◄ ¡ Hola ¡ Saludos desde MÉRIDA (España). Ciudad romana y Monumental. Si puede, no deje de visitarla. │◄ Hello! Greetings from MERIDA (Spain) Roman and Monumental City. If it can, it does not let visit it │◄ Bonjour ! Salutations de la ville romaine et monumentale de MÉRIDA (Espagne). Si elle peut, elle ne laisse pas la visite il. │◄ Hallo! Grüße MÉRIDA (Spanien) von der römischen und hervorragenden Stadt. Wenn sie kann, läßt sie nicht Besuch es. │◄ Ciao! Saluti dalla città romana e Monumental de MERIDA (Spagna). Se può, non lascia la chiamata esso. │◄ Hello! Cumprimentos da cidade Roman e Monumental de MERIDA (Spain). Se puder, não deixa a visita ele.

HACKERS, A POR ELLOS

Pornografía infantil. ¡Cuanto hijo de p-piii-ta hay suelto!
Con todo el tiempo que yo tengo libre, si fuera un 'hacker', me uniría a vosotros para poder acabar can tanto hijo hijo de p-ííí-ta suelto. Vaya desde aquí al menos mi animo en vuestra causa, que no es pequeña.
‘Hackers’ contra la pederastia Comunidades de ‘hackers’ inician su particular lucha para acabar con el sexo con menores en la red.
Gina, de 13 años, Grace, de 12, Marsha o Daniela, ambas de 14 años. Todas ellas aparecen en actitud insinuante, con la falda cuidadosamente levantada o enfundadas en sexy ropa interior infantil, en una página web que anuncia niñas modelo. Otra página muestra imágenes donde menores practican sexo explícito con adultos, entremezcladas con imágenes de mujeres desnudas con aspecto aniñado, travestis que se acarician o escenas pornográficas calificables como ‘hardcore’. Además aparecen dibujos ‘manga’ en los que una niña es penetrada por una máquina con largos brazos fálicos, ilustraciones donde un menor desnudo es azotado por dos adultos o actos de violencia sexual donde la sangre tiñe el cuerpo de una pequeña. Son imágenes que están en la Red. A tan sólo un clic. Páginas donde los contenidos ilícitos se encuentran al alcance de cualquiera, sin ningún tipo de restricción o contraseña, o mensaje que advierta de la naturaleza de esas imágenes. El intercambio de fotografías y vídeos de sexo con menores a través de internet y teléfonos móviles tiene un vasto camino en donde sus autores pueden moverse a sus anchas. En España, en 2006, 292 personas fueron detenidas o imputadas por estar relacionadas con un delito de pornografía infantil, 191 más que en 2005. Ese mismo año, en Chile las denuncias por casos de sometimiento sexual a menores se duplicaron con respecto al año anterior, convirtiendo al país andino en un “paraíso de la pedofilia”, tal y como lo calificaron expertos chilenos en la página web de la Red Peruana contra la Pornografía Infantil. El grupo Eurohacker lanzó la posibilidad de colapsar los servidores chilenos si las fuerzas de seguridad del país no obtenían “resultados ya”. Ana Rosa Maza
Pedófilos atrapados en la red Cuando los niños se erigen en protagonistas de la actualidad hay que echarse a temblar, porque nueve de cada diez veces lo son en negativo, convertidos en víctimas.
Un grado de asqueo ciudadano que aumenta cuando se habla de pedofilia, en cualquiera de sus versiones, aunque la más moderna y la más repetitiva últimamente se refiere a la informática o, mejor dicho, a la cibernética.
Ya sabemos que internet es universal, que resulta imposible ponerle puertas al campo, que las fuerzas de seguridad se enfrentan a unos delincuentes que operan desde insospechados puntos del planeta —normalmente desde aquellos donde existe un menor control y que ofrecen, por tanto, mayores dificultades para su persecución— y que todavía no existe una policía global que sea capaz de actuar con celeridad contra este tipo de delincuentes.Pero conformarnos con esta explicación y sentarnos a esperar a que —como decía aquél— el tiempo resuelva el problema resulta exasperante, sobre todo porque basta con poner en cualquier buscador palabras tan sencillas como ‘lolita’, por ejemplo, para que nos ‘llueva’ la información que nos conduzca a fotos explícitas o no explícitas de menores practicando sexo.
Nuestra sociedad, ésa que se proclama moderna y defensora de los valores y derechos de la infancia, debe exigirse más a sí misma y combatir con energía estos delitos en los que están implicados los menores.Los gobiernos se escudan en la globalización, en la trasnacionalización de las páginas o servidores, y por lo tanto, en la necesaria y de momento ineficaz acción conjunta de Naciones Unidas para combatir esta lacra.
Pero la responsabilidad va por barrios. En estas fechas en las que la SGAE se dedica a perseguir a cuanto pirata exista, en las que las empresas ofrecen cifras millonarias a quienes delaten el uso fraudulento de software, en las que Bill Gates se enfurece porque le ‘violentan y copian el sistema’... no parece preocuparles el uso fraudulento que hacen de su tecnología.
Aseguran que destinan buena parte de fondos de sus fundaciones a combatir la pedofilía. ¿Lavado de imagen?... De todo un poco. Del mismo modo que protegiendo su inversión y su investigación persiguen sin piedad —atacan— los servidores donde se ofrecen copias piratas o emuladores, podrían poner un poco más de énfasis en combatir ese uso innoble que consiste en usar sus patentes y sus redes para colocar estos repuganantes contenidos.
Y ante tanta desidia han tenido que ser los ‘hackers’—los piratas buenos— los que han declarado la guerra a la pedofilia por sus medios y a sabiendas de que sus acciones pueden ser consideradas delictivas.

0 comentarios: