■ Nacieron en los duros años de la posguerra y vivieron una época en blanco y negro, llena de ideología y disciplina. Tomando como metáfora al niño pequeño perdido en la Plaza Mayor de Madrid de la película “La gran familia”, el libro “Los padres de Chencho” homenajea a los hombres y mujeres que sacrificaron sus aspiraciones para procurar una educación y un futuro mejor a sus hijos.
Coquetería. Las mujeres se arreglaban para las fiestas; abajo, peculiar contrato de excedencia de Telefónica.
Entrañable saga. Secuencia de la película “La gran familia” (1962).
Iconografía.
Las bodas dejaban estampas en las que los novios posaban con su familia en un estudio de fotografía.
La vida cotidiana. Una típica familia numerosa.
DECÁLOGO DE LA PROHIBICIÓN
1. Nos enseñaron u obligaron a no dejarnos nada en el plato, incluso a besar el pan si se caía al suelo o acababa en la basura.
2. Nos prohibieron ver los programas de la tele en los que aparecían dos rombos.
3. A pesar de que ellos sufrieron la tiranía de sus padres –en cuanto a la hora de regresar a casa– impusieron a sus hijos una disciplina horaria, no sin enfrentamiento, y eso sí, se podía llegar más tarde.
4. Prohibido derrochar: al pantalón, rodilleras; al jersey, coderas; a la hucha o cartilla, el aguinaldo de padrinos o abuelos.
5. En algunos casos, y como consecuencia de la educación recibida, llevaron mal que sus hijos dejaran de ir a misa y, en general, abandonaran las prácticas religiosas, pero no pudieron oponerse a ello.
6. Prohibido llevarles malas notas: nos obligaron a estudiar, algo que muchos de ellos no pudieron hacer por tener que trabajar desde pequeños.
7. Llevaron como pudieron los cambios en las relaciones sexuales de los hijos. Les costó aceptarlo.
8. Lo de “prohibido contestar a los padres” bajo pena de “tortazo”, se fue perdiendo con ellos.
9. Nos prohibieron tocar los pocos electrodomésticos de entonces, algo que ahora permiten a sus nietos.
10. ¡Ah!, y prohibido subir en ascensor hasta cumplir 14 años.
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