El Gobierno de Canadá autorizó en 2006 la muerte de 335.000 focas. En 2007 la cifra se ha reducido a 270.000. Las pieles, la carne y la grasa de estos animales son la causa de la explotación comercial a la que han sido sometidos. Además de la caza, las poblaciones de focas están cada vez más amenazadas por el impacto derivado del cambio climático en los hielos árticos. A ellos se suma la caza comercial indiscriminada, que pone cada vez más en peligro la procreación de esta especie.
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