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Crónica de Sotoancho.- De Vuelta

► De vuelta.

■ La bahía de Cádiz tiene un algo que no se puede explicar, la claridad, la sal, la luminosidad. Se me notan mejor los cuernos... los que me van a salir si le permito a Marsa que vaya a Bilbao.

Los millonarios tenemos menos vacaciones que los dependientes del sueldo mensual. Hay que volver a casa. Me esperan los agotadores trabajos de administración y capitanía de “La Jaralera”. Además, mis hijos, que se han ido con Flora y Elena al Puerto de Santa María. Que esa es otra. Me he visto obligado a comprar una casa en primera línea de playa en “El Buzo”, en Fuentebravía, porque estos hijos míos me han salido playeros y bañistas, como su difunta madre. La mía, no se ha movido de “La Jaralera”, porque ya no está para nada. No está ni para asustar.

Me han sentado de maravilla las vacaciones norteñas .Y a Marsa, tan acostumbrada a los mares azules y caribes, le ha encantado el Cantábrico. Dice que es un mar macho, noble y frío, como un hombre. Le he preguntado si yo soy ése hombre, y me ha contestado que “puede que sí, puede que no, quizá, psá”. El “psá” me ha desconcertado, pero ella es así.

Volvemos también porque hay toros en El Puerto. Torea hasta José Tomás. A mi mujer le gustan los toreros más que a mí el ingreso por la remolacha. Cuando vamos a los toros, Marsa mira más al paquete de los toreros que al toro, la muleta y el capote juntos. Le ponen el “paquetón” ladeado de los espadas, abultado y coquillero, y a mí, sinceramente, esa puesta me desanima en demasía. Ya ha tenido que ver con un fracasado, El Farolitos, pero me da en las narices que anda de pesca toreril, y nada me extrañaría que una noche en el Puerto de Santa María me pida vacaciones matrimoniales. Tenemos ese pacto, y en caso de producirse la petición, mi promesa es el permiso.

Me ha comentado que le gusta Padilla cuando pone las banderillas y recibe a los toros de rodillas en el portón de toriles. Pero no torea Padilla en el Puerto. Me ha dicho, y no lo tengo muy claro, que hay vuelos de Sevilla a Bilbao, y que a fi nales de agosto torea Padilla en la Semana Grande bilbaína. “Fiestas de Bilbao”, que dicen por ahí. No sé si voy a aceptar que viaje sola, porque Marsa con un torero a menos de cien metros de distancia es peligrosísima.

El puerto, como en todos los agostos, abarrotado. Colas de coches y calor aguantable. Sopla el poniente. La bahía de Cádiz tiene un algo que no se puede explicar, la claridad, la sal, la luminosidad. Se me notan mejor los cuernos. No los que llevo puestos, sino los que me van a salir si le permito a Marsa que vaya a Bilbao. Pero hay que ser moderno, positivo, liberal y tolerante, como Cádiz. Miro el mar Atlántico y me siento fuerte. Amo a mi mujer. Quiero a mis hijos. Y me duele la frente, y quizá el alma, pero los hombres estamos obligados a comernos los marrones con dignidad. Corneando, pero con dignidad.

Divúlgalo

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