Biografía.- Iván IV "El Terrible"

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♦ En el siglo XVI la nación rusa se estremeció por la delirante actuación de uno de sus hijos.

► Iván IV “El Terrible”, el primer zar de todas las Rusias.

■ Fueron tiempos convulsos gracias a un perverso maestro de ceremonias llamado Iván Vasielevich, de sobrenombre "El Terrible", primer zar de todas las Rusias y conquistador de Siberia. Vino al mundo el 25 de agosto de 1530. Antes de esa fecha circulaban terribles presagios sobre el nacimiento del futuro heredero al trono.

Por ejemplo, un monje profetizó que estaba a punto de nacer un cruento demonio con la misión de asolar la sagrada tierra rusa. Sus padres, los príncipes Basilio III y Elena Glinskaia, sonreían incrédulos al escuchar los disparatados augurios, suponiendo que tales rumores no obedecían a otra cosa sino a la superstición popular.

La infancia de Iván se movió en el infortunio. Era un niño lánguido e inapetente, de aspecto enfermizo que invitaba al cariño de sus progenitores en detrimento de su hermano Yuri, sordomudo de nacimiento y, por tanto, inhabilitado para la sucesión dinástica. Con pocos años de edad quedó huérfano de padre y madre siendo tutelado por el metropolitano ortodoxo de Moscú, Macario. Este hombre culto y refinado instruyó al joven en todas las disciplinas del conocimiento, lo que le convirtió a la postre en uno de los gobernantes más preparados de Europa. Una vez obtuvo la mayoría de edad, Iván, con el apoyo del arzobispo Macario, consiguió de la Duma su nombramiento como zar. Hasta ese momento el título había sido ostentado por los emperadores bizantinos y algunos mandatarios tártaros, e incluso su padre y abuelo lo utilizaron, pero sólo a efectos protocolarios.

El apelativo de Terrible fue ganado en las diversas campañas militares que emprendió durante su reinado. La primera se organizó contra Kazan. Posteriormente, lanzó una guerra relámpago sobre Astracán. La inapelable derrota de estos "kanatos" y su actitud despiadada con el enemigo hizo que todos le llamaran "Grozny", que significa imponente, furioso o riguroso, pero nunca terrible. Eso no es más que una mala traducción a la que el sentir popular dio validez dado el sombrío carisma que tenía el personaje.

La pesada y larga guerra de Livonia estuvo a punto de ser su tumba política y también militar. En esa contienda se inscribe el lamentable suceso de Novgorod, ciudad considerada mártir desde que las tropas enviadas por Iván IV la tomaran durante seis semanas, ejecutando de forma vil a casi 60.000 personas, sólo porque el zar había intuido que su población se podía levantar contra él.

El dirigente ruso desconfiaba de todos y por ello, buscando la máxima protección, creó una despiadada guardia personal llamada "oprichniki". Estos soldados eran reclutados de entre las capas más deprimidas de las ciudades rusas, juraban fidelidad al Zar hasta la muerte, vestían uniformes negros y montaban caballos de idéntico color, y en su bandera se representaba una cabeza de perro y una escoba. La vigencia de esta milicia alcanzó los ocho años. En ese tiempo se estima que fueron cientos de miles los ciudadanos rusos que murieron víctimas de su atrocidad. La perturbación de Iván IV también llegó a su familia. El zar se casó siete veces y tuvo cuatro hijos. El primogénito, Dimitri, falleció ahogado cuando era sólo un niño; Iván Ivanovich —el que debía haber sido el heredero— murió a manos de su padre cuando en medio de una acalorada discusión le golpeó con un bastón terminado en punta de hierro; el tercer hijo presentaba una profunda debilidad mental; y el cuarto quedaba eliminado de la línea sucesoria por haber nacido fuera de la ley rusa que sólo permitía herederos legítimos hasta el tercer matrimonio del zar.

El capítulo más brillante de Iván IV el Terrible fue el de la epopeya siberiana, donde gracias a la tenacidad de un ejército formado por 840 cosacos se consiguió abrir el camino para la conquista de aquel territorio inexplorado de más de 12 millones de kilómetros cuadrados, concediendo a Rusia el enorme privilegio de ser el país más grande del mundo. Los últimos años de su vida se convirtieron en una verdadera vorágine de maldad y terror.

Él mismo diseñaba complicados artilugios que le permitieran disfrutar más con la tortura de las desgraciadas víctimas. Llegó a decir que había desflorado a más de mil doncellas matando después a los hijos resultantes. Según parece, en sus momentos finales abandonó el cristianismo, entregándose a rituales paganos oficiados por brujas y hechiceros traídos de los alejados territorios del norte. El 18 de marzo de 1584, el zar, tras muchos meses de penoso sopor y enfermedad, pareció de pronto recobrar la salud de su juventud, se levantó de la cama y entonando cánticos pidió su tablero de ajedrez. Cuando se disponía a iniciar la partida se tambaleó cayendo fulminado. Así acabó la vida de un hombre en cuya alma anidaron el odio y la locura.

El Rincón de "Fali"

[Fuente: JUAN ANTONIO CEBRIÁN]

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