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El Tarjetón

 CRÓNICA DE SOTOANCHO.

► El Tarjetón.

■ Cuando consultaba unos datos en el libro “Alfonso XIII. Cacerías en Mudela”, me he topado, escondido entre sus páginas, con un tarjetón amarillento. Está manuscrito y dirigido a mi padre. Grafía de mujer joven. Tinta azul, un tanto desvaída por el paso del tiempo. “Mi amado Potorro: No entiendo cómo puedes seguir al lado del ornitorrinco de tu mujer. No te lo pienses y ven a mi lado. Quiero tenerte todas las noches de mi vida. Te adoro. Meme”. Primer golpe. Esa tal Meme llamaba a mi padre “Potorro”, algo que me ha originado un bajón anímico de muy difícil superación. Segundo golpe. Para la tal y enigmática Meme, mi madre era un ornitorrinco. Debo reconocer que la desconocida Meme no era tan tonta como sinvergüenza. Tercer golpe. Mi padre estuvo a punto de abandonarnos por esa tal Meme, lo que también, si me hurgan un poco, entiendo perfectamente. Pero la segunda y tercera impresión nada tienen que ver con la primera. A Papá, sus amantes le decían “Potorro”. No es necesario decir que he destruido el documento inmediatamente. Pero necesito desahogarme. Cuando un hombre, hecho y derecho como yo lo soy, que ha atravesado con holgura la frontera de la primera senectud, averigua que su padre era llamado “Potorro”, no puede permanecer en silencio y tragarse solo todo el muerto. Así que he requerido la presencia de mi leal Tomás, que a los pocos minutos del urgente requerimiento, pedía con un toque en la puerta permiso de acceso a mi despacho. –¿Algo importante, señor marqués?–; –algo importantísimo, Tomás. ¿Ves con claridad esos pedazos de cartulina que hay en la papelera? Hace segundos, esos pedazos conformaban un cuerpo compacto manuscrito. Se trataba de una carta de amor a mi padre de una tal Meme. ¿Y sabes de qué manera se dirigía a mi padre esa tal Meme? “Mi amado Potorro”. ¿Tú has sabido alguna vez que a mi padre le llamaban “Potorro”? Tomás ha permanecido callado. Tomás es hijo de Salvador, el ayuda de cámara de Papá. Tomás lo sabe todo de esta casa, y mucho me temo que conocía el apelativo adúltero de mi padre. Ha carraspeado, y al fin, se ha propuesto hablar. “Señor marqués. Según mi padre, que me contó algunos secretos, hubo en efecto una mujer que llamaba al señor marqués difunto “Potorro”. Y también “Potorrín” y “Potorrón”, según el humor y el momento. Fue la amante de su padre cuando usted era un niño y el marqués difunto no abandonó a su señora madre por usted. De no haber nacido, se habría largado con doña Meme, que no era otra que doña Carmen Toranzo de Benavites, duquesa del Valle de Borleña. Recuerdo que mi padre me comentó que estaba buenísima. Lo he mantenido en secreto durante toda mi vida para no hacerle daño. Pero sí, señor marqués. A su padre, en la intimidad, la señora duquesa del Valle de Borleña, le llamaba “Potorro”, Potorrín”, y “Potorrón”. No he podido cenar del disgusto. No por los amoríos de mi padre, sino por el apodo. Ser hijo de un “Potorro” no es agradable, Y menos aún de un “Potorro” y un ornitorrinco.

[Fuente: A. Ussia] Divúlgalo

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