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La crisis financiera centra el primer debate entre Obama y McCain

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Obama se dirige a McCain en un momento del debate en Oxford, Misisipí. (Foto: AFP) Obama se dirige a McCain en un momento del debate en Oxford, Misisipí. (Foto: AFP)

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XFORD (EEUU).- La crisis financiera irrumpió en el primer debate entre Barack Obama y John McCain, que inicialmente iba a dedicarse exclusivamente a discutir política exterior y de defensa. El moderador, el veterano periodista de la televisión pública Jim Lehrer, arrancó con un claro "¿Dónde se sitúan ustedes con respecto al plan financiero [de rescate a Wall Street, que lleva siendo negociado desde hace más de una semana]?".

LOS CANDIDATOS DEJAN CLARAS SUS DIFERENCIAS  

  • El cara a cara iba a dedicarse exclusivamente a política exterior y de defensa
  • El moderador no dudó en introducir primero el tema estrella de la semana
  • Ambos aspirantes volverán a debatir el próximo 7 de octubre en Tennessee

Como buenos políticos, Obama y McCain se salieron por la tangente. Sin embargo, ambos dejaron claras sus diferencias. En las propuestas y en el estilo. Tanto Obama como McCain utilizaron el término "Main Street", que en EEUU significa algo así como "el hombre de la calle". Pero mientras el primero lanzó un bombardeo de propuestas, el segundo se limitó a jugar el papel de estadista que busca sólo el bien común y que cree que lo único que necesita EEUU es un liderazgo sólido "que arregle el sistema" y "frene el gasto" en "un Gobierno que está totalmente descontrolado".

Fue el inicio de una batalla dialéctica que subía de tono a cada minuto, con Obama acusando a McCain de "no decir la verdad" sobre las propuestas de política fiscal del demócrata, y con ambos tratando de interrumpirse el uno al otro.

Si algo quedó claro es que tanto Obama como McCain parecen haber pasado definitivamente su luna de miel, y que el enfrentamiento entre ambos es total, a pesar de sus respectivas promesas de romper con la lucha partidista en Washington y reformar el país de arriba a abajo.

Un escenario simbólico

Una reforma que acaso no pudiera tener mejor marco para ser discutida que el de Ole Miss, la Universidad de Misisipí. "Obviamente, celebrar aquí un debate en el que va a participar el primer candidato afroamericano con posibilidades de ganar tiene un significado tremendo", explicaba a un grupo de periodistas extranjeros John Meredith.

Él sabía bien el significado de esas palabras. Su padre, James Meredith, que cumplió 75 años en junio, fue el primer estudiante negro de Ole Miss. Su llegada al campus marcó un hito en la Historia de EEUU. Cuando vieron a un negro entrar en Ole Miss —un término que era utilizado por los esclavos en las plantaciones como signo de respeto hacia las esposas de sus dueños—, los estudiantes, y buena parte de la población de Oxford, se echaron a la calle.

Era septiembre de 1962, y el presidente John F. Kennedy reaccionó enviando miles de soldados a la localidad, que durante unos días vivió en un estado de guerra civil. Hubo dos muertos. Y Meredith acabó entrando en clase escoltado por la Guardia Nacional. Fue el inicio de una carrera como icono político, pero no de los demócratas de Kennedy, sino de los republicanos, porque Meredith es un firme partidario del ala más conservadora del republicanismo.

Así que Oxford es el símbolo de lo que ha cambiado el sur de EEUU. Hoy, queda en ella poco de la vieja aristocracia sureña, con la excepción del recuerdo de su miembro más ilustre, y también más excéntrico: el escritor William Faulkner, cuya casa, situada junto a Ole Miss, se conserva tal y como quedó tras su muerte. Iconoclasta, misántropo y alcohólico, Faulkner nunca se llevó bien con sus vecinos, que se vengaron, al más puro estilo rural, poniéndole un mote cruel: "El conde que no cuenta".

Activistas e indecisos

Este viernes, sin embargo, todos contaban. El campus, enorme para los parámetros españoles pese a ser una institución académica de segunda en EEUU, estaba lleno de activistas. Tres universitarios de la organización Rock The Vote querían que los jóvenes se registrasen para ejercer el derecho al voto, si es posible en favor de Obama.

En las antípodas ideológicas se situaba Brian, de 32 años, quien por la mañana, al levantarse, había puesto, como todos los días, la televisión para ver CBN (Cadena de Radiodifusión Cristiana) y había decidido cambiar sus planes. "Llamé al trabajo y dije que me tomaba el día libre", explicaba, embutido entre dos carteles tan grandes como él con la frase "Volvamos a respetar a Dios en EEUU".

Acaso el campus fuera el marco idóneo para el encuentro en una campaña en la que no sólo hay un afroamericano, sino que ambos candidatos se presentan a sí mismos como la persona que cambiará EEUU. Porque Oxford también reflejaba lo que no ha cambiado en EEUU. En el campus ya hay negros, pero su porcentaje sólo llega al 14% del alumnado, cuando en el conjunto de Misisipí son el 37%. Además, los universitarios afroamericanos son casi todos chicas, ya que los varones de esa raza tienen grandes problemas de adaptación.

Misisipí no es un modelo de desarrollo socioeconómico. Los afroamericanos del estado tienen una tasa de mortalidad infantil similar a la de, por ejemplo, Tailandia. Y, ahora, ha llegado la recesión provocada por el colapso de la burbuja inmobiliaria. "Cada día tenemos menos dinero para llegar a fin de mes", se quejaba Judy, cajera del comedor de Ole Miss. La crisis es lo bastante grande como para hacer que una de las familias afroamericanas más sólidamente republicanas de la región, los Meredith, se planteen votar demócrata. "No puedo hablar por mi padre", explicaba el viernes John, "pero yo he decidido dar mi apoyo a Obama".

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