Tumbas perdidas.
Por Paloma B. Chamorro
Los restos de Genghis Khan, Alejandro Magno o Cleopatra se han perdido con el paso del tiempo. Los arqueólogos se afanan por encontrar a los más insignes personajes de la historia y, en ocasiones, la búsqueda llega a buen fin.
Cuentan las crónicas que, para evitar el saqueo de su tumba, Genghis Khan ordenó ser enterrado en un lugar de difícil acceso. Siguiendo sus disposiciones, cuando llegó el momento, en el año 1227, cientos de hombres cavaron un pozo de 50 metros, introdujeron el cuerpo, lo rodearon de riquezas y esclavos, y, tras cubrir la sepultura, apisonaron la tierra con sus caballos.
Al no parecerles suficiente, plantaron árboles en la superficie, una guarnición permaneció allí hasta que desapareció todo vestigio de actividad humana y quienes conocían su localización exacta fueron ejecutados.Las medidas tomadas no fueron en vano. Todavía hoy el sitio en que descansan los restos del Gran Khan continúa siendo uno de los grandes misterios de la historia. Siguiendo la estela de Heinrich Schliemann, que se empeñó en demostrar que Troya no era solo una leyenda, Howard Carter, artífice del hallazgo de la tumba de Tutankamon y, más recientemente, el peruano Walter Alva, que se topó con el Señor de Sipán, expediciones de todas las nacionalidades se afanan año tras año por sacar a la luz un tesoro que llevaría a su descubridor a las cumbres más altas de la arqueología.Precisamente es en las alturas donde José Luis Corral, profesor del Departamento de Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza, cree que hay que buscar a Genghis Khan. “Fue llevado desde el norte de China, donde murió, hasta Mongolia y allí, en la tierra de los antepasados, en un lugar llamado BurKhan Jaldun, fue enterrado”. El problema es que el territorio en que se podría hallar “tiene algo menos de 1.000 kilómetros de este a oeste y una anchura de norte a sur de unos 250 kilómetros; además, es una zona de montaña muy complicada, ahí empieza la taiga siberiana, de bosques impenetrables, sin carreteras, con mosquitos del tamaño de pájaros en verano y 40 ó 50 grados bajo cero en invierno. A todo ello se une que hay cientos de tumbas de príncipes mongoles sin excavar... Es como buscar una aguja en un pajar”, explica Corral.(...)
Fuente: Qdq
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