La serpiente y la lima
■ En casa de un cerrajero
entró la serpiente un día,
y la insensata mordía
en una lima de acero.
Díjole la lima: «El mal
necia será para ti;
¿cómo has de hacer mella en mí
que hago polvos el metal?»
Quien pretende sin razón
al más fuerte derribar,
no consigue sino dar
coces contra el aguijón.
Samaniego
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