La marabunta devora a Castilla y León
Más de 700 millones de topillos arrasan con los cultivos y amenazan con invadir a La Rioja.
Los topillos son cazados cada día a millares por los propios agricultores.
Avanza veloz, tan veloz como es capaz de regenerarse. La marabunta de topillos deshace el campo a bocados. Los agricultores llenan sus manos con sus cadáveres. A millares, los queman o los entierran con cal. Da igual, en pocas horas los roedores vuelven a aparecer. Un círculo sin fin. Mañanas y noches de caza. Mañanas y noches en las que el trabajo de todo un año, la cosecha, se va al traste. Se anuncian pérdidas millonarias y enfermedades contagiosas. Y ahora, cuando la plaga recorre las tierras de Castilla y León a su antojo y se extiende de norte a sur, llegan las preguntas. ¿Pudo evitarse esta catástrofe? ¿Quién es el culpable? ¿Saltará a otras regiones?
Todo comenzó en septiembre de 2006, en Palencia. Entonces saltó la primera señal de alarma. «Avisamos a las autoridades de la existencia de una plaga de topillos en nuestras tierras», explica Donaciano Dujo, presidente regional de Asaja (jóvenes agricultores). La Junta de Castilla y León decidió entonces, tras el invierno, distribuir veneno por 20.000 hectáreas para acabar con los animales. Antes, el invierno no consiguió acabar con ellos. «El frío los mata, pero como hizo un invierno suave los topillos sobrevivieron», explica Dujo.
Denuncias ecologistas
En marzo la trampa venenosa de la Junta se distribuyó por 11.000 de las 20.000 hectáreas previstas. No pudo avanzar más por las protestas de los grupos ecologistas. «Se quejaron porque aparecieron algunas palomas muertas y se paralizó todo», dicen en Asaja. Para los ecologistas, sin embargo, las primeras palomas eran un aviso de que esta medida no sabía distinguir especies. «Murieron liebres y aves. Era una práctica descabellada, arrasaba con todo», dicen. La situación acabó con amenazas de denuncias a las consejerías de Agricultura y Medio Ambiente.
Al final, los políticos decidieron no continuar con este tipo de envenenamiento. «Tras esto no se volvió a hacer nada», replica Dujo. Mientras, los topillos seguían creciendo bajo tierra por millares.
La situación actual, cinco meses después de la única intentona por parar la plaga, según los agricultores, es geométricamente más grave. Lo es por la facilidad que tienen estos roedores para reproducirse. «Crían cada 21 días. Se calcula que cada topillo se convierte en otros 1.500», explican los agricultores. La cifra actual de topillos en Castilla y León es estratosférica: 750 millones de ejemplares, según Asaja. Otras fuentes creen que están en torno a 500 millones. Las hectáreas de cultivo afectadas superan las 400.000.
Además se están detectando brotes de turalemia, enfermedad producida por el contacto con los animales muertos y que provoca fiebres y dolores de cabeza. Tampoco aquí hay un acuerdo en las cifras. Los agricultores hablan de 200 casos y la Junta no reconoce más de 20. También el agua corre riesgo. Los topillos mueren ahogados y sus cadáveres contaminan las aguas.
Por último, nadie sabe si la plaga puede avanzar a otras provincias. Ya está en toda Castilla y León. En La Rioja ya ha saltado la voz de alarma. Los topillos han acabado con los cereales y buscan ahora los regadíos. Las perdidas serán millonarias.
[Vía: La Razón.] │ Divulga este pots |
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