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Sonsoles

• CRÓNICAS DE SOTOANCHO

♦ Ama la música, y ello le concede un más allá en la garantía personal.

► Sonsoles

■ Mientras Zapatero sea el presidente del Gobierno, Sonsoles a secas es sólo una. Cometió un fallo, probablemente por culpa ajena, en los principios del mandato de su marido. Aquello de las clases de natación en una piscina de la Guardia Civil que se prohibía al resto de los usuarios mientras ella aprendía los secretos del buceo. Sonsoles es una mujer atractiva y segura, de fuerte carácter en la apariencia y firme personalidad. Forma parte de la masa coral de la Ópera de Madrid, y canta allá donde la soliciten, lejos de agendas oficiales y protocolos obligados. Cumple con su vocación y su arte con infinita más dedicación que con sus engorrosas citas de mujer del presidente del Gobierno. Le sobran personalidad y agallas y, cuatro años más tarde de su primera aparición oficial, se adivina en ella una madurez callada y admirable. Para mí, que no la conozco personalmente, que se ha liberado de las influencias de la muy inteligente y atosigante Elena Benarroch, la peletera progre que toleran los ecologistas sandía porque parece confeccionar sus abrigos con pieles de animales fallecidos por la tragedia de Chernobil.

Sonsoles es de rasgos generosos. Altura decidida, ojos grandes y boca inmensa. Lleva en su porte y movimientos una belleza enigmática, un atractivo refinado con el tiempo. Puedo parecer osado, después de haber reconocido que no la conozco, si afirmo que muy probablemente ejerza una poderosa influencia en su matrimonio. No conozco a Sonsoles, pero sí al matrimonio. En ese caso sería conveniente ayudarla a razonar para que abandone su arte de influir. Con independencia de tan beneficiosa conveniencia, nadie puede negar que Sonsoles Espinosa, Sonsoles a secas, es una mujer de hierro en sus aspiraciones artísticas. Como esposa de un presidente del Gobierno de España –influencias de almohada aparte– es y ha sido de las más discretas, si bien la corona de laurel de la discreción, la clase y la medida pertenece todavía –y mucho dudo que se lo arrebaten–, a Amparo Illana de Suárez, aquella mujer maravillosa que esperaba en el Ministerio a su marido, aún vivo entre nubes densas e imbatibles.

Sonsoles ama la música, y ello le concede un más allá en la garantía personal. No ha permitido que sus hijas ingresen en el mercado de la popularidad, y eso –en unión de su marido–, demuestra un buen estilo insobornable. No irrita ni mueve desprecios ni diatribas. Merece, por su personalidad, un respeto que quizá, aún, no ha percibido. Se lo adelanto

[Fuente: Alfonso Ussía]

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