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Biografía.- Alfonso II


• BIOGRAFÍAS


♦ Hijo de Fruela I y sucesor de Bermudo I, fue ungido rey de Asturias en el año 791. Protagonizó un largo reinado (más de medio siglo), durante el cual trasladó la capital a Oviedo, sufrió el acoso musulmán y reorganizó la corte y la Iglesia siguiendo las normas godas

► Alfonso II, el monarca que peregrinó al sepulcro del apóstol Santiago

Fue uno de los últimos representantes de la noble estirpe de don Pelayo. Bajo su cetro se apuntaló definitivamente la estructura social y económica del incipiente reino de Asturias, cuyo territorio vinculó al resto de la cristiandad gracias al oportuno descubrimiento, durante su mandato, de la tumba del apóstol Santiago en Galicia. El más longevo de los monarcas astures nació en Oviedo hacia el año 760. Era el primogénito del rey asturiano Fruela I y de la esposa de éste, la noble alavesa Munia. Tras el asesinato de su padre, en 768, su madre y su tía Adosinda [hija de Alfonso I, hermana de Fruela I y reina viuda de Silo] se empeñaron en proteger los derechos dinásticos del pequeño Alfonso. Éste fue enviado –junto a su hermana Jimena– al monasterio lucense de San Julián de Samos, donde ambos recibieron una esmerada instrucción a cargo de los monjes. Esta circunstancia moderó, sin duda, la personalidad inquebrantable del futuro gobernante asturiano, preparándole para asumir el trono con absoluta garantía.

En 792 el ocasional monarca de Asturias Bermudo I, el Diácono, fue derrotado por los musulmanes en la batalla de Burbia (Bierzo-León) y, hastiado, decidió abdicar en la figura de su sobrino Alfonso. Éste sería ungido en septiembre de dicho año sin que, por entonces, nadie pudiera sospechar que aquel joven de profundas convicciones religiosas iba a dirigir el reino durante más de medio siglo.

El proclamado rey casto se empeñó en la recuperación de la vieja tradición goda, dando vigor al uso del Liber Iudiciorum, texto de derecho legal que le permitió un mejor gobierno sobre su pueblo. En 794, Asturias recibió una contundente ofensiva sarracena que devastó Oviedo hasta la ruina. Este suceso permitió al rey Alfonso reconstruir con esplendor la antigua Ovetao para consolidarla como nueva capital del reino en detrimento de Pravia.

En esta época, el soberano logró contragolpear a los musulmanes, ocasionándoles una severa derrota en Lutos, lo que constituyó la primera gran hazaña bélica de los cristianos tras el combate de Covadonga. En este capítulo militar cabe resaltar que el rey Alfonso condujo sus tropas hasta Lisboa, ciudad que asaltó en 798, apropiándose de un abundante botín.

El hecho quedó reflejado de forma documental gracias a una de las tres embajadas que el monarca asturiano envió a la ciudad de Aquisgrán, sede oficial del franco y futuro emperador Carlomagno. Ambos dirigentes eran amigos y compartían el mismo interés por defender sus respectivos reinos de la más que grave amenaza ismaelita. Por otra parte, también les unía el ánimo común de sofocar las llamas de la herejía adopcionista, la cual preconizaba que Jesús era tan sólo un humano elegido por Dios en lugar de su hijo en la tierra.

Dicha doctrina se extendía por buena parte de la cristiandad, incluida Toledo, antigua capital de los godos, por entonces en manos musulmanas.

Es por ello que Alfonso II instauró en Oviedo un obispado con la intención de diferenciar, claramente, su posición religiosa en defensa de los que el monarca creía auténticos valores cristianos.

Teodomiro, obispo de la localidad gallega de Iria-Flavia, comunicó a su rey el supuesto descubrimiento de las tumbas en las que descansaban el apóstol Santiago el Mayor y dos de sus seguidores. La noticia supuso un gran acontecimiento y el propio monarca se convirtió en el primer peregrino que encaminó sus pasos, en compañía de sus nobles más significados, hacia Campo de Estrellas (actual Santiago de Compostela). Allí ordenó levantar una pequeña iglesia de ladrillo que resguardase los restos de tan insigne personaje.

De este modo, quedó establecida una de las arterias principales del orbe cristiano por la que transitarían millones de peregrinos deseosos de rendir culto al discípulo de Jesús. En los años siguientes, Asturias vio incrementar sus fronteras gracias a la eficaz gestión de Alfonso II, con repoblaciones en buena parte de León, Galicia y Castilla. La propia capital se embelleció con magníficos edificios civiles y religiosos, en buena parte diseñados por el célebre arquitecto medieval Theoda. Asimismo, el rey ordenó la construcción de la Cámara Santa que hoy en día custodia, en la catedral ovetense, objetos tan queridos como la Cruz de los Ángeles, la Cruz de la Victoria o la Caja de Ágatas.

En 842 el ya octogenario soberano, cansado y sin descendencia, abdicó en su primo Ramiro I. Al piadoso monarca sólo le restó retirarse a un monasterio para entregar sus últimos días a la oración, falleciendo ese mismo año. Con él se puso fin al linaje instaurado por don Pelayo, aunque a la reconquista iniciada por el paladín asturiano aún le quedarían más de seis siglos hasta culminar con la toma de Granada, en 1492.

[Fuente: Por Juan Antonio Cebrián]

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