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Hablando Latín


• RESUMIENDO

► Hablando latín.

■ Se cuenta que un procurador romano de visita en Hispania escribió horrorizado a Roma denunciando lo mal que hablaban latín los habitantes de la península, tanto que casi era imposible entenderlos. No acababa de comprender que por aquel entonces ya no hablaban latín, sino un incipientísimo castellano. Sin embargo, si tuviéramos ocasión de viajar a la antigua Roma, habría expresiones que todavía entenderíamos –alter ego, casus belli, delirium tremens, pecata minuta, a priori…– ya que han pervivido en nuestro idioma y se usan habitualmente con su significado original. Por ejemplo, honoris causa significa por el honor; ex aequo, con igual mérito; nihil obstat, nada que objetar, y qui prodest? –la pregunta que muchas veces permite descubrir al culpable–, ¿a quién beneficia? Los diccionarios recogen varios cientos: in ilo tempore, modus operandi, vox populi, ipso facto, in situ o de facto, de hecho, por oposición a de iure, por derecho. Hay algunas q u e c o n el tiempo han acabado convertidas en palabras. Ocurre con exabrupto, salida de tono, que proviene de la locución latina ex abrupto; lo mismo que infraganti, cuyo origen es in fraganti, o mapamundi, del latín mappa mundi.

Hay muchas más, como lapsus linguae, que significa error o fallo lingüístico. Los romanos, minuciosos con sus gazapos, llamaron a las faltas en la escritura lapsus calami –textualmente, error de pluma–, y a los fallos de cabeza, lapsus mentales. Conviene, eso sí, tener cuidado con algunas. Por ejemplo, se debe decir grosso modo –sin la preposición “a”–, que significa de manera basta, sin rigor. De modo que lo correcto es decir “calculó grosso modo” y no “calculó a grosso modo”. Otra es motu proprio, que se escribe y pronuncia así, con dos erres y no “propio”. Y para terminar, una de mis favoritas, que aparece en una obra del dramaturgo Muñoz Seca: “Manzana –dice el protagonista cogiendo una de un frutero–, in corpore sano”.

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