializada en animales ecuestres del Hospital Veterinario Sierra de Madrid, la urgencia más común por la que se llama es por los cólicos. «Los síntomas principales son el dolor abdominal, rascarse la barriga y el aumento del ritmo cardíaco», asegura Doná. Otra señal es el cambio de la mucosa, normalmente es rosada «pero ésta se vuelve morada o con un halo alrededor». Cecilia Vicente, monitora de equitación de La Rocina en Colmenar Viejo, Madrid, detecta cuándo un caballo tiene un cólico «cuando éste tiene la mirada apagada, se revuelca, se tumba en la cuadra, se busca el estómago y cuando no ha estercolado».
La segunda razón por la que se suele llamar al veterinario es por casos de fiebre. Aunque normalmente los dueños suelen llamar diciendo que «mi caballo no come, o mi yegua está triste», son consecuencias de la fiebre o de un cólico. Para saber si este animal tiene décimas, se puede averiguar tocando las orejas, y si la temperatura de los cascos es distinta de uno a otro. Las legañas amarillas advierten de una posible infección.
La tos y el aumento de las mucosidades indican un posible constipado. Aunque en ocasiones también podría tratarse de alergia. No depende de las razas ni de la edad el que un animal ecuestre se ponga más veces enfermo que otro. «Únicamente tiene que ver con la alimentación y el tipo de vida que lleve el caballo», afirma Doná. Por ejemplo, los caballos que compiten suelen necesitar a un médico por tener una cojera o una lesión muscular.
Sin embargo, «hay caballos que por suerte no ven a un veterinario en toda su vida, bueno sí, anualmente para vacunarse», comenta Doná. Y es que hay que vacunar anualmente del tétano y dos veces al año de influenza.
También se debe desparasitar, como mínimo tres veces al año, para que esté perfectamente sano.
Esther S. Sieteiglesias / Madrid

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