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Crónica de Sotoancho

HUMOR


► El helicóptero.

■ He decidido comprar un helicóptero. Está de moda. La ventaja de esta moda es que muy pocas personas pueden hacer uso de ella. Me muevo entre folletos de propaganda y ofertas. Pero no quiero un helicóptero normal, de esos que tienen cara de avispa. Mi pretensión va mucho más allá. Quiero un helicóptero con turbinas y tan seguro como el de los Reyes. Según me explican, desde casa a Sevilla o desde casa a Jerez o al Puerto de Santa María, quince minutitos de nada. Quiero un helicóptero para aterrizar con él en Pineda o en El Buzo, y provocar comentarios y opiniones airadas. Quiero un helicóptero para aterrizar diez minutos antes de que suenen los clarines en el albero de la Real Maestranza de Sevilla, en plena feria, o en el ruedo de la Real Maestranza de Ronda la tarde de la Goyesca. Y fastidiar al personal, único motivo de tener un helicóptero. Porque el helicóptero es carísimo, precisa de un mantenimiento más caro aún, de la contratación de uno o dos pilotos, y al final el helicóptero es una guasa. Pero molesta a los demás. Por poner un ejemplo fácil de entender. Ni los Alba, ni los Medinaceli, ni los Infantado, ni los Medinasidonia, ni los Alburquerque, que son familias y títulos mucho más importantes que los míos, tienen helicóptero. Así que, si mi amigo Alfonso Aliaga me solicita un asiento helicopteril para llegar a tiempo a la corrida de José Tomás en la Maestranza, voy a verme obligado a denegarle su petición con estas palabras: “Lo siento, Alfonso, cómprate un helicóptero. Y si no puedes, un billete en el AVE”. Decidí lo del helicóptero cuando vi la película ‘Rambo’, pero en aquellos tiempos mi dinero estaba en manos de Mamá, que en paz descanse la tía. Un helicóptero que me ponga en una horita en Estoril, en dos en Madrid y en cuatro en Santander. Porque quiero aterrizar en la explanada del Palacio de la Magdalena cuando me inviten a dar un conferencia allí. Es posible, y más desde que la dirigen estos sectarios del PSOE, que no me inviten jamás, pero ahí radica mi triunfo. Puedo ir, y puedo no ir a Santander en helicóptero. Si voy, cómodo para mí; si no voy, molesto para ellos, que no podrían comprar un helicóptero ni haciendo trampas y vendiendo la península de La Magdalena para construir viviendas sociales. Me he decidido al fin, por el Puma FG Speed 99, un artefacto de tronío y trapío. Es el único helicóptero que lleva incorporado un cuarto de baño con ‘jacuzzi’ en la zona trasera. Si se prefiere el modelo militar, el ‘jacuzzi’ desaparece para convertirse en almacén de misiles, a los que renuncio de antemano no sin cierta resistencia. Porque sobrevolar Madrid sabiendo que en determinado local se halla Pepiño Blanco presentando una nueva campaña de Zapatero y no soltar un misil es una pérdida de tiempo y de la oportunidad. Así que ya lo saben. Sotoancho tiene helicóptero. No le sirve para casi nada. Y eso es lo bueno. Que molesta mucho.

[Fuente: Alfonso Ussía]

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